El ex secretario de Obras Públicas José López se volvió a despachar con una serie de afirmaciones, ya desmentidas por las pruebas, para echarle la culpa a personas que no identifica, pero supuestamente son kirchneristas, por los nueve millones de dólares que le descubrieron cuando quiso dejar el dinero en el convento de General Rodríguez. López habló a través de un texto que presentó en la justicia de Mercedes para que anulen la condena que arregló por el arma que llevaba encima la noche del convento. Argumenta que el kirchnerismo –no dicen quién– lo presionó para que dijera que el dinero era de Lázaro Báez y que, además, a sus abogados los puso y los pagó Julio De Vido, algo sobre lo que tampoco aportó ninguna evidencia. Es más, era pública y notoria la aversión que De Vido tenía por López y es conocida la forma en la que el ex secretario designó de apuro a la llamada abogada hot, Fernanda Herrera: ella estaba visitando otro detenido en la comisaría, se ofreció y él la aceptó.

A partir del acuerdo que López firmó con Claudio Bonadio y Carlos Stornelli, el ex funcionario pasó a la ofensiva, seguramente en base a promesas que le hicieron. 

  • Primero pidió y logró que lo sacaran de la cárcel de Ezeiza y hoy pasa sus días en una unidad policial mucho más tranquila. En el penal no lo visitaba nadie y ahora parece que tampoco, dado que está peleado con su familia. Ayer el diario Clarín quiso dar a entender que el ex funcionario está en una unidad a dos horas de viaje, pero alcanza con tomarse un colectivo hasta Palermo para concretar la visita. 
  • En segundo lugar, López pidió directamente su libertad en la causa del convento, argumentando que ahora que fue aceptado como arrepentido por Bonadio no había peligro de fuga. El Tribunal Oral número 1 le negó la excarcelación con el simple argumento de que nada cambió respecto de la valija y los bolsos de plata en el convento. 
  • Finalmente, ayer pidió que anulen la condena por la carabina que llevó a General Rodríguez. El expediente tramita en Mercedes donde aceptó la portación y una pena de un año y siete meses de prisión. El texto presentado con el argumento de que no tuvo una defensa fiel, sino que eran abogados puestos por De Vido, será evaluado por la jueza Laura Pardini.

Todo el relato del ex secretario se basa en un punto: que los nueve millones de dólares no eran de él y que aquella noche del 14 de junio de 2016 vinieron tres personas con el dinero y le dijeron que lo lleve al convento. No sólo eso, sino que lo escoltaron en una moto y un auto hasta General Rodríguez. La mentira tuvo patas cortas ya que una revisión de los videos de su viaje desde Pilar de Pacheco al convento, en su auto Meriva, deja en claro que iba sólo, que no había moto ni auto cerca. Además, el juez Daniel Rafecas y el fiscal Federico Delgado determinaron con claridad que López tenía el dinero escondido en un recoveco oculto en el techo, al lado del tanque de agua. Por eso los billetes estaban húmedos.

En el escrito presentado en Mercedes, López vuelve sobre la misma cuestión. Relata que una vez detenido, los hombres de la Policía Bonaerense lo presionaron para que dijera que el dinero era de Lázaro Báez. Supuestamente esos hombres eran kirchneristas, una curiosidad porque todo ocurrió en el ámbito bonaerense y ya bajo la administración nacional de Mauricio Macri y la provincial de María Eugenia Vidal. No parece coherente que ellos jugaran a favor del kirchnerismo. 

Los mismos hombres de seguridad también lo presionaron -dijo López- para que acepte como abogada a Fernanda Herrera. La letrada, que después pasó por el Bailando por un Sueño, estaba en la comisaría el 15 de junio atendiendo a otro defendido ya que siempre trabajó en la zona oeste. Seguramente le pasaron el dato de que estaba el ex funcionario sin abogado, se propuso y López la aceptó. Un mes más tarde la destituyó y designó a dos letrados, Fernando García y Diego Sánchez, con los que tuvo una magnífica relación durante casi dos años. En ningún momento se quejó ni dijo que jugaban para De Vido ni alegó lo que alega ahora: que buscaron hundirlo como una venganza del kirchnerismo “que considera traidor al que quiera abandonar el barco”. Sin embargo, la realidad lo desmiente: fiscales y jueces siempre vieron que había un vínculo fluido entre el defendido y sus defensores. Hoy López argumenta que los letrados no lo defendieron y por eso pide que declaren nula la condena pactada por el arma.

En el escrito de ayer, el ex secretario volvió a hacer una referencia a que la noche de los nueve millones de dólares “yo no estaba bien en ningún aspecto, me refiero a lo emocional, psicológico, anímico e inclusive en mi libre arbitrio pues procedía sometido por el terror. Estaba nervioso y como paranoico, temiendo por mi persona y mi familia”. La descripción no es imprecisa, aunque no se condice con lo que encontraron Rafecas y Delgado cuando allanaron la casa del ex funcionario. Sobre una mesa había dos platos servidos, seguramente de López y su esposa, y perchas tiradas en el piso. Todo indica que la mujer se fue, el ex secretario pensó que ella lo iba a denunciar por una cuestión sórdida familiar y por eso López salió a las apuradas con el dinero. Es indudable que estaba desestabilizado emocionalmente y fuera de sus cabales. 

Hay un insólito proceso de beatificación de López por parte del macrismo. Tratan de tomar como verdadero las cosas que dice, pese a que incluso los empresarios lo señalan como uno de los principales coimeros de la obra pública durante los gobiernos de los Kirchner. López está imputado y comprometido en varias causas, pero la mayor evidencia son los nueve millones que tuvo escondidos en su casa y tiró en el convento.