Fue más o menos directamente como un resultado de mi visita al estudio de Piet Mondrian en 1930, y después de ver todos sus triángulos de color desplegados en la pared, que mi primer trabajo abstracto se basó en el concepto de relaciones estelares. Desde ese momento, ha habido variaciones de este tema, pero parece que siempre vuelvo a él, de alguna forma u otra. Si bien lo ligero de una superficie o pieza sólida perforada o dentada es extremadamente interesante, la falta de peso superior en el núcleo desplegado lo es mucho más.
Llamo núcleo a cualquier esfera u otro tipo de forma que utilizo en estas construcciones, ya que estas mismas no representan necesariamente un cuerpo de determinado tamaño, forma o color, sino más bien un sistema de cuerpos más minucioso, una condición atmosférica, incluso un vacío. En esencia, la idea de que uno puede producir cualquier cosa que pueda concebir.
Para mí, lo más importante en la composición es la disparidad. Así, el blanco y el negro son los colores fuertes, mediante una mancha roja que marca la otra punta de un triángulo que no es equilátero, isósceles o recto. Para profundizar esto, utilice amarillo y luego, azul. Cualquier alusión de simetría es decididamente indeseable, excepto posiblemente cuando una simetría aproximada es utilizada en un detalle para realzar la desigualdad en el esquema general.
[…] El alambre, las varillas y las chapas metálicas son resistentes, incluso en versiones más débiles, y responden rápidamente a cualquier tipo de trabajo al que se los pueda someter. Los contrastes en masa o peso son posibles a partir del calibre o del tipo de material utilizado, de modo que las leyes físicas, así como los conceptos estéticos, pueden convivir. Es claro que existe una alianza fuerte entre la física y la estética.
La resistencia y la durabilidad en la escultura son objetivos deseables. Sin embargo, el refinamiento y la delicadeza pueden ser aún más esenciales para el concepto general, y es por eso que será necesario decidir cuáles de estas particularidades controlarán el diseño.
También existe la posibilidad de usar movimiento en un objeto como parte del diseño y de la composición. Así, en cierto modo, la escultura se convierte en una máquina, y será necesario diseñarla como tal para que las partes móviles tengan una solidez razonable. Incluso son máquinas aquellas esculturas diseñadas para ser propulsadas por el viento, y deberían consideradas de ese modo, como también estéticamente.
No obstante, el elemento mecánico jamás debe controlar la estética. En conjunto, es mejor obtener máquina pobre y una buena escultura.
* Fragmentos del texto “Una propuesta para medir un móvil”, incluido en el catálogo de la exposición (traducción de Josefina Bianchi).