Cuando me dijeron que tengo que estar en La Matanza 8.30 AM casi pierdo la mandíbula, había adelantado un “sí, yo lo cubro” con la intención de volver a recorrer esos territorios donde me era mucho más fácil que Diana nos convocara y Lohana, que conocía, me guiara contándome historias. Mi capacidad para la topografía del conurbano es terrible y odiaba las indicaciones del tipo: Llegás a la estación y preguntás, todo el mundo conoce. ¿A quién? ¿Al nigeriano? ¿La ama de casa? ¿El pibe? ¿El universitario con cafecito en vaso londinense o la universitaria de a pie? Nadie sabe nada, todos están en algún sitio diferente transportados por la web. Pero llegué, tipo 9.15, gracias a una señora tocándome el hombro: “¿vos te bajabas en la universidad?”. ¡Gracias! A unas cuadras de allí el punto buscado, imposible perderse. La ley cortaba la calle y era todo un territorio teñido de verde y juventud. Ya ingresada se distinguían otros colores y otras edades. Saludé amigas en la esquina de ingreso y en el interín a inscribirse en la escuela (de las cuatro dispuestas para el Encuentro), las voces me tiran un “son 21 Encuentros que se vienen realizando en 25 años”. Esa discontinuidad muestra lo dificultoso y el aprendizaje adquirido. 

Pero parece haber un desafío nuevo que provoca temor: dos incendios por apagar y yo sin el traje de bombera... Escucho (porque el buen chisme nunca se desdeña) “que no se pudra si se encuentran abolicionistas con trabajadoras sexuales” y también: “agarrate que se arma una de travestis versus masculinidades trans”. 

Esto está crudo aún y voy tras la referente de comunicación pues hay restricciones para la prensa. ¿Cuáles son? En los talleres no tomar fotos si alguien no autoriza. Sí, aún hoy hay pibas y mujeres que se escapan con excusas para encontrarse con otras a politizar el amor propio. Camino la feria queriendo comprar todo, parches, libros, pins, un bolso estampado con la mítica foto “We can do it!” que tiene un modelo masculino con bebé en brazos.

Gala Abramovich
IZQUIERDA: LA ACTIVISTA FLORENCIA GUIMARAES Y LA PASTORA GABRIELA GUERREROS CANTAN AL CIERRE DEL ENCUENTRO.

¿PRIMERA VEZ?

Entre tanta piba dos varones llaman la atención. ¿Primera vez? Sí, dicen que les no-binaries estamos convocades, sus sonrisas de oreja a oreja hace sosa la pregunta de cómo lo viven. ¿Pero a qué taller quisieran ir? Al de corporalidades y sexualidades no binarias. Bien. La mariposa de mayor desenfado pega un grito. Está llamando a otra que se acerca, saluda, arreglan donde verse y se retira. Tiene un grupo de pertenencia y cosas que arreglar con las pibas. Como en la vida misma, pienso, la mariquita en el rebaño de libélulas. Me encuentro con Luciana, consejera en una institución de recuperación en adicciones, pero viene más urgida por sus niñes, es mamá de una pero con otras niñeces alrededor que exigen estar a la altura de sus sueños. También yo quiero ir al taller de niñez trans. Hay otro de adolescencias, corporalidades, no binaries. Todos en simultáneo.

