Recuerda el portal de noticias geeks Gizmodo llamativa historia: de cómo, 33 años atrás, el DeLorean se convirtió en la máquina del tiempo de Volver al futuro, desbancando a la opción primera que tenían prevista sus guionistas, Robert Zemeckis (también director) y Bob Gale. Sucede que, originalmente, no viajaba Marty McFly hacia el pasado en el icónico DeLorean modelo ‘81 modificado por el Doc Emmett Brown. Viajaba en, ejem, una heladera. Una heladera forrada de plomo que, ubicada en el centro de una explosión atómica, depositaba al muchacho protagonista tres décadas atrás. Por fortuna, consideró la dupla que acaso no fuera una gran idea recurrir al adminículo hogareño por la más extraña razón: temían que los niños, potenciales fans de la cinta, quisieran recrear la escena sci-fi y acabasen muriendo sofocados. Un miedo recurrente en los 80s, a juzgar por episodios de tiras como Punky Brewster o G.I. Joe, que advertían de tamaño horror. Además, pensaron Zemeckis y Gale que tenía más sentido y era tantísimo más práctico que, para trasladarse en el tiempo, usasen los personajes una máquina móvil, para trasladarla de aquí para allá, de requerirlo la ocasión. Y acabó decantando lustrosa opción, con puertas de ala de gaviota y carrocería metálica de acero inoxidable; sí, sí, el carro sensación. 

“El primer guión de Gale y Zemeckis plantaba la historia en 1982, no en el ‘85. Desde el principio, se remonta a 30 años, cuando los padres de Marty eran adolescentes (el concepto original de la película surgió cuando Gale estaba revisando el anuario de secundaria de su padre, y se preguntó si hubieran sido amigos de haber sido compañeros de escuela). Ahora bien, si el dispositivo era propulsado por energía nuclear en 1982, ¿cómo podría Marty encenderlo en 1952?”, relata Gizmodo. “Eventualmente, se determinó que costaría demasiado dinero en efectos especiales emular una prueba de detonación atómica; así que descartaron esa idea y fueron con la electricidad; el resto es historia cinematográfica”, aporta el Huffington Post. Y suma otra particularidad: cómo, dos décadas más tarde, el productor de la película, Steven Spielberg, acabó refritando la idea descartada (con alteraciones, sobra decir) en Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal, con el arqueólogo famoso sobreviviendo a la detonación atómica del ‘52, la última realizada en Estados Unidos... ¡encerrado en una heladera!