No puedo dejar de