A Noelia Ponce no le gusta cocinar. “Cocino por obligación”, dijo a PáginaI12 la joven santafesina a la que dieron dos cocinas en los dos años consecutivos en los que obtuvo el primer puesto en la jineteada femenina del Festival Nacional de Doma y Folklore de Jesús María. “Cocino por obligación”, responde como podrían responder miles, millones y millones de mujeres en el mundo, sobre quienes recae el trabajo doméstico no pago –que otros llaman “amor”– sobre el que se levanta la economía de los países. Más que por sus destacadas virtudes a la hora de montar potros bravos, Noelia se hizo famosa en las últimas horas por el emblemático artefacto doméstico que le otorgaron entre los premios que recibió.
- Mensaje. Aunque los organizadores aclararon que el jinete campeón también recibe uno –pero, claro, no una cocina–, lo que despertó polémica en medios y redes sociales fue el premio que fuera eso: una cocina. El artefacto, donado por un sponsor, parecía incluir un mensaje invisible pero indeleble: en un ambiente bien de machos, como el gauchesco, que la dama vuelva a ese lugar de la casa del que nunca debió salir y al que han sido confinadas las mujeres por siglos en una cultura patriarcal que se viene aprovechando y mucho de esa división sexual del trabajo.
- Burlas. Noelia tiene 24 años. Compite desde los 6 años, pero habitualmente lo hace con jinetes varones porque en las domas de pueblo no suele haber categoría femenina, cuenta a este diario. “Al principio por ahí se burlaban, porque era mujer, pero más de una vez les gané a los chicos”, recuerda. Y no se rieron más de ella. Ahora, dice, “nunca me dicen nada”. Aunque siguen siendo pocas las jóvenes que participan de jineteadas.
- Hermanas. Su papá, Juan Ponce, le enseñó de chiquita a montar, primero ponys, igual que sus otros hijos: en total seis, tres mujeres y tres varones. Tres se destacan en las domas: dos de ellos, son mujeres. Analía, de 20 años, salió segunda en Jesús María, detrás de Noelia. Don Juan se consagró campeón en el 86 en el mismo festival cordobés.
- Pony. Noelia es ama de casa. Está en pareja. Su compañero es albañil. También monta y bastante bien, dice ella. Tienen un hijo de 5 años. Lo llevan ya a jineteadas y compitió dos veces, en pony. Pero todavía al niño le da un poco de miedo, cuenta Noelia. La familia es del municipio de San Jorge, en el centro oeste de la provincia de Santa Fe. Noelia vive con su pareja y su hijo en la zona que limita entre la ciudad y el campo.
- Premios. Como premio, además de la cocina, en el Festival de Jesús María le dieron $ 25 mil pesos y una medalla de plata. Mucho menos que los $ 45 mil que embolsará el ganador masculino y la medalla de oro que se llevará a su casa. Pero Noelia no se queja. Dice que es razonable, porque ellas, las únicas 9 mujeres que compitieron –de Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires, y una de Brasil y otra de Chile– montaron tres noches, y los hombres lo hacen durante 8 noches. La santafesina ganó la categoría “Criolla Argentina”, que se incorporó al famoso festival recién en 2015. Para la prueba, deben permanecer al menos 8 segundos arriba del caballo. “En la primera noche solo aguanté seis”, contó. Las otras dos noches, sí, cumplió con el tiempo que se exige. El jurado evalúa y pone puntaje si se agarran con una sola mano y a la vez castigan con el rebenque al animal. El sponsor no accedió a cambiar la cocina por otro artefacto doméstico como ella pidió, ya que es el segundo que le dan. “Voy a ver si la puedo vender”, dijo a este diario. Pero aclaró que al ganador de los últimos tres festivales, Ricardo Pucheta, le dieron un lavarropas cada año. En las jineteadas de los pueblos vecinos, en Santa Fe, adonde van en familia los domingos, los premios rondan entre 3000 y 4000 pesos. Ahí no dan cocinas. No suele haber mujeres en las competencias.