Paul Manafort, el ex jefe de campaña del presidente estadounidense Donald Trump, se declaró ayer culpable en un nuevo juicio en su contra, después de haber sido condenado por fraude fiscal, informaron ayer medios locales.
El asesor político Rick Gates se declaró culpable el pasado febrero de los delitos de conspiración y mentir al FBI, y decidió cooperar con Mueller. Es algo que también hicieron el exconsejero de seguridad nacional Michael Flynn, y el exasesor electoral George Papadopoulos, quien trató de concertar una cita entre Trump y el presidente ruso Vladimir Putin. Papadopoulos fue condenado el pasado viernes a 14 días de prisión por mentir al FBI sobre sus contactos con intermediarios rusos durante la campaña electoral de 2016.
Un representante de la parte demandante aseguró que Manafort firmó un acuerdo para cooperar con el asesor especial Robert S. Mueller III como parte de un trato en el que se declaró culpable para reducir los cargos que surgieron del trabajo que realizó como consultor para las fuerzas políticas pro rusas en Ucrania sin haberlo declarado. Los ingresos obtenidos por ese trabajo, de varios millones de dólares, fueron lavados a través de varias empresas dentro y fuera de Estados Unidos, indicó la demanda.
A primera hora de la mañana de ayer, el fiscal especial de la trama rusa, Robert Mueller, registró un nuevo escrito de acusación contra Manafort de un delito de conspiración contra Estados Unidos por fraude y otro de conspiración para obstruir la Justicia, de acuerdo a documentos judiciales, de los que se declaró culpable.
El exasesor de Trump, acusado de delitos que podrían acarrearle pasar el resto de su vida en prisión, alcanzó así un acuerdo con la Fiscalía especial de la trama rusa en busca de una reducción de la condena final.
Poco después, la fiscalía anunció que el juez había cambiado el motivo de una audiencia sobre el caso prevista esta mañana, pasando de ser preparatoria del juicio del 24 de septiembre a versar sobre un acuerdo entre ambas partes.
Al declararse culpable Manafort cambia su estrategia judicial y aumenta los riesgos para Trump, que lo ha defendido y elogió porque no se declaró culpable inicialmente aunque también ha tratado de minimizar su papel en la campaña electoral. La reacción de la Casa Blanca no se hizo esperar y desvinculó a Trump de la causa de Manafort. “Esto no tiene absolutamente nada que ver con el presidente o con su exitosa campaña presidencial de 2016. No está relacionado en absoluto”, dijo la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders.
Mueller investiga desde mayo de 2017, de manera independiente al Gobierno, los posibles lazos entre miembros de la campaña de Trump y el Kremlin, al que las agencias de Inteligencia acusan de interferir en los comicios de 2016.
Manafort supuestamente trabajó entre 2006 y 2017 para Gobiernos extranjeros, incluido el Ejecutivo prorruso del expresidente ucraniano Víktor Yanukóvich (2010-2014), y para oligarcas rusos, a los que ayudó a mejorar su imagen en Washington sin comunicárselo a las autoridades, lo que constituye un crimen.
El proceso contra él es producto de la investigación de Mueller, pero no está relacionada directamente con las actividades que desempeñó entre marzo y agosto de 2016 en la campaña de Trump, donde llegó a ser el jefe hasta que se vio obligado a dimitir por ocultar el cobro de 12,7 millones procedentes de Yanukóvich.
De los 32 imputados por Mueller, Manafort es el que tiene los lazos más estrechos entre el entorno de Trump y Rusia que tanto interesa al fiscal especial. Su principal objetivo es determinar si hubo algún tipo de coordinación entre la campaña del republicano y la sofisticada estrategia de piratas informáticos y espías rusos para ayudar a Trump a ser presidente mediante la difusión de propaganda e información robada al Partido Demócrata.
Manafort dirigió entre junio y agosto de 2016 la campaña de Trump y estuvo presente en el congreso del Partido Republicano en el que fue nominado el hoy presidente. En sus cinco meses como jefe de campaña de Trump, incluida la convención republicana en la que fue designado candidato a la Casa Blanca, Manafort tuvo contacto con varios oligarcas cercanos al Kremlin. Y participó en la misteriosa reunión de junio de 2016, a cinco meses de los comicios, que mantuvieron miembros de la campaña de Trump con una letrada rusa que les había ofrecido material comprometedor sobre su rival electoral, Hillary Clinton.