El papa Francisco decidió convocar a una reunión extraordinaria de obispos presidentes de conferencias episcopales de todo el mundo sobre el tema de “la protección de menores”, según el anuncio hecho ayer en el Vaticano por la vicedirectora de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Paloma García Ovejero. La vocera transmitió a los periodistas acreditados que la determinación del Papa fue adoptada “después de escuchar al Consejo de Cardenales” (el llamado C9) que estuvo reunido en Roma en los últimos días.
La determinación del papa Bergoglio surge como una respuesta directa a las recurrentes revelaciones sobre abusos sexuales cometidos por ministros de la Iglesia Católica que se han registrado en distintas partes del mundo, pero de manera particular en las últimas semanas en los Estados Unidos. Es también el reconocimiento de la importancia que el Papa le asigna al problema, la decisión manifestada en distintas ocasiones de tomar determinaciones para ponerle fin a los crímenes, escuchar a las víctimas y atender sus demandas.
La reunión del Papa con los obispos presidentes de conferencias episcopales se celebrará en el Vaticano del 21 al 24 de febrero de 2019.
Pero antes de esa fecha el Papa seguirá teniendo diálogos y consultas directas con los obispos sobre este tema. Hoy mismo Francisco se encontrará con las máximas autoridades del episcopado de Estados Unidos, de acuerdo a lo confirmado por el portavoz del vaticano Greg Burke. Según anunció el vocero participarán de la reunión el cardenal Daniel DiNardo; arzobispo de Galveston-Houston y presidente de la conferencia episcopal de los Estados Unidos (USCCB), junto con el cardenal Seán Patrick O’Malley, arzobispo de Boston y presidente de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores. Estarán también el arzobispo de Los Ángeles, vicepresidente de la conferencia episcopal, José Horacio Gómez y el secretario general, el obispo Brian Bransfield.
La reunión se concreta después de la publicación de una carta del ex nuncio apostólico en Estados Unidos, cardenal Carlo Maria Viganò, quien culpó al papa Francisco y a otros miembros de la jerarquía de la Iglesia de encubrir las acusaciones de abusos sexuales contra el ex cardenal Theodore McCarrick. En su nota Viganó pidió la renuncia del Papa y posteriormente el arzobispo de Filadelfia, Charles Chaput, demandó la cancelación del Sínodo Mundial de Obispos sobre la juventud previsto para el próximo octubre para que en su lugar se convocara a todos los obispos del mundo para discutir el tema de los abusos sexuales.
Ayer el cardenal Donald Wuerl, arzobispo de Washington, escribió una carta a sus sacerdotes para anunciarles que pretende viajar a Roma dentro de poco para discutir con el Papa acerca de su renuncia. En un reciente encuentro privado con Francisco el cardenal había recibido la indicación papal de revisar la situación y las actuaciones de sus sacerdotes sobre cuestiones relacionadas con abusos.
Wuerl fue nombrado arzobispo de Washington por Benedicto XVI en 2006, después de aceptar la renuncia del entonces cardenal Theodore McCarrick, sancionado por Francisco y a quien se le impidió ejercer el ministerio público al concluir una investigación a raíz de una denuncia de abuso “creíble y comprobada” contra un menor en Nueva York en los años setenta. Posteriormente McCarrick fue obligado a renunciar al colegio cardenalicio.
En relación con la carta de Viganó desde diferentes lugares de la Iglesia se la vio como pieza de una estrategia de los sectores conservadores contra el Papa apoyándose en un tema sensible y queriendo utilizarlo en su contra. Al respecto Francisco prefirió no manifestarse directamente, pero el Vaticano anunció que habría al respecto “necesarias aclaraciones”. Ayer la vicedirectora de la Sala de Prensa de la Santa Sede dijo que todavía no hay una fecha precisa para tales aclaraciones.
Las fuentes vaticanas coinciden en señalar la preocupación de Jorge Bergoglio porque las denuncias de abusos sexuales cometidos por ministros eclesiásticos crece como una bola de nieve afectando en todos los sentidos a la Iglesia Católica Romana. Frente a ello Francisco eligió el camino de la consulta a los obispos, comenzando por el Consejo de Cardenales que él mismo designó como sus asesores directos, organismo que encabeza el secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, y que estuvo reunido en Roma entre el 10 y el 12 de septiembre.
La decisión anunciada ahora de llamar a Roma a los presidentes de la conferencias episcopales sigue el mismo camino de la consulta involucrando para ello en forma directa a los obispos que han sido elegidos por sus pares para coordinar la Iglesia Católica en cada país. De esta forma Francisco pretende, además de buscar soluciones consensuadas para el grave problema que afronta, consolidar los caminos institucionales y generar un espacio de intercambio y de toma de decisiones colectivas entre los obispos responsables de la conducción de la institución católica.
El comunicado del C9 que antecedió al anuncio de la convocatoria de la reunión de obispos señaló expresamente que el consejo de cardenales “ha reflexionado ampliamente junto con el Santo padre sobre los temas del abuso”. Se dijo también que el cardenal Sean Patrick O’Malley “ha actualizado a los presentes sobre el trabajo de la Pontificia Comisión para la Tutela de los menores” y se concluyó señalando que “una vez más, los cardenales han expresado plena solidaridad al papa Francisco por lo que ha sucedido en las últimas semanas”, aludiendo tanto a las nuevas denuncias de abusos conocidas como a la carta de Viganó y las repercusiones posteriores.