Se viene el llamado a la apertura oficial donde nos encontramos con travas conocidas el grupito de Mónica Aguirre del Frente de Igualdad del Movimiento Evita de Pilar súper calurosos saludos junto a Iara Otonel de Putos Peronistas, que vino a ver a su mamá y el alboroto la llamó. Mónica me tira la posta, con las niñas está luchando para que no ingresen a las drogas (o sea que en calle y prostitución ya están). El VIH a ese punto no es más que otro tema pero sin urgencia pues lo que circula, lo accesible, barato y que tapa el hambre físico y espiritual es la pasta base y sabemos por experiencia que ésta no da el tiempo que puede brindar la coca o el alcohol, cada pipazo es un escalón de los poquitos que te llevan al risco desde donde desbarrancamos en caída libre sin stop. Agrega que las niñas son conurbanas, de otras provincias hasta una que rescataron de redes de trata, brasileña ella, la tienen de casa en casa por falta de albergue estatal donde recurrir. Cuenta que no hay mínima asistencia en los hospitales atestados de personas que los emplean para dormir, por atención tienen que ir a otros distritos incluso mover hasta capital. Que las viejas no tienen donde caerse muertas con un mínimo de dignidad y están pensando salir por carnicerías y verdulerías de la zona para gestionar ollas populares para al menos dos días de las siete largas 24 horas de la semana. Que el cupo laboral cajoneado como está no es más que una muestra clara de la intención provincial y municipal por olvidarnos, se están capacitando en costura y moldería con una compañera pero en absoluta autogestión. Tita, que así la llamamos quienes la conocimos de niña, habla de niñas en clave trava, yo entiendo que no son los 18 años una pregunta viable por fuera de la hetero-comodidad. 

Me dispongo a ir a las charlas, la masa impone “Pensamiento Travesti” de Lohana Berkins y cuadernillo en mano observo que hay un subtítulo al encuentro “El tiempo de la revolución feminista es ahora”. Si quisieron traer a la Berkins, les voy a marcar que a las personas muertas se las cita, no se las habla. Pero quizás es algo que surgió sin saber que Loha lo dijo antes… La charla con semejante personaje en cuestión da para que sin tanta preparación previa de todos modos salga bien y emociona escuchar que las nuevas generaciones la pidan, la exijan como material de estudio en universidades y que docentes universitarias digan que la emplean tanto como que las travas resalten su figura y la de la Sacayán.

Gala Abramovich
ABAJO: UNO DE LOS TALLERES MÁS CONCURRIDOS FUE EL DE FEMENEIDADES TRAVESTIS Y TRANS.

AFUERA HAY RUIDO 

Se vienen los talleres. Nos comemos unos panes rellenos riquísimos con ex alumnes de la UNGS y me encuentro en la feria, vendiendo medias a una mariquita de Hurlingham que entre sus tragedias cuenta que paga más de luz que lo que cobra por el alquiler de un garage y que hay unos pibes que la agreden, su barrio se ha tornado más hostil y que en la comisaría se le ríen pues conocen a los agresores. Y hablando de agresores un chongo trans es acusado a viva voz por una trava de no sé qué violencias por lo que habría tenido que correrse de espacios políticos. El chonguito en cuestión no quiere salir del aula (al lado hay una de masculinidades trans y aquí serán activismos de las feminidades travestis y trans). Una compañera me pregunta si no me molesta ir un ratito a la radio abierta. Vamos, que este show no me lo como, tengo una batería de excusas falsas pero convincentes. Lo cierto es que estoy frágil. Camino territorio cargado de registros amorosos con amigas que hoy no están. Aún estoy duelando y no me da ganas. Y sin embargo pienso, en las mezquindades de los egos, sus pobrezas históricas ante exigencias de viejas estructuras y modos partidarios, las desesperaciones por agendas e ideas, en las herencias de apellidos, en la tutela de los bronces. ¡Uf! Muy heterosexual me suena todo y muy macho veo esto de andar meando los territorios para que se enteren que acá las hembras son tuyas. Más preocupante aún es que no se sepa actuar grupalmente, sentarles en asamblea y que argumenten: ¿Por qué nos hacen perder el tiempo en estas rencillas? ¿Qué hay detrás de todo? ¿No suscriben a lo de que el tiempo de la revolución es ahora? Se nos está poniendo en un lugar de mierda. ¿Tenemos que ser juezas? ¿Ponernos la gorra? Capaz que siempre a la revolución se la piensa en abstracto, fuera de nosotres. Afuera hay ruido. Me encanta ver mariposas habilitadas para el revoloteo, están sonrientes, las chicas lograron estos espacios libres de taxidermistas en búsqueda de nuestras raras e inocentes bellezas y quiero rescatar eso y que la politiquería no arruine la fiesta.