Un haka temible a las 4.35 de la madrugada casi siempre preanuncia el juego arrollador de los All Blacks. Esos tipos de negro que parecen poseídos, superiores, inalcanzables para cualquier equipo que se les plante enfrente. Pero lo que importa viene después. Porque la amenaza maorí se transporta a la cancha, aunque esta vez haya que decir una cosa: Los Pumas no fueron una hojita en el viento, como ese helecho plateado que tiene la camiseta de Nueva Zelanda. El seleccionado argentino, en ese nivel de exigencia, jugó el mejor partido de la historia contra los bicampeones del mundo (excepción hecha del empate 21 a 21 de 1985). Porque se mantuvo en partido hasta diez minutos del final (32 a 24), porque le marcó la mayor cantidad de puntos a su rival (eran 22 hasta ayer), porque le hizo tres tries muy vistosos, porque le anularon otro con un cuestionable fallo arbitral, porque tuvo rendimientos muy buenos (Sánchez se transformó en el máximo goleador histórico, Moyano, Moroni, Kremer, Boffelli), pero claro, como siempre, ni siquiera le alcanzó con eso. Enfrente estaban los todopoderosos rugbiers del haka. Un equipo que arrasa a cualquiera cuando se lo propone. Que no perdona errores, que define casi todas las situaciones propicias que se le presentan.
El 46 a 24 fue mentiroso si se analiza el juego. El primer tiempo Argentina jugó de igual a igual, aún con un scrum en retroceso, penales evitables y tackles que quedaron dibujados en el aire. La diferencia de estos Pumas con otros anteriores es que se animan a jugar más. Evolucionaron en el orden combinado de forwards y backs, tienen más armas para contraatacar y no les pesa la pelota en las manos. Ya no son jabonosas como en etapas donde no podían dar tres pases seguidos en el contacto. Sobre todo con los tres cuartos.
Ahora Los Pumas tienen jugadores picantes como el mendocino Moyano o el pibe Delguy. Capaces de desequilibrar en espacios reducidos y rodeados de una marea humana vestida de negro. Así fue el primer try argentino. Los Pumas perdían con un penal apenas comenzado el partido, pero daban vuelta el resultado al cuarto de hora. Sánchez hacía jugar, Landajo lo acompañaba, los forwards trataban de moverse agrupados. El problema era detener lo que se vendría. Porque los All Blacks juegan intenso todo el tiempo, buscan el eje profundo y tienen tantos malabaristas con la pelota como tractores todo terreno. El tercera línea Frizell se abrió paso a los trancazos en más de una oportunidad y apoyó un try en el segundo tiempo. Fue el mejor de ellos.
Cuando la selección nacional parecía tomar iniciativas, del otro lado le devolvían un mazazo. Se fue 18 a 7 abajo en el primer tiempo. Podría haber sido con un try más si no le hubieran anulado uno lícito a Moroni. Le cobraron touch por el canto de una uña del pie.
Los Pumas se plantearon decir acá estamos y descontaron enseguida en el arranque del segundo tiempo. Try de Sánchez después de dejar desairado al pilar Owen Franks. Estaban 18-14, tuvieron su momento de dominio por siete u ocho minutos, pero así como Sánchez acertó antes, se equivocó en un kick y la jugada posterior devino en el try del capitán Read. A cada insinuación de superarse en el partido de Argentina, los All Blacks la cortaban de cuajo con puntos. Sánchez volvió a arrimar con el penal que marcó su nuevo récord –alcanzó 655 tantos, superando a Felipe Contepomi que tenía 651– y otra vez a remarla. Perenara apoyó bajo los palos su segundo try –fue otro punto alto del local– y volvió a estirar la ventaja. Boffelli descontó de nuevo después de una pelota colgadita que le dejó el goleador a dos metros del ingoal. Faltaban once minutos y Los Pumas se ponían 32 a 24.
Hasta ahí jugaron palo a palo, sin inhibiciones, aunque dieron ventajas en el tackle y sobre todo en el scrum. El final fue lo más parecido a una película repetida. Pero en las fotos, esas imágenes parciales que no pueden dejar de analizarse ante un rival como Nueva Zelanda, Los Pumas no retrocedieron en su evolución hacia un rugby más consistente. Tienen que mejorar, claro, pero no porque eso signifique que el próximo objetivo es ganarle a los hombres de negro por primera vez en la historia. Deben superarse porque desde el Mundial de Inglaterra no venían haciendo las cosas bien. Tienen con qué. Australia será una medida más lógica para compararse en el próximo partido. Los All Blacks son la cuenta pendiente, pero aunque sigan lejos de ellos y sean un muro infranqueable, Los Pumas se les animan cada vez más.