–¿Cómo evalúa la situación política y económica que vive el país?
–Mire, si estuviera el General diría que esto es un presente griego. Nos tienen que ayudar mucho los dioses porque es una crisis que es diferente a todas las crisis que por lo menos viví yo. Me acuerdo del Rodrigazo en el ‘75, Sigaut en el 81-82, las de Alfonsín y Menem más la de 2001-2002. Y la crisis es distinta porque en algunas llegamos a la hiperinflación pero nos apretaban desde arriba porque la gran devaluación pulverizaba el poder adquisitivo de la gente.
–¿Y por qué es más peligrosa?
–Porque empezaron a apretar primero desde abajo. Cuando se dolarizó el combustible, los servicios y el transporte todo recayó directamente sobre la canasta familiar que la dolarizaron. Entonces, desde arriba la inflación pulveriza el salario y por abajo está la dolarización por lo que no hay un solo problema. Ya no se tiene que salir a recuperar el salario en pesos sino que la vida de la gente está en dólares. Por eso digo que es una crisis mucho más difícil que las anteriores.
–¿Con este gobierno hay salida a esa situación?
–Yo no le veo una salida si no cambiamos el modelo porque eso que hablan del déficit fiscal, que para mi es el gasto fijo, tiene que ver con qué país se tiene más la cantidad de habitantes, la industria y los recorridos de los servicios que se tienen que hacer. Mire, el gradualismo que yo entiendo es hacer algo equilibrado porque se puede tener de todo pero si a la orilla de eso no hay pueblos, industrias y sembradíos, no hay una comunidad organizada como la que pregonamos nosotros.
–Pero el Gobierno promueve una economía agroexportadora...
–Ahí hay un problema porque eso lo puede hacer Australia que tiene 11 millones de habitantes y nosotros somos 44 millones. El problema es grande porque creer que la producción del campo puede suplir un proceso industrial de empresas medias, grandes y de pymes es un suicidio. Aparte no es verdad que no somos competitivos. En el caso de mi actividad pero textiles, cueros, plásticos se tecnificó mucho entonces hablar de reconvertir…
–Esa es una de los conceptos preferidos de los funcionarios de Gobierno.
–¡Ah! pero para ellos es fácil porque implica dejar de ser industrial para volverse importador. La reconversión implica la presencia del Estado con un subsidio, un seguimiento, un apoyo tecnológico y que hoy no lo va a poder dar porque todas sus instituciones, que estaban en pos de eso, se terminaron desmantelando. Entonces, en vez de optar como acción de gobierno el sólo mirar el pasado es llevarse por delante los adoquines del futuro.
–Justo eso estaría sucediendo…
–Está sucediendo y hasta nuestra industria entró en una crisis profunda que se viene sosteniendo porque las multinacionales tienen mayor espalda que las autopartes y las Pymes. Pero es preciso saber que se mantiene el nivel con licenciamientos, retiros voluntarios y jubilaciones anticipadas.
–La crisis dejó al Gobierno debilitado. ¿Le conviene al movimiento obrero?
–Ningún proceso que afecte de manera virulenta el equilibrio de los ingresos favorece a alguien. Ningún proceso desequilibrado en el reparto de la riqueza favorece a nadie porque ahí se pierden los valores. Se pierden cuando hay diferencias abismales en los ingresos y la calidad de vida de la gente y se entra en la desesperación y es el comienzo de la anarquía.
–¿Estamos en peligro de una anarquía?
–Nosotros tenemos que tratar de conducir a la gente porque su necesidad puede llevarlo a un proceso anárquico donde la única que pierde es la gente. Mire, en una situación así cualquiera saca a la gente a la calle pero sólo una conducción clara puede decidir cuándo la gente debe volver a su hogar. Una anarquía sin conducción puede tener un resultado muy triste.
–¿Esto es lo que se plantea el Frente Sindical por el Movimiento Nacional (FSMN) que usted integra?
–Lo que estamos buscando es que el Gobierno entienda que es preciso cambiar el modelo y, por lo tanto, estamos agotando todos los pasos que los trabajadores debemos hacer. No te digo que la CGT no lo está haciendo. Ellos están tratando de dialogar con el Gobierno y encontrar equilibrio pero no se puede dialogar cuando es un monólogo.
–En ese sentido, algunos integrantes del FSMN plantean que es preciso confrontar para negociar desde una posición de fortaleza.
–Bueno, el problema es cómo se confronta y se lo tiene que hacer con conducción.
–¿Y eso hoy la CGT no lo garantiza?
–Mire, Lanús tuvo un 9 y un 10 que eran Silva y Acosta que se cansaban de hacer paredes pero ahora no se puede tirar un pase y que te devuelvan un ladrillazo. Hay que escuchar lo que se dice y lo que está pasando desde la General Paz para el otro lado. Yo vivo en el conurbano y ahí se está viviendo otra realidad.
–Pero la CGT insiste en esperar que el paro del 25 habilite el diálogo.
–Ojalá suceda pero también hay que pensar qué medidas se pueden tomar.
–Ellos dicen que la CGT no debe encender la mecha del conflicto social.
–Yo creo que a la mecha no la está prendiendo la CGT sino que la prenden los que no quieren escuchar. Por ahí hay muchos que están interesados que nos creamos que nosotros la encendemos pero no la hacen ni los trabajadores ni los movimientos sociales sino que son realidades que suceden. Es jodido eso. Se criticó al gobierno anterior por el asistencialismo pero todos queremos que el argentino tenga trabajo de calidad pero si vemos que hay problemas en la educación, en las universidades, con los científicos, se pararon todos los proyectos evolutivos en ciencia y tecnología. Entonces de ¿qué trabajo de calidad me hablan? Por ahí me la explican y lo entendemos todos porque el trabajo de calidad nace de la educación.
–¿Qué se debe hacer con la CGT en este contexto?
–No tengo duda de que convergemos en la unidad. Nos necesitamos todos. Creemos que hay que ser tan amplios hasta que nos duela porque creo que la patria está en peligro y a la patria la conforma el pueblo.
–Ellos también hablan de unidad pero no les gusta la calle.
–Si yo le digo que hay que ser amplios hasta que duela entonces tengo que ser muy prudente con lo que digo.
–Hay gremios que se alegraron con la reunión con CFK pero otros no.
–Bueeeeno, los hay de un lado y los hay de otro pero todos son peronistas, pero creo que para ser una opción real de poder debemos estar unidos.
–La mayoría dice eso pero no sé si todos lo creen realmente.
–No lo creen aquellos que ostentan cargos o tienen la intención de ostentar cargos en algún momento. Nosotros los militantes tenemos que converger al mismo lugar más tarde o más temprano y lo peronistas que no se dan cuenta de eso están equivocando el camino.
–Pero hubo dirigentes, legisladores y gobernadores que son bastante gentiles con el Gobierno.
–Tenemos que ser amplios hasta que nos duela. No quiero juzgar a nadie y lo tomo como que le quisieron dar una oportunidad al Gobierno y hoy muchos se están dando cuenta de que el modelo es el equivocado porque no nos contiene a todos. Porque si bregamos por la unidad no podemos sacar los pies del plato.