Las caídas de los activos bursátiles argentinos fueron notables. La bolsa, igual que en febrero de 1992, perdió en pocos meses más del 50 por ciento de su valor en dólares. Los bonos rinden tasas que triplican a las de principio de año y el riesgo de impago de los títulos públicos no sólo se concentra en la deuda de largo plazo, sino que contagió a los títulos con vencimiento en meses: las tasas de interés de las Letes a 2019 llegaron a ubicarse más cerca del 10 que del 5 por ciento en los mercados secundarios. Esta performance fue mucho peor respecto de la del promedio de las economías emergentes este año. Los indicadores de acciones de países no desarrollados anotan una caída del 8,4 por ciento. Lo mismo ocurrió con el ajuste del dólar. La corrección del tipo de cambio en la Argentina fue del 120 por ciento, mientras que el índice de las monedas emergentes contra el dólar acumuló una corrección del 6 por ciento.

La comparación del desempeño argentino contra la evolución del promedio de las economías en desarrollo ofrece varias conclusiones. La principal es que los problemas internos pesaron mucho más respecto de los externos para entender las distorsiones financieras del país. Esto es más claro todavía cuando se revisa qué esperaba el mercado para Argentina en 2018 y que es lo que piensa ahora. El relevamiento de la consultora Latin Focus concentra los pronósticos de 40 consultoras de la city todos los meses. En diciembre del año pasado los economistas decían que en 2018 el PIB iba a crecer 3,1 por ciento, la inflación iba a ser de 16,7 por ciento y el dólar se iba a ubicar en 19,97 pesos. El consenso de los consultores ahora es muy diferente. Las últimas estimaciones arrojan que en 2018 habrá una caída del PIB de al menos 2,0 por ciento, una inflación con un piso del 40 por ciento y un tipo de cambio por encima de los 41 pesos.

La acumulación de errores fue en muchos frentes y el Banco Central tuvo una gran responsabilidad en la crisis que arrastró a la Argentina a un nuevo año de estanflación (caída del Producto Bruto con aceleración de los precios). El incremento de las Lebac en forma desproporcionada, la apreciación del tipo de cambio a partir del fuerte ingreso de deuda externa (sin una estrategia consistente de acumulación de reservas), el intento de aplicar un programa de metas de inflación con discursos irreales sobre la endogeneidad del dinero, el abuso de las altas tasas de interés fueron algunos de los principales problemas de gestión, la libertad para liquidar sin plazo las exportaciones del campo y la desregulación total del mercado cambiario fueron los principales problemas para la sostenibilidad económica.

Las medidas económicas ahora se concentran con prisa y sin pausa en cerrar estos desequilibrios. La inestabilidad financiera llevó a lo impensado hace cuatro meses atrás. Se llegó a  anunciar un esquema de retenciones para los exportadores. La apuesta que un impuesto como este iba a aplicarse antes de 2020 seguramente hubiera pagado 100 a 1. El problema es que estas medidas no parecen llegar con el timing necesario. Los desequilibrios internos que pesaron para generar la crisis desde abril ahora no son lo único importante.

El mundo emergente para la segunda parte de 2018 será volátil y los principales centros de estudio del mainstream alertan por el impacto que puede tener una crisis con efecto contagio en estas economías no desarrolladas. La Argentina aparece en la lista de los países más expuestos a una reversión en los flujos de capitales desde el mundo emergente hacia las potencias maduras. El listado lo completan Sudáfrica, Colombia, Egipto, México y Turquía, entre otros. Lo que coincide entre estas economías es que entre 2015 y 2017 registraron ingresos de capitales (medidos en términos del PIB) por encima del promedio de los emergentes. Argentina aparece segunda en una lista de 53 países y sólo superada por República Checa.

El Instituto de Finanzas Internacionales, un centro financiado por los principales bancos de inversión del mundo y muy respetado entre los gestores de fondos globales, estimó que estas economías concentraron la mayor parte del ingreso de divisas de no residentes a las economías emergentes en los últimos tres años. Esto hace que ahora se encuentren muy expuestas a lo que llaman el “riesgo de concentración”. En palabras sencillas: la tendencia es que los países en donde los capitales entraron en mayor medida sean los más afectados por la reversión de los flujos, que más temprano que tarde ocurre en los ciclos financieros. La Argentina ya ajustó por encima del promedio sus acciones y el tipo de cambio. ¿Pero se alcanzó el piso si los emergentes empiezan a caer en lo que resta del 2018 y se revierten los flujos de capitales?.