“Los medios y los miedos” es el lema de Córdoba Mata, V Encuentro Internacional de Literatura Negra y Policial que reunirá a escritores, técnicos forenses, directores de cine, guionistas, periodistas y académicos del mundo, entre los que se destacan Imanol Caneyada (México), Giorgio Ballario y Gianluca Campagna (Italia), David Knutson y Alejandro Meter (EE.UU.), Dauno Tótoro (Chile), Paco Gómez Escribano (España), Eduardo Pérez Vázquez (Uruguay), Miguel Ángel Molfino, Carlos Busqued, Graciela Bialet, Perla Suez, Mariana Enriquez, Eugenia Almeida, María Inés Krimer, Gabriela Cabezón Cámara, Juan Carrá y Guillermo Orsi, entre otros. Mempo Giardinelli y Horacio Verbitsky se encargarán de la apertura de esta edición del festival, que se realizará entre el lunes 17 y jueves 20 en el marco de la Feria del Libro y el Conocimiento de Córdoba, con entrada libre. El ex juez y escritor cordobés Fernando López, creador de este encuentro de literatura negra, advierte en la entrevista con PáginaI12 que “la creación de un enemigo interior forma parte de una estrategia para exhibir como peligrosas la militancia y la solidaridad”.
López, creador de la saga protagonizada por el detective Philip Lecoq –que incluye las novelas Falsa rubia con tacones, Animales de la noche, No te rías si me muero, Todo y nada es la verdad, La suerte tiene sus planes y La ciudad de los desechos–, cuenta que todos los años eligen un lema que les permita organizar la programación. “El de 2015 fue La violencia institucional como disparador de la novela negra y debatimos sobre la relación entre novelística policial y denuncia social. En 2016 fue Femicidios, genocidios y exclusión: ¿crímenes modernos?, y los temas centrales fueron la sombra de las dictaduras en el género negro, las mujeres en peligro entre la violencia y el desprecio, sexo y deseo en los policiales modernos, el veneno silencioso que cae sobre los pueblos fumigados y el comic noir. En 2017, Los libros y las armas, con un homenaje a Rodolfo Walsh, quien fue el iniciador mundial de la non fiction y no Truman Capote, cuyo A sangre fría apareció varios años después de Operación Masacre”, recuerda el escritor cordobés.
–Esta edición se hace en un momento muy crítico, posdevaluación, con un dólar a 40 pesos y la sensación de que las condiciones económicas empeorarán, que habrá más recesión y caída del consumo. ¿Hay una política oficial del miedo que plantea que no hay más remedio que ir al Fondo Monetario Internacional y que si no estuviera Mauricio Macri como presidente la crisis hubiera sido como el 2001?
–Hay una decisión política de imponer miedo para ahogar una reacción popular que se ve venir a corto plazo y ya se siente en las calles: miedo a perder el trabajo, a no poder sobrevivir, ni estudiar ni curarse, que a mi juicio incluye el temor a enterarse de una destrucción programada del país para saquear nuestros recursos naturales. El ciudadano medio que mira TN o escucha Cadena 3 no quiere enterarse de nada que pueda quitarle el sueño. Es penoso percibir la destrucción de la conciencia política en lo que llamamos “clase media”, que no ocurre en las capas sociales bajas que no vacilan en reclamar sus derechos en la calle.
–A propósito del tema de una de las mesas programadas por el festival, ¿cuáles son las nuevas formas del miedo?
–Pienso que la creación de un “enemigo interior” forma parte de una estrategia para exhibir como peligrosas la militancia y la solidaridad. En Año 1000, año 2000. La huella de nuestros miedos Georges Duby aporta que de la edad media nos vienen y perduran el miedo a la miseria y a las epidemias –la peste, el Sida–, que siempre hubo desprecio por los pobres y segregación a los suburbios. También siempre hubo chivos expiatorios, los judíos, los homosexuales. En tiempos de la Guerra Fría se implantó fuertemente el miedo a una invasión extraterrestre y al comunismo. El miedo es inherente a la condición humana, a su fragilidad y a la dependencia social entre unos y otros. Creo que uno de los peores miedos de la actualidad para quienes tenemos conciencia de ella, es a la intromisión tecnológica que devasta nuestra intimidad y nos deja expuestos y debilitados para el disciplinamiento.
–¿Por dónde pasa la renovación del género negro y la novela policial? ¿Qué propuestas están abriendo nuevos caminos posibles?
–Hay tantos autores en el mundo que exceden largamente mi capacidad de lectura. He conocido a muchos y a muchos otros aún no los leí. Hay escritores que publican en el interior, en las provincias, que casi no se conocen y apenas se difunden fuera de los festivales. Hay premios literarios –el de Córdoba Mata es el único que sobrevive en Argentina– que nos permiten difundirlos. Si en las novelas europeas generalmente el investigador es un comisario o un detective de la policía, en América el policía siempre es sospechoso. En ese contexto la narconovela me parece una antigüedad, pero sí me interesan las variables de la novela negra rural, el western, el terror cotidiano y todo lo que revela que hay mucha vida más allá de las editoras multinacionales.
–¿Cómo fue el “pasaje” de juez penal a escritor de policiales?
–La pasión por el género y la escritura fueron anteriores al ejercicio de la judicatura. Vienen quizá de una conciencia social autosuficiente que aparece en la adolescencia, a contramano de lo aprendido en el Liceo Militar, en una facultad de Derecho conservadora y en el ejercicio de la profesión liberal. Fui defensor de presos políticos y comunes, de quienes aprendí a conocer esa parte de la humanidad excluida de la centralidad. Respeté sus códigos, fui respetado por aplicar la letra de las leyes y la Constitución a todos por igual y decidí retirarme del Poder Judicial cuando intentaron marginarme de un ascenso por haber procesado y enviado a juicio a un senador. Me retiré para dedicarme exclusivamente a escribir ficciones, con protagonistas como jueces venidos a menos que abandonan sus ideales y excluidos que viven en los márgenes de la megalópolis.