Una, dos, tres veces declaró Stella Hernández sobre los detalles de su secuestro y cautiverio en el Servicio de Informaciones, el centro clandestino más grande de la región, que estaba en la ex Jefatura de Policía. Lo hizo desde los primeros años de la democracia y volverá a hacerlo hoy ante el Tribunal Oral Federal Nº 2, en Oroño al 900. “Espero que sea la última, ya está”, decía ayer, mate en mano, y en un respiro tomado en la cocina del Sindicato de Prensa Rosario. Venía de una asamblea. Pasaron cuarenta y dos años desde su detención en enero de 1977. Por esa época, con 19 años, militaba en la JP y hacía trabajo territorial en la Villa Magnasco, junto al Saladillo, enseñando a los chicos del lugar. La llevaron al Servicio de Informaciones donde estaban las bestias, lo peor de la especie humana, entre ellos Mario Alfredo ‘el Cura’ Marcote, ahora imputado por su violación. Cuando declaró por primera vez ante el TOF N° 2, el 1° de diciembre de 2010, en el marco de la causa Díaz Bessone, esta acusación quedó incorporada a la figura de los tormentos. Stella salió y en el medio de tantos abrazos y lágrimas, aceptó el altoparlante que se le ofreció en el acto de acompañamiento a las víctimas de la dictadura militar y redobló la apuesta de manera pública. “Marcote, yo te acuso y te seguiré acusando como violador serial”. Estaba sofocada por el calor de ese diciembre, conmocionada, convencida de que todas las violencias y abusos que sufrieron las mujeres durante la dictadura fueron un plus, un más por razones de género. Se había sacado una pesada mochila de su espalda, algo que muchas veces le cortaba la voz, como si todo lo vivido estuviera atravesado en su garganta. Y siguió el trabajo conjunto con las abogadas querellantes Gabriela Durruty y Jésica Pellegrini. Es la primera vez que la violencia sexual ejercida por los represores, en este caso específico por Marcote, se juzga en la jurisdicción como delito de lesa humanidad. Mientras ‘el Cura’ está en Ezeiza, tendrá que escuchar cuanto ella tenga para decir, porque los sucesos e imágenes del pasado se instalaron en el presente para ser narrados, sucesivos y completos por el ejercicio de poder como represor y como macho.
-“¿Por qué Marcote es el violador serial del SI? –le pregunté-- ¿Y los otros?”. --También, pero para “el Cura” la violación era casi una especialidad. En unas horas hablará de su caso, lo hará también por otras mujeres que ya no están, por las que no pueden hacerlo todavía. Por eso aparece tanta presión, tiene que recordar todo, a cada una, a cada uno. Atesora sobrados recursos simbólicos para hacerlo y profundas convicciones, aunque vuelva la conmoción, el sueño que no puede conciliar. Stella Hernández es mi compañera, compartimos con muchos más la responsabilidad de la dirección del Sindicato de Prensa Rosario. Ella es secretaria de Organización de SPR y secretaria de prensa de la CTA de los Trabajadores Rosario. La escucho y tiemblo, se me hace un nudo en la garganta con una mezcla de angustia y odio. Me genera respeto, admiración. Ella necesita Justicia, todas necesitamos que, finalmente, Marcote sea condenado también por el caso S.H. Le digo que tengo en mi memoria su relato acerca de cómo las detenidas cantaban cuando estaban en la Alcaidía de Mujeres, en el lugar del pabellón asignado a las presas políticas. Y que ella cantaba las canciones de Serrat. “Éramos más de 20, mujeres grandes”. “¿Como nosotras ahora?”, la interrumpo y reímos. “Madres que buscaban a sus hijos, chicas embarazadas, bebés que nacieron allí”. Aparecen los nombres de Tomasa Verdún, de las chicas que trabajaban en el Swift, de las que integraron la comisión interna de Estexa, de María Inés ´Nené Luchetti de Bettanin que tuvo a su hija Cristina en cautiverio, de Juani Bettanín. “Como no teníamos nada, ni un libro ni recreos, cantábamos, recitábamos, nos disfrazábamos con cosas que habían dejado otras detenidas, nos apoyábamos y nos asistíamos, sanas, enfermas… Eso me salvó, eso nos salvó. Cuando el término sororidad se conoció y empezamos a usarlo, me remití a esos días en la Alcaidía. Nosotras tuvimos una profunda sororidad, éramos hermanas, estábamos para todas nosotras”.
La que comienza promete ser una jornada de mucha emoción en la que Stella volverá a poner su cuerpo, su alma, su fuerza, sus emociones. El SPR convocó a las más amplia participación para acompañarla y también el Movimiento de Mujeres. La militancia que cada unx elije será protagonista en la puerta de los Federales. Y viene muy bien la reflexión de Gabriela y Jésica, las abogadas, a la vez militantes de Ciudad Futura, cuando dicen que “los juicios son una construcción colectiva y en la lucha de Stella y por su caso convergen diversas reivindicaciones que vinculan la batalla contra la impunidad de ayer y por la expansión de derechos de hoy. Con esa mirada fue propuesta Majo Gérez como testigo de cargo, será un punto de unión entre lo de ayer y lo de hoy”. Se me ocurre que Stella podrá cantar mucho cuando salga.