Años antes de que las naves psicodélicas de Las Luces Primeras plantaran bandera en las lejanías imaginarias de Saturnia con el surrealismo natural de sus caballos alados, dragones de montaña, corales, volcanes, aguas de abejas y frutas que derriten, Mariano Peccinetti había tenido su propia épica terrenal en el viaje del músico de provincia que se instala desde joven en Buenos Aires, vive en pensiones y casas de amigos y trabaja de lo que puede mientras por las noches brilla en el under con sus guitarras y sintes a cuestas. Eran los días de Trasvorder, seudónimo bajo el cual editó tres discos esenciales para comprender la matriz de su sonido: La tristeza se destruye (2008), Salimos de la tierra (2011) y Desmesuras (2012), este último grabado en su Mendoza natal tras regresar de su travesía porteña. En ese momento, a la par de su música, comenzó a realizar una serie de collages que subió a la red bajo el nombre Collage al Infinito y que terminaron ilustrando el arte de discos de bandas europeas, artículos de revistas internacionales como la GQ y hasta campañas publicitarias de Gucci, ingresos que le permitieron mejorar su estudio con equipos antiguos que acercaron su música al sonido que siempre había buscado. Entonces decidió recomenzar de cero y en agosto de 2015apareció el disco debut de Las Luces Primeras, Sensualista, un delicioso enramado de estilos que oscilan sin prisa entre la psicodelia, el soul o el dream pop. Y el círculo se cerrará (y volverá a comenzar) el próximo jueves 13 de septiembre, cuando Mariano regrese a Buenos Aires con su banda para presentar en vivo Forestal tape, trabajo con el que se propuso recuperar los sonidos de la psicodelia original.

Hijo de un conductor de micros de alta montaña y una tejedora de telares con puesto en los alrededores de Plaza Independencia, Mariano Peccinetti heredó algo de la obsesión serena por el detalle en la belleza y ese transportar a sus oyentes hacia las alturas de un paisaje fantástico. Mucho de eso hay en Forestal tape, que cuenta para los shows en vivo con el plus de Juan Attori en batería, Pol Tornello en bajo y la incorporación en órganos y sampler de Rolando Lucero, a.k.a. Rol Lux, referente de la escena ambient y electrónica de Mendoza, quien también estuvo a cargo de la masterización del álbum.”La idea original para este disco fue hacer psicodelia pura”, cuenta Mariano al teléfono. “Tratar de alcanzar ese sonido que puede encontrarse en Their Satanic Majesties Request de los Stones, los 13th Floor Elevators o incluso en la chicha peruana, esa psicodelia mágica que puede llegar a ser bailable también. Igual no es fácil llegar a esos sonidos, y un disco también es un punto de anclaje donde confluye todo de lo que te llama la atención cuando lo estás haciendo. En Forestal hay cosas de Carl Sagan, Krishnamurti, Gainsbourg, Godard y mucho de esos sueños surrealistas que tenemos cada tanto. Al final las influencias y los instrumentos que usás se convierten en un espejo que refleja algo diferente a lo que habías pensado, y en un momento algo ahí te atrapa y decidís quedarte con eso”.

Con bandas y solistas como Las Luces Primeras, Mi Amigo Invencible, Las Cosas que Pasan, Tito, Ultramandaco, Juampi DiCésare o Los Yetis con Jeans, entre muchos otros, el rock mendocino está pasando por un muy buen momento, pero esto no es algo que haya sucedido de golpe y de la nada. El tradicional tono conservador del grueso de la sociedad mendocina tuvo como contracara en las últimas décadas un agite de arte marginal que brilló en picos de ebullición creativa extrema, desafiante: desde el anarquismo punk noise de los Kinder Videla Mengele en los ochenta a la sátira postrock de los Silver Mangiacazzi en los dos mil, pasando por la pionera editorial Protocultura y sus tapas con radiografías de huesos rotos o la narración onírica y sustancial de la región cuyana en el documental Buenos Aires al Pacífico (estrenado hace apenas unos meses), la contracultura gestada a espaldas del Cerro de la Gloria se sostuvo a lo largo de todos estos años como una bocanada de aire esencial para una sociedad de tintes muchas veces represivo: “Cuando estaba haciendo la secundaria en el Bellas Artes la policía venía todas las semanas y nos revisaba el bolso, era verlos y pensar ‘Uh, ahí vienen: a sacar el documento’”, recuerda Mariano. “Ahí fue que después de terminar el colegio partí para Buenos Aires, pero todo resultó muy duro ahí también y después de cinco años decidí volver para dedicarme de lleno a la música”. 

Ese reencuentro con la complejidad natural de los paisajes de su tierra resultó crucial en la búsqueda creativa que dio forma al universo de Las Luces Primeras: “La montaña es mística en sí, más allá de cualquier historia que la rodee”, cuenta Mariano. “La noche ahí tiene algo de imponente que por momentos mete miedo, y después están las historias fantásticas que siempre se cuentan. En El Challao se dice que hay una roca que es un portal, en Villavicencio hablan de luces raras que se ven, no sé, pero una noche sí vi una luz muy loca que pensé que podía ser un meteorito, fue algo que de golpe encendió el cielo y se desvaneció, cambió todos los colores y por un instante dejó de día todo el lugar. Ahora trato de ir a lugares que no conozco, lugares donde caminás al borde de pasadizos y de golpe pasan un montón de cóndores volando por arriba tuyo y es tremendo, miden tres metros de ala a ala. Esa inmensidad te hace sentir pequeño, y es todo parte de una cosmovisión andina que estoy tratando de aplicar en las letras con cosas de los Incas y cómo piensan acerca de la madre tierra, el respeto que tienen, cómo se posicionan en cuanto al planeta y el universo. Son muchas cosas que confluyen en cada canción, y aunque a veces siento que empiezo a entender lo que hago después de hacerlo, siempre me gustó eso de meterte en la nave sin saber dónde vas a terminar.”

Las Luces Primeras presentarán Forestal Tape el próximo jueves 13 de septiembre en La Tangente, Honduras 5317. A las 21.