Los usos y los hábitos de escucha pueden haber cambiado. Para algunos, el viejo y buen LP de vinilo (y un giradiscos, qué duda cabe) volvieron a ser de esos objetos que los expertos en marketing denominan “aspiracionales”. Para otros, alejados de cualquier noción de fidelidad sonora, el celular o la computadora demostraron ser mucho más compactos aún que el compacto y, aunque se oiga mal (también se oían mal los pasacasetes, los walkman y los discman, por no hablar del Winco) la posibilidad de portar la Enciclopedia Británica del sonido en unos pocos centímetros cuadrados parece haber triunfado sobre otras consideraciones. Pero, a pesar de todo, el CD sigue ofreciendo una combinación insuperable de precio, comodidad y fidelidad sonora.
También con este soporte hubo, eventualmente, cambios. Algunos artistas –y unas pocas editoras– se han preocupado por ofrecer objetos difícilmente reemplazables por una lista de sonido, como los álbumes de la mezzo soprano Cecilia Bartoli, que incluyen lujosos libros, o las publicaciones que adjuntan DVDs. Y, por supuesto, cada tanto aparecen algunas pocas que por peso simbólico propio –como el último disco de David Bowie o las ediciones remasterizadas de The Beatles o Pink Floyd–, son capaces de romper records de venta como si el tiempo no hubiera sido veloz (Lebon dixit). Uno de los nuevos formatos exitosos es la cajita con 5 CD originales, en presentaciones que remedan las ediciones en vinilo y a muy bajo costo (Sony probó también la variante con 3). Warner publicó de esta manera casi todo su catálogo histórico de soul y rhythm & blues (notables los volúmenes dedicados a Otis Redding, Wilson Pickett y Aretha Franklin), rock clásico, jazz e incluso música brasileña (los discos americanos de Jobim y los editados por ellos de Elis Regina y parte de los de Milton Nascimento). Y ahora llegan al mercado –también al local, afortunadamente– las editadas por Verve, que agrupan discos de algunos de los artistas más importantes de la historia del jazz a través de repertorios de ese sello y de otros que hoy están bajo su égida, como Prestige o Riverside.
El nombre de la serie es 5 Original Albums y una primera tanda publicada en la Argentina incluye los nombres de Miles Davis, Ella Fitzgerald, Billie Holiday, Bill Evans y John Coltrane (en Europa han salido también volúmenes consagrados a Oscar Peterson, Chick Corea y Return To Forever, Stan Getz, Charlie Parker y Astrud Gilberto, por el lado de Verve, y a Wayne Shorter, Herbie Hancock, Joe Henderson y Dexter Gordon, entre otros, por Prestige y Blue Note, que hoy también pertenecen a la compañía Universal). El atractivo, además de su muy correcta presentación, es que no se trata de esas dudosas antologías donde se mezclan dos temas de cada sesión legendaria y se consigue algo demasiado parecido al zapping sino, como el título de la colección lo anuncia, de discos completos, con el orden y el agrupamiento –y el concepto, que muchas veces lo había– que los artistas quisieron darle en su momento. La cajita de Bill Evans, por ejemplo, incluye Trio ‘64, grabado en diciembre de 1963 con Gary Peacock en contrabajo y Paul Motian en batería, A Simple Matter of Conviction, de 1966, con Eddie Gomez y Shelley Manne, Further Conversations with Myself, registrado el año siguiente por Evans sobregrabándose a sí mismo dos o tres veces, Bill Evans at the Montreux Festival, grabado en 1968 con Eddie Gomez y Jack De Johnette, y What’s New, de 1968, donde al trío (conformado en este caso con Eddie Gomez y Marty Morell) se suma el flautista Jeremy Steig.
La selección del material incluido en cada uno de los álbumes es interesante, en tanto agrupa algunos de los discos más famosos con otros menos conocidos y, en muchos casos difícilmente conseguibles por separado (y mucho menos en la Argentina, desde luego). Así, el de Ella Fitgerald contiene dos de los discos conceptuales que, a la manera de Sinatra, registró en 1958, Swings Lightly, con arreglos de Marty Paich y Sings Sweet Songs for Swingers, con la orquesta de Frank De Vol, In Berlin, que registra la actuación del 13 de febrero de 1960 en la Deutschehallen junto a Paul Smith en piano, Jim Hall en guitarra, Wilfred Middlebrooks en contrabajo y Gus Johnson en batería, Hello Dolly, de 1964, nuevamente con la orquesta de De Vol y Whisper Not, de 1966 y con la orquesta de Paich. Billie Holiday aparece representada por Lady Sings The Blues, Body And Soul, Songs for Distingue Lovers, Stay With Me y All or Nothing at All, y los álbumes seleccionados de Miles Davis son todos extraordinarios: And Hornes, Collector’s Items, Blue Haze y dos de los que grabó para Prestige junto a su quinteto con John Coltrane, Walkin’ y Steamin’. También la elección de los discos de Coltrane es notable: Soultrane, Lush Life, Dakar, Bahia y The Last Trane.