La historia la contó Pedro Marchetta cuarenta años después. Pasó en agosto de 1976, pero se conoció con bastantes detalles en 2016. Salió en el libro El Negro, su biografía dialogada con los periodistas cordobeses Gustavo Gutiérrez y Hugo Caric. El técnico, hoy retirado en Villa Carlos Paz, aporta un par de datos más para redondearla en una conversación telefónica con Líbero mientras sigue los últimos minutos del duelo Del Potro-Nadal. Tenía ganas de hablar. Está muy lúcido pese a que un ACV lo sorprendió en 2006. Se recuperó y su buena memoria la conserva intacta. Tanto, que cuando se transporta al año del golpe de Estado de aquella Argentina arrasada por desapariciones y rapiñas, lo sublevan los recuerdos. Se enoja de nuevo con el policía Roberto Patané que lo interrogaba. Con el genocida Ibérico Saint Jean que planificó el secuestro de su empleador, el contador Juan Amado Gramano, un peronista al que detuvieron con él y que figura en el Nunca Más. Putea contra la dictadura cívico-militar “porque en esa época no sabías si te acusaban de cualquier cosa y te encerraban, o si te pegaban un tiro y no veías nunca más a tu familia”.
Marchetta tiene 76 años y una trayectoria repleta de fútbol, anécdotas risueñas y personajes que describe con una picardía que nunca perdió. Lo que perdió fue su libertad, un sábado a las 9 de la mañana, cuando la policía de Córdoba lo fue a buscar a los hoteles de Embalse. Todavía no era el entrenador consagrado, que comenzaría como ayudante de campo de Alfio Basile en 1980, en el Racing cordobés y subcampeón del Nacional. Trabajaba en gastronomía y al mismo tiempo dirigía al Atlético Río Tercero. En el libro recuerda que “ganaba buena guita y los jugadores estaban concentrados en una hostería mía que se llamaba La cabaña del Tío Tom, ya que al día siguiente jugábamos contra Huracán de Tancacha”.
Dice ahora que estuvo preso seis meses “por el solo hecho de trabajar junto con Juan Amador Gramano, detenido entre abril de 1976 y diciembre de 1977. Saint Jean se la tenía jurada porque le había ganado una concesión en los 70, antes del golpe. El contador era ligerísimo para los negocios y como era muy peronista sabía que lo iban a ir a buscar”. Gramano murió al poco tiempo de salir de prisión. “Lo secuestran en Buenos Aires por subversión económica, se dedicaba al turismo y nunca le pudieron probar nada, era millonario y lo fundieron, cuando salió no tenía nada”, recordó en un juicio de lesa humanidad otro detenido, Héctor Ballent, quien compartió celda con él en el centro clandestino Coti Martínez.
En El Negro, publicado por Ediciones Recovecos y que el entrenador presentó junto a los periodistas y el ex delantero Oscar Dertycia confiesa que se veía venir su detención “porque manejaba casi todo en la empresa y a todos les preguntaban quién daba las órdenes y respondían: Marchetta, Marchetta, Marchetta. ¡Y adentro Marchetta!”.
Pasó primero por la delegación de la Policía Federal en Río Cuarto. Estuvo unos días preso y lo trasladaron a Buenos Aires, donde el cautiverio siguió entre el Regimiento Motorizado de Parque Patricios y el Departamento Central de Policía en la calle Moreno. “Ahí me vino a visitar Roberto Perfumo, con el que éramos amigos desde los 14 años, cuando comenzamos en las divisiones inferiores de Racing. El había salido bicampeón con River en el 75. Era un tipazo, por eso me dolió tanto su muerte hace un par de años. También había sido solidario conmigo Anacleto Peano, otro compañero de Racing que cuando se enteró que estaba detenido en Río Cuarto me fue a ver”.
El Negro recuerda que esa contención le permitió sobrellevar sus días en prisión. También que invitó a pelear a un policía de apellido Patané y que zafó por un coronel de apellido Flores Jouvet, que figura en el informe de la Conadep. “El tipo pidió mi legajo para revisarlo, pero la policía me quería cagar y un subcomisario le insistía para que me interrogaran. Al final me dejaron ir. ‘Volvé a Córdoba, pero cuando estés en Buenos Aires me avisás’, me dijo el milico… Cuando agarré la dirección técnica de Los Andes en 1983 un tipo me llamó por teléfono para saludarme: era este coronel Flores Jouvet”, comenta en el libro. El militar también aparece en el testimonio de los hermanos Alejandro y Carlos Iaccarino, empresarios que estuvieron detenidos-desaparecidos y que perdieron todo a manos del régimen cívico-militar. Hasta hoy siguen reclamando sin éxito un resarcimiento económico del Estado por el patrimonio que les arrebataron.
Marchetta perdió el rastro de Gramano en 1977, pero se sabe que aparece nombrado en el juicio que condenó al sacerdote Christian Von Wernich por crímenes de lesa humanidad. Estuvo detenido en centros clandestinos junto al periodista Rafael Perrota, el ex presidente de Racing y secretario de la gobernación bonaerense, Juan De Stéfano y el periodista Jacobo Timmerman. Le dice ahora a este cronista que “él podía haber zafado porque tenía una carta de un conocido del general Viola, pero no le dio bola. Nos sacaron la concesión de gastronomía antes de que nos detuvieran y también perdimos entre 400 mil y 500 mil dólares de la época. Saint Jean se ensañó con él”. Caric agrega que el técnico sufrió otra secuela por aquella experiencia en dictadura: no pudo ir a ver ninguno de los partidos del Mundial 78.
“Yo era militante peronista por descendencia y convicción. Mi libro de cabecera siempre fue el Manual de Conducción Política de Perón”, dice el técnico, quien se reivindica amigo de Carlos Menem y Eduardo Duhalde pero toma distancia de Mauricio Macri, a quien solo conoce del fútbol. Hace ya dos años, cuando se publicaron sus conversaciones con los dos periodistas cordobeses, pronosticaba lo que se veía venir: “…va a ser muy bravo esto: se abrió otra vez la importación, se cayó abruptamente el empleo y los jubilados siguen sin ganar un mango, y éste sigue hablando de renovación, de segundo semestre, de pobreza cero. Si seguimos así, en poco tiempo va a haber muchos más pobres en el país, y la gente se va a comer las raíces”.
El ex técnico de Racing, Independiente, Vélez, Rosario Central –con el que consiguió el ascenso a Primera en 1985–, Belgrano, Talleres, Instituto y Platense, entre otros equipos, se refugió en Carlos Paz. Sigue el fútbol y las carreras de caballos –sus dos pasiones– desde ahí y siempre se acuerda de dónde salió: de los potreros de Lomas de Zamora que lo llevaron hasta la Primera de Racing en abril de 1962. Tampoco se olvida de aquella detención en el 76 porque le hizo bajar 18 kilos. Ni del momento cuando se lo llevaban detenido. Sus hijos y su señora lo miraban desde una ventana.