Un hombre en situación de calle que denunció a la Policía de la Ciudad por retenerlo sin motivo, golpearlo y humillarlo fue asesinado un día y medio después de cinco balazos en el pecho. La víctima se llamaba Andrés Vieira y tenía 35 años. Su cuerpo acribillado apareció en la madrugada del sábado en inmediaciones de Rivadavia y Bulnes, a metros de donde el domingo pasado un oficial que se trasladaba en el móvil 2546 de la policía porteña le pegó y le advirtió “callete, hijo de puta, vos no tenés derechos”. Al presentar la denuncia, Vieira había aclarado que podría reconocer a su agresor en rueda de personas. Medio centenar de compañeros del centro barrial Vientos de Libertad, a cargo del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), se presentó ayer ante la Comisaría 9, en Billinghurst 471, junto con el abogado Juan Grabois, quien presentó una denuncia por abuso de autoridad y violencia institucional. “Todos los compañeros que transitan el centro barrial cuentan que son sistemáticamente verdugueados y golpeados”, explicó a PáginaI12 un miembro de ese espacio.
“Era un compañero que estaba en situación de calle y se ganaba la vida sobreviviendo, con iniciativas autogestivas, para poder organizar su vida. Un pibe que tenía una enorme alegría de vivir, que no tenía maldad, y que por este sistema que descarta y excluye terminó en la calle, pero que tenía sueños como cualquiera de poder salir adelante”, describió a Vieira un referente del centro barrial. Desde hace un año, el joven ayudaba a los militantes y voluntarios de esa organización en los trabajos del comedor y concurría a los grupos de ayuda para personas con problemas de adicciones.
El jueves a la tarde, acompañado por una abogada del Centro de Acceso a la Justicia, Vieira se presentó ante el Ministerio Público Fiscal porteño para denunciar el trato que le había dispensado la Policía de la Ciudad en la jurisdicción de la Comisaría 9. Los hechos ocurrieron a la una de la mañana del domingo pasado. El uniformado que en soledad circulaba en el patrullero 2546 lo vio deambulando en la primera cuadra de Bulnes, bajó y le ordenó detenerse, relató. Lo mismo hizo con dos limpiavidrios que estaban en el semáforo. Les exigió poner las manos contra la pared de un portón, pegado a una farmacia. “Empiezan a empujarnos a los tres contra la pared” y cuando le piden que “cese en su actitud, dado que no estábamos haciendo nada, empieza a insultarme”, contó Vieira.
–Cerrá el orto –le advirtió el policía.
Cuando le pidió que lo tratara bien le explicó que “vos no tenés derechos” y lo acusó de “sacar plata a la gente amenazándola”. “Le pedí que me lleve a la comisaría si él consideraba eso. Allí me exigió que nuevamente me diera vuelta hacia él y me golpeó la cara con la mano derecha y abierta”, siguió. Le preguntaba qué hacía y el policía insistía:
–Callate, hijo de puta, vos no tenés derechos.
Cuando Viera le recordó que “estamos viviendo en un país democrático”, el uniformado le pegó una patada en el tobillo. Después le ordenó retirarse a los limpiavidrios y se puso en cuclillas.
–Cuando yo te digo que te tenés que callar, te tenés que callar. Levantate y andate –ordenó.
En eso estaba cuando ve pasar otro patrullero con tres policías y un detenido. Vieira relató que paró a ese móvil, que conducía una oficial mujer. “Le expliqué lo que estaba sucediendo” y “me dijo que ella iba a hablar con su compañero oficial”, apuntó. Cuando le preguntaron si tenía pruebas mencionó “las cámaras de seguridad de la zona”. Aclaró que había hecho una denuncia en la Defensoría del Pueblo, sede Plaza Miserere. Nada más que agregar. “Que se haga justicia”, pidió. Menos de 40 horas después, su cuerpo con cinco tiros en el pecho apareció en inmediaciones del bar Alcatraz, en Rivadavia al 3600, a metros de donde ocurrieron los hechos que había denunciado.