El fútbol es más fútbol cuando hay dos hinchadas, y mucho más si esas hinchadas no paran nunca en el aliento. Cualquier espectáculo futbolístico levanta su nivel en esas circunstancias, pero si encima a eso le agregamos varios momentos emotivos (algunos por méritos de los creadores, otros por fallas de los que tienen que defender), buenos rendimientos individuales en más de un jugador de cada equipo, un campo de juego rápido y un final con incógnita por el resultado hasta el último instante, se puede llegar a concluir que el de Lanús y Racing orilló el calificativo de partidazo.
Por los méritos acumulados en 80 de los 90 minutos el líder del certamen fue un justo ganador, aunque su bajón en el último tramo, en el que vio peligrar seriamente su victoria, oscureció su imagen e hizo creer a muchos que Lanús merecía el empate. Esa sensación la vivieron muy especialmente los jugadores y dirigentes del equipo local, que además se quejaron contra los jugadores de Racing y contra el árbitro porque en la jugada del gol (muchísimo antes, en realidad) estaba el chico De la Vega lesionado, tirado en el piso. Pero la realidad es que los jugadores locales tuvieron la oportunidad de tirar la pelota afuera y no lo hicieron. Y si se repasa en su totalidad esa secuencia se verá que todo nació en un pase deficitario de Sara que le puso la pelota en los pies a Augusto Solari, y dejó a su equipo descompensado, desarmado. No fue por la inferioridad númerica que Lanús quedó desequilibrado, sino por el error del ex arquero de Boca.
Racing supo capitalizar esa situación y Solari encaró por el medio con decisión, y en el momento exacto la tocó hacia la derecha para que Cristaldo definiera con un remate cruzado.
Fueron varios mazazos encadenados para el equipo local: a) el gol; b) la lesión del pibe De la Vega que había jugado muy bien en el primer tiempo y debió salir; y c) el nerviosismo colectivo y la desconcentración que generó la idea de que habían sido perjudicados. En los minutos que siguieron al gol, Pol Fernández y Solari encabezaron varios contraataques fulminantes en los que Racing pudo liquidar con facilidad la cuestión. La entrada de Centurión reforzaba la idea de que la cosa se podía resolver con facilidad para el equipo de Avellaneda, pero pasó que Centurión se tuvo que ir lesionado muy poco después de entrar, y de yapa el entrenador decidió sacar a Lisandro López (que estaba un poco golpeado pero podía seguir) y poner a Donatti para armar una línea de cinco. Se puede pensar que Coudet vio venir la levantada de Lanús, o también se puede inferir que el mensaje que envió hizo que el equipo se metiera atrás, propiciando esa final con la pelota rondando permanentemente los tres palos de Arias.
Lanús, que en el primer tiempo había llegado una sola vez (remate del debutante De la Vega, de 17 años y gran tapada de Arias) vio que ahora el gol era posible, y buscó con centros aéreos y cruzados y le dio trabajo extra a los dos centrales y al arquero.
Racing se aseguró la punta del campeonato jugando bastante bien en el primer tiempo (le anularon dos goles en posiciones adelantadas muy finitas, tuvo otras llegadas), y fue más en el complemento hasta que entró Donatti por Lisandro López. Los casi cinco mil hinchas que llevaron a Lanús se fueron felices porque ven que la chapa de candidatos, aunque falta muchísimo, no les queda grande.