En 2016 se realizaron emisiones en moneda extranjera por un total de 52.600 millones de dólares. Como 4931 millones fueron Letras del Tesoro que vencieron a lo largo de ese año, el stock restante asciende hasta 47.700 millones, de los cuales siete de cada diez fueron emitidos por el Estado Nacional. Las colocaciones a cargo del equipo de banqueros del Palacio de Hacienda llegaron hasta los 34.642 millones. La reinserción del país en los mercados internacionales aceitó también operaciones de provincias por 7042 millones y emisiones de las grandes empresas que acumularon 5879 millones. Un informe del Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala indica que la deuda de mercado argentina muestra un crecimiento de 32 por ciento. El ministro de Finanzas, Luis Caputo, asegura que el incremento en los niveles de endeudamiento no presenta riesgos para sustentabilidad del sector externo. El funcionario buscará el próximo jueves concretar la primera colocación del año en el mercado internacional por hasta 5000 millones. La operación será complementada esa misma jornada con una emisión en moneda local equivalente a 2000 millones de dólares y la integración de un préstamo de corto plazo con seis bancos extranjeros por 6000 millones de dólares, lo que totalizará 13 mil millones.
El quiebre con la lógica del desendeudamiento que le permitió al gobierno anterior ampliar el espacio para impulsar políticas de expansión de la demanda interna y el regreso a los mercados financieros con el nivel de endeudamiento anual más importante de las últimas dos décadas para un país en desarrollo fue complementado con un profundo proceso de desregulación de los movimientos de capitales (“quite de trabas”, en el lenguaje oficial). El ministro Caputo aseguró el jueves que la reinserción plena del país en la lógica del sistema financiero internacional no solo no incrementa la vulnerabilidad sino que permitirá desarrollar el mercado de capitales local y mejorará las condiciones de financiamiento para las pequeñas y medianas empresas. “La deuda con el sector privado y organismos internacionales es la más baja de la región, está lejísimos de cualquier número preocupante”, asegura el funcionario que exprimió al máximo los escasos niveles de endeudamiento externo heredados.
El recetario que propone Caputo tiene como consecuencia natural una expansión en la oferta de crédito para las pymes. “Vamos a poner mayor foco en el mercado local que internacional. Queremos empujar el desarrollo del mercado local de capitales”, aseguró el funcionario ascendido a ministro tras la salida del gobierno de Alfonso Prat-Gay. “Aunque existen discusiones sobre si tendríamos que pagar un punto más o un punto menos, las tasas que paga la Argentina, las provincias y las grandes empresas son las más bajas en mucho tiempo pero las pymes no tienen acceso a esas condiciones. Hace un año estábamos en default. El debate sobre los puntos de la tasa nos importa muchísimo pero más nos interesa que haya financiamiento”, consideró Caputo durante un encuentro con periodistas al minimizar que, a pesar de las abultadas colocaciones y concesiones a los inversores financieros internacionales, las tasas de interés que paga el país sean más elevadas.
“Más allá del éxito del sinceramiento, lo más importante es que hay un montón de plata regularizada que estaba afuera escondida no declarada y nuestra expectativa es que paulatinamente la gente va a traer estos fondos para financiar al gobierno, sector privado o pymes”, consideró Caputo que también celebró que la inclusión de bonos en pesos del país en un índice de referencia del JP Morgan ampliará la demanda de títulos locales. Incluso si el proceso de liberalización y endeudamiento no resulta en un escenario de mayor inestabilidad macroeconómica, el recorrido prometido por el funcionario como consecuencia del ingreso de fondos del blanqueo y la llegada de inversores financieros extranjeros desconoce el rol que juega el consumo interno para impulsar la demanda de crédito entre los empresarios argentinos. Pero, además desconoce los escasos niveles de bancarización de las pymes locales y la renuencia del sistema financiero para financiar proyectos productivos a mediano plazo y tasas accesibles. Los bancos prefieren financiar los más créditos personales y operaciones de comercio exterior. Recién cuando el Banco Central o la Superintendencia de Seguros establecieron exigencias para que las entidades financieras destinen una porción del crédito a la economía real fue que el financiamiento destinado a esas actividades comenzó a incrementarse. Esas medidas no resultaron en un boom inversor pero ampliaron las herramientas disponibles en un mercado reducido y sesgado.