Hay otra vida detrás de las marquesinas del éxito. La fábrica puede perfeccionar aptitudes, construir talentos, incluso moldearlos a sus necesidades, pero nunca borrar el ADN. Ni siquiera en aquellos que pasaron más tiempo de sus vidas dentro del mundo del espectáculo que fuera de él. No hay fórmula ni dispositivo artístico que puedan borrar lo innato. Lali Espósito lo sabe bien. Adoptada desde niña por el showbiz, pulida en esa usina de talentos que es la factoría Cris Morena, Mariana Espósito parece no querer llenar los casilleros que la industria planificó para ella. Lali quiere seguir siendo Mariana, la chica nacida en Banfield y criada en Parque Patricios, sin temor a expresarse públicamente a favor de la legalización del aborto ni a asumir riesgos artísticos en medio de su pico de popularidad. Por eso es que se animó a dosificar esa energía arrasadora que suele mostrar en sus conciertos para componer a Dolores Dreier, la protagonista de Acusada, el policial dramático que se estrenó esta semana en los cines. Una ajustada composición, ambigua y gélida, que logra no sólo mostrar que es capaz de transitar un registro que se ubica en las antípodas de la show woman que cosecha millones de fans adolescentes, sino también sostener una trama tan inquietante como incómoda para los espectadores.
“Me chupa un huevo”. Así, sin eufemismos ni titubeos, la actriz, cantante y compositora responde a la consulta de si con la película satisfizo la “necesidad” de demostrarles a los otros que podía correrse del lugar de estrella juvenil. “No pienso en cómo me van a ver los demás, o en qué necesitan los otros de mí. Encaro los proyectos que se me presentan o que voy a buscar en función de lo que me generan a mí”, subraya la actriz de 26 años, que debutó en la tele en Caramelito con vos y que creció dentro de los universos creativos de Rincón de luz, Floricienta y Chiquititas sin fin, hasta llegar a protagonizar en el prime time Esperanza mía. “Acusada me permitió hacer un trabajo que no había transitado, es cierto. Pero las decisiones no las tomo pensando en cómo se ven, sino en si hacerlo me entrega algo como artista. Te doy un ejemplo: en pleno furor de los Teen angels, en el momento en que llenábamos Gran Rex a lo pavote y todo era muy pum para arriba, con 18 años me presenté a un casting y quedé para hacer Las Brujas de Salem en el Broadway. Todo el mundo me decía que estaba loca. ¿Qué necesidad tenía de estar haciendo una obra de Arthur Miller a las 11 de la noche en pleno éxito de Teen angels? Y yo lo quise hacer porque me gustaba, sin pensar en más nada que eso. Me parecía que estaba buenísimo nutrirme de esa pieza y de esa posibilidad actoral”, ejemplifica en la entrevista con PáginaI12.
En la película dirigida por Gonzalo Tobal, Espósito interpreta a Dolores, una veintiañera acusada de haber asesinado a puñaladas a su mejor amiga. La trama da cuenta del tormento indiferente de esa joven a las puertas del juicio, del esfuerzo a toda costa de sus padres (Inés Estévez y Leonardo Sbaraglia) para evitar que vaya a prisión sin saber a ciencia cierta si es o no culpable, de la frialdad estratégica de un abogado (Daniel Fanego) que construye un perfil de su defendida, y del aparato comunicativo que busca audiencia más que informar responsablemente. La construcción de una acusada, por defensores y detractorres, se expone en la trama desde el acercamiento intimista de una joven perturbada y tironeada por propios y extraños, para los que la verdad parece pasar a segundo plano.
–¿Su papel en Acusada le cambió su manera de percibir la Justicia?
–No me cambió la manera de ver la Justicia... Creo que por el hecho de que la Justicia me resulta bizarra. En todo caso, creo que Acusada expone el riesgo de la justicia mediática. Dolores asume características de rock star, en el sentido de que estas personas se transforman en estrellas del crimen, que durante semanas ocupan buena parte del tiempo mediático, generando pasiones sociales a favor y en contra. Se trata de historias que seducen a la población y se transforman en conversaciones cotidianas. La película me sirvió para entender que, según cómo los medios nos cuentan la noticia, creemos algo. Para un lado o para el otro. Los relatos que recibimos condicionan nuestra percepción. Hay otra cosa interesante: Acusada muestra la historia de alguien con la posibilidad de defenderse. Vivimos en un país en donde la mayoría no tiene la posibilidad de defenderse. La de Dolores es una familia de clase media acomodada, que en los últimos dos años desbarranca pero que pueden sostenerse en términos económicos. ¿Qué pasaría si la misma acusación que sufre Dolores recayera sobre una adolescente con otro status social? Es interesante ver cómo a esta chica que tenía todo servido, un buen pasar económico y que iba a un colegio privado, se le mueve la estantería y sin embargo puede sostener su inocencia por su poderío económico. El sistema judicial argentino es, desde este punto, muy injusto.
–Al punto de que por momentos la búsqueda de la “verdad” se desvanece.
–La mayor complejidad del personaje era encontrar el tono neutral que el relato necesitaba. Trabajar algo en lo que se vea pero que a la vez pase inadvertido. Dolores tiene un arco emocional fluctuante, con picos y bajones, pero es alguien que no puede abandonar nunca esos pensamientos de no entender bien lo que le pasa. Transmitir ese tormento, sin subrayarlo, fue complejo.
–Un tormento que no culmina en esa noche en la que su amiga aparece asesinada, sino que recrudece ante el hecho de transformarse en objeto de sus padres, de su abogado, de los medios y hasta de la misma Justicia.
–Los casos policiales se consumen mucho, todo el tiempo. Hay casos que tienen tanto desarrollo en la tele que para muchos adquieren el mismo status que el que tiene una telenovela de Osvaldo Laport. Naturalizamos casos policiales tremendos. Paradójicamente, Acusada sirve para –desde la ficción– exponer que detrás de la narrativa y la sobreinformación hay personas. La película muestra el desbarranco de esa familia, con un padre que deja su vida para intentar que su hija no vaya presa, una madre que opta por hacerse la pelotuda y ni siquiera querer saber si es verdad o no, y un hermano menor cuya vida nunca será la misma por todo lo que está viviendo y a lo que se lo expone. La película abre esa puerta a la intimidad de una familia detrás de un caso de enorme repercusión pública. Muchas veces creemos que una familia es apenas un objeto dentro de un cuentito, del que podemos opinar y sacar conclusiones desde el prejuicio de cómo se viste el acusado, dónde vive, cómo habla o cómo se comporta. Nos convertimos en jueces de todo sin argumentos ni conocimiento.
–¿Cree que, más allá de entretener, es posible que la película cree conciencia respecto de cómo se consumen los casos policiales?
–Acusada plantea preguntas que la vorágine de un noticiero o de una señal informativa no te permiten. La manera en que está filmada, como si la cámara espiara a esta familia, le aporta un transfondo que no se cuenta en los noticieros. El accionar de los medios, las estrategias judiciales y el uso de las redes sociales también forman parte de todo ese dispositivo que la película muestra con sutileza pero con claridad. La película cuestiona también esa idea que tienen casi todos los padres de creer que por criar a un hijo lo conocen. Ese hijo es un adolescente que empieza a tener su propia vida y a construir una personalidad que se puede exteriorizar más en el mundo externo que en su propia casa. Creo que ningún padre conoce la intimidad ni la personalidad “social” de sus hijos.
La entrevista con Página/12 se da en medio del junket promocional de la película, que la tendrá durante horas respondiendo los requerimientos de la más variada prensa, cambios de ropa mediante. La actriz acababa de aterrizar de Santa Fe, tras presentarse con su Brava tour en la capital provincial y en Rafaela las noches previas, luego de haber acompañado el estreno mundial de Acusada en el Festival de Venecia. En medio de la gira nacional de su último disco, que este fin de semana tuvo escalas en San Juan y Mendoza, Espósito además estrenó Talento Fox (miércoles a las 21.45), el concurso musical del que es directora junto a los cantantes Diego Torres y Wisin. Lali no para. La pregunta se vuelve inevitable: ¿hasta qué punto puede realmente decidir ella sobre los destinos de su carrera? “Si hago todo lo que hago es porque yo decido hacerlo”, afirma.
–¿Desde la lógica del tener que “aprovechar el momento”?
–Ni en pedo. De hecho, podía no haberme embarcando en esta peli, también podía no haberme subido a Talento Fox. Necesito descargar mi energía en el hacer. Vuelvo mas loca a la gente que me rodea que lo que yo me vuelvo. A todo lo que hago le pongo mucha pasión y puedo comprometerme con cada proyecto. Cuando estoy haciendo un show, estoy ahí y soy Lali ciento por ciento. La música es mi universo más real. Arriba del escenario soy yo. Me da mucho placer cantar. Y en este tipo de laburos me pongo a merced de un guión y de un director, y siento que aprendo de ese universo de ficción.
–¿No tiene la sensación de estar en medio de una vorágine productiva que no le permite frenar?
–No. Si yo no decidiera, estaría embarcada todavía en proyectos de televisión, más parecidos uno al otro. Si hago esta película es justamente porque decido dónde actuar y cómo actuar en proyectos que me significaran algo. No quiero ser víctima de la fórmula. Incluso, en la tele hice cosas que me sirvieron mucho y con las que crecí, como Esperanza mía, que fue una oportunidad que me dio Adrián (Suar) y con toda la libertad de hacer con el personaje lo que se me cantara los huevos. Esa libertad diaria que te da la televisión es muy disfrutable, pero también disfruté mucho de Acusada, que me obligó a una búsqueda previa de información y ensayo para componer al personaje y mucha concentración después a la hora de filmar.
–A usted la siguen muchos jóvenes. Tiene cerca de seis millones de seguidores en Twitter, por ejemplo. ¿Cómo maneja ese alcance?
–No soy una ignorante y sé que me sigue una masa importante de jóvenes. Pero no lo siento como una presión, porque no lo vivo como una responsabilidad. Prefiero que los que se fijan en mí puedan reconocer a una mina genuina, que entiendan que no hace falta ser una muñequita acartonada para ser exitosa o formar parte del “mundo del espectáculo”. La gente que me sigue conoce mas o menos mi historia. Crecí en el sur de la Ciudad, en Parque Patricios, sin muchas posibilidades más que las que tiene la mayoría de los argentinos. Me crié en una familia de clase media, que sufrió los vaivenes económicos del país, con padres que han laburado toda la vida. Hubo momentos en los que tuvieron que salir a trabajar de lo que fuera. Cuando crecés viendo eso, tenés una perspectiva del éxito muy diferente. El éxito, para los que vimos cómo sufrieron nuestros viejos, es dedicarte a lo que te gusta. Está bueno que haya verdad en el mundo acartonado en el que vivimos.