Entre tantas dificultades de gobernabilidad, el presidente Mauricio Macri vivirá su remanso de paz el 24 de septiembre. En el Cipriani Wall Street de Nueva York, un lujoso centro de eventos, recibirá el premio honorífico 2018 Global Citizen Award. Se lo entregará la organización Atlantic Council, un think tank estadounidense que mantiene estrechos lazos con la OTAN. Fundado en 1961, lo integran desde Henry Kissinger a Condoleezza Rice, políticos republicanos y demócratas, militares retirados de EE.UU. y ex funcionarios de la CIA. Desde 2007, su presidente es el periodista Fred Kempe, ex reportero del diario económico Wall Street Journal. En el acto en que será distinguido el mandatario argentino por “su dedicación incansable y desinteresada con su país y su gente” también será reconocida con la misma distinción la primera ministra noruega, Erna Solberg, una política conservadora que cogobierna con el Partido del Progreso, una fuerza de ultraderecha. En septiembre de 2014, el New York Times informó que Atlantic Council recibía donaciones de naciones extranjeras. Una de ellas era Noruega, que contribuyó con 5 millones de dólares.
Macri viajará a Estados Unidos para recibir el premio, pero además se reunirá con el presidente Donald Trump, hablará ante la ONU y establecerá contactos con potenciales inversores en la Argentina. La institución atlantista decidió reconocerlo por sus “políticas pragmáticas, el compromiso con la reforma y la revitalización económica, y la renovación de las relaciones con socios internacionales, ejemplificado con la actual presidencia de la Argentina en el G20”. La organización que encabeza Kempe tiene múltiples fuentes de financiamiento que explican el Global Citizen Award. Desde el banco Goldman Sachs al emporio armamentístico Lockheed Martin, o el multimillonario Bahaa Hariri –hermano del actual primer ministro del Líbano– y los Emiratos Arabes Unidos.
La misma distinción del Atlantic Council fue entregada en el pasado a los ex presidentes de Estados Unidos Bill Clinton y George Bush (h), al premier canadiense Justin Trudeau, a la directora del FMI Christine Lagarde y al cantante Bono. Junto a Macri y Solberg será galardonado un empresario multimillonario de origen turco, Hamdi Ulukaya, a quien en EE.UU. se lo conoce como el rey del yogurt. La gala del próximo 24 exige rigurosa vestimenta de etiqueta negra y tendrá como escenario el palacio de arquitectura renacentista Cipriani, cuyo uso ha sido tan diverso que ahí funcionó la Bolsa de Comercio de Nueva York, la Aduana y la sede del Banco Nacional.
En esa escenografía juega de local la organización que premiará a Macri, un grupo de expertos en inabarcables temas internacionales que trabaja junto a la OTAN. Aunque se declara como institución no partidista e independiente del gobierno estadounidense, puede formar un verdadero seleccionado de ex funcionarios de alto rango que ocupan en su staff distintas jerarquías. El periodista y escritor Kempe, veterano de coberturas como el nacimiento del sindicato Solidaridad en Polonia o la invasión de Panamá, es su presidente, pero figuran como directores dos ex secretarios de Estado: el nonagenario Kissinger que acompañó a Richard Nixon y el octogenario Thomas Pickering que trabajó con Clinton. La organización instituyó el cargo de director de por vida que ocupan unos pocos como el general retirado de la Fuerza Aérea de EE.UU. James P. McCarthy o el bisnieto del ex presidente Howard Taft, William Howard Taft IV, un abogado que prestó servicios en distintos gobiernos republicanos. Tampoco faltan los expertos del Centro Scowcroft para Estrategia y Seguridad. Su titular, el general James L. Jones, Jr ejerce la presidencia interina del Atlantic Council.
Una de sus áreas estratégicas es el Digital Forensic Research Lab (Laboratorio de Investigación Forense Digital). El mismo que contrató Mark Zuckerberg, el dueño y fundador de Facebook, para censurar contenidos en su red social a escala global. El acuerdo que firmó con el laboratorio de la institución que premiará a Macri le permitió “identificar, exponer y explicar la desinformación durante las elecciones en todo el mundo, aparte de determinar quienes diseminan información falsa por parte de actores estatales hostiles que promueven contenido divisorio y ataques a informes basados en hechos e investigaciones”.
Las páginas de unas 32 cuentas de Facebook e Instagram fueron suprimidas el 31 de julio pasado porque se las responsabilizó de cometer interferencias a favor de Rusia durante las elecciones de 2016. En la volteada cayeron también las del instituto que encabeza el ex congresista republicano Ron Paul –el mismo que vaticinó el año pasado que EE.UU está al borde de un colapso similar al de Unión Soviética– y la de Telesur. También había otros perfiles censurados que respondían a nombres como Aztlan Warriors, Black Elevation, Mindful Being o Resisters. En Estados Unidos, un fiscal especial, Rod Rosenstein, culpó de once cargos a una docena de presuntos espías rusos por el escándalo atribuido al gobierno de Vladimir Putin.
Al Atlantic Council le interesa por sobre todas las cosas “construir y fortalecer la ya profunda integración económica entre Europa y los Estados Unidos, así como promover el liderazgo transatlántico en la economía global”, reza un Programa de Negocios que difunde en su página corporativa.
La organización que fue denunciada por el New York Times por acuerdos de colaboración poco transparentes como uno con FedEx, la compañía estadounidense de mensajería y paquetería, se defendió por medio de su presidente Kempe: “No hay duda de que el trabajo de los think tanks tiene más credibilidad que el trabajo de los grupos de presión, pero la única forma de preservarlo es a través de la independencia intelectual”, dijo citado por aquel medio en agosto de 2016.
El 7 de diciembre de 2017 en el marco de la XI Conferencia de ministros de la Organización Mundial del Comercio en Buenos Aires, el Atlantic Council presentó asociado con el banco HSBC “Transformaciones de Argentina: Abierta al mundo”. Para la ocasión viajó Madeleine Albright, la ex secretaria de Estado de EE.UU y directora honoraria de la organización que distinguirá a Macri en un par de semanas por su “desinteresada” labor a favor de Argentina.