Los más de 70 cubanos que se encuentran en un albergue de Cáritas de la capital panameña pidieron ayer a Estados Unidos que haga una excepción con los que salieron de la isla antes de la derogación de la política migratoria “pies mojados/pies secos” y están cruzando Centroamérica. “Solo pedimos que hagan una excepción con los que estamos en camino, en tránsito, que nos dejen seguir, que no apliquen la medida inmediatamente y nos den un plazo para llegar a Estados Unidos”, indicó la joven Yancys Ricars, quien salió de Cuba a principios de diciembre junto a su madre y su hija.
Estados Unidos y Cuba anunciaron el jueves un acuerdo migratorio que elimina con efecto inmediato la política “pies secos/pies mojados”, que se adoptó en 1995 y que daba a los cubanos la posibilidad de obtener la residencia permanente un año después de llegar a Estados Unidos, incluso si lo hacían ilegalmente, siempre que no fueran interceptados en el mar.
“Yo prefiero pasar mil veces la selva del Darién (frontera natural entre Colombia y Panamá) que volver a Cuba. Que nos dejen llegar a Estados Unidos, por favor!”, clamó el habanero Ulises Ferrer, quien llegó a este albergue con su hija de 4 años y su mujer embarazada hace casi dos semanas.
El nuevo acuerdo también puso fin a un programa de alivio migratorio que permitía solicitar asilo a profesionales médicos cubanos que abandonaran sus misiones internacionales o que cursaran estudios en el exterior, iniciado en 2006 y conocido como “Programa de Parole para Profesionales Médicos Cubanos” (CMPPP). “Ustedes son los que van a pagar los platos sucios de este acuerdo migratorio”, dijo a los cubanos hospedados en el albergue panameño el director de la Pastoral Social de Cáritas Panamá, Víctor Berría.
La medida anunciada el jueves era una larga demanda del Gobierno de la isla, que busca frenar el éxodo de cubanos de los últimos años, agudizado a raíz del deshielo diplomático y que hace un año provocó una crisis humanitaria en Centroamérica. Miles de isleños se quedaron entonces varados en Panamá y Costa Rica, porque Nicaragua les cerró la frontera alegando razones de seguridad nacional, y la situación llegó a ser crítica.
Según datos del Servicio Nacional de Migración de Panamá, el país centroamericano recibió en 2016 más de 27.000 migrantes irregulares, la mayor parte de ellos cubanos, aunque también haitianos, africanos y asiáticos. En medio de la crisis migratoria, los cancilleres de 9 países latinoamericanos, lugares de tránsito de los migrantes, enviaron una carta al secretario de Estado estadounidense, John Kerry, en la que pidieron a Estados Unidos revisar su política migratoria con relación a Cuba. Actualmente, las autoridades locales calculan que los cubanos que están atravesando Panamá no superan los 200, casi la mitad de los cuales se encuentran en este albergue.
“El futuro de los cubanos deportados va a ser más negro todavía. No nos van a dar trabajo, nos van a dejar sin casa… No vamos a tener nada”, denunció por su parte Osvaldo González.
Como parte del acuerdo, el Gobierno cubano se comprometió asimismo a recibir a todos sus nacionales deportados por tratar de entrar ilegalmente en Estados Unidos.
El Gobierno de Panamá no se ha pronunciado oficialmente sobre la situación actual ni el futuro de los cubanos que se encuentran en tránsito en el país.
El repentino fin de la política que amparaba desde 1995 a los cubanos que lograban poner pie en Estados Unidos generó ayer en Miami otra catarata de opiniones a favor y en contra, temores de un éxodo masivo desde Cuba e incertidumbre sobre lo que sucederá con los que lleguen a partir de ahora. No es por casualidad que varios medios locales publicaron ayer artículos con títulos como “Todo lo que necesita saber sobre los cambios en la política migratoria de Estados Unidos hacia Cuba”. Desde hace más de cinco décadas algunos cubanos en Estados Unidos pasan días esperando en secreto la llegada de familiares que deciden abandonar la isla y estos días no son una excepción.
Precisamente la Guardia Costera, que desde el pasado 1 de octubre interceptó a más de 1.800 cubanos que trataban de llegar a Estados Unidos por mar, se dirigió ayer a los cubano-estadounidenses para pedirles que “desalienten a la gente de Cuba” de hacer un viaje “peligroso e ilegal”.
En un comunicado, los guardacostas estadounidenses subrayaron que “mantienen una sólida presencia en el estrecho de Florida, el Caribe y el Golfo de México” y que sus navíos, lanchas y aviones, dotados de un personal “altamente preparado”, siguen dispuestos a “detener cualquier intento de inmigración ilegal a Estados Unidos”. El comunicado advierte a quienes intenten llegar por mar que serán “detenidos y repatriados” de acuerdo con lo que dicen la ley estadounidense y los acuerdos internacionales.
No hay por ahora informaciones de cubanos llegados por mar después del anuncio del fin de la política conocida como “pies secos/pies mojados”, pero, según canales de televisión, el ingeniero Yuniesky Marcos Roque y su hijo Kevin, de 7 años, fueron los últimos cubanos que entraron por tierra, por un cruce en Texas, amparados en esa política que ya es historia.
El presidente saliente de Estados Unidos, Barack Obama, al anunciar este jueves el cambio, que abarca también un programa específico para médicos cubanos, lo encuadró en el proceso de normalización de los lazos con Cuba iniciado a fines de 2014.
Dicho proceso, que llevó al restablecimiento de las relaciones diplomáticas bilaterales en 2015, lejos de detener el flujo continuo de cubanos a Estados Unidos, lo incrementó, según los datos de los organismos oficiales estadounidenses.