El presidente brasileño, Michel Temer, fue abucheado ayer, al grito de Lula Libre, mientras encabezaba su último desfile militar en Brasilia. Asimismo, San Pablo, Belén y Brasilia fueron algunas de las sedes del conocido Grito de los Excluidos, protestas contra la desigualdad social, que se realizan hace más de 24 años. 

Temer llegó por la mañana acompañado por su esposa, Marcela, y su hijo, Michelzinho, de nueve años, a la tarima en la Explanada de los Ministerios, avenida donde también están las sedes de la Presidencia, de la Corte Suprema y del Congreso Nacional. En paralelo y reunidos desde las 9.30 próximos a la tarima oficial, cientos de manifestantes exigieron la libertad del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, y pidieron elecciones libres para 2018. “El crimen de Lula fue haber sacado millones de hambre” denunció el líder Junio Xukuru en una reunión pública cercana a la avenida. El Partido de los Trabajadores (PT), que tiene a su mayor líder preso, también se expresó en redes sociales. “Hoy, día en que se conmemora la Independencia de Brasil, nuestro mayor deseo es que el país quede libre de la corrupción, del hambre, del desempleo, de la intolerancia, de la falta de democracia, en fin, de todo lo que quita la felicidad de nuestro personas”. 

El gobernante encabezó el desfile conmemorativo de los 196 años de la independencia de Brasil acompañado por 11 de sus ministros y las principales autoridades civiles y militares de Brasilia. De acuerdo con la Presidencia, 30.000 personas asistieron al acto que se extendió por poco más de dos horas. El desfile concluyó sin ningún incidente y con alta presencia de fuerzas de seguridad que estaban con motivo de evitar enfrentamientos con parte del pueblo brasileño que asistió al acto en repudio de las políticas del mandatario.

En distintas ciudades se desarrollaron en simultáneo, largas caminatas con motivo del 24 aniversario del Grito de los Excluidos. Las manifestaciones convocadas por movimientos sociales y pastorales, surgieron con la iniciativa de debatir la construcción de una nación más democrática. Sin embargo, este año se reactualizaron con pedidos de garantías políticas al candidato del PT, luego de que el Tribunal Superior Electoral rechazara su postulación en las próximas elecciones del siete de octubre. Además, el Grito de los Excluidos responsabilizó al gobierno de Temer por el aumento de la desigualdad en Brasil. “Los efectos de la gestión de Temer son devastadores para la población de todo el país, en especial para los habitantes de San Pablo, que tiene una de las mayores concentraciones poblacionales de la federación”, denuncian en un comunicado. En Belén, movimientos populares de profesores y sectores afrodescendientes, caminaron por la avenida Nazaret hacia la Plaza de la República. En San Pablo, el acto comenzó a las nueve de la mañana en la Plaza Oswaldo Cruz y terminó en el Monumento a las Banderas. En Recife se dieron cita manifestantes y parlamentarios que caminaron acompañados de carteles alusivos: “Lula sos un candidatísimo”. 

Temer llegó a la presidencia en 2016 luego del golpe parlamentario que terminó con segundo mandato de la líder petista Dilma Rousseff, y dese su toma de poder aplicó políticas neoliberales. Además en 2017 los trabajadores brasileños hicieron el primer paro luego de 20 años en rechazo a la situación económica del país. Los últimos sondeos mostraron que el mandatario no supera el cuatro por ciento de popularidad, la más baja para un presidente desde que Brasil recuperó la democracia en 1985. Además, la intención de voto del candidato presidencial de su partido, el exministro de Hacienda Henrique Meirelles, se limita al 2 por ciento, lo que lo ubica como el octavo en la lista de favoritos. Como sólo le quedan cuatro meses de mandato, su participación en el desfile de este viernes fue la última en el que es considerado como mayor evento patrio en Brasil y al que los jefes de Estado acostumbran acudir en automóvil descubierto para poder recibir los aplausos del público. Pero como ocurrió en los dos últimos años, el impopular gobernante se abstuvo de usar el Rolls-Royce convertible de la Presidencia en el que tradicionalmente desfilaban sus antecesores y lo hizo en un vehículo oficial de vidrios oscuros que lo dejó junto al palco construido para las autoridades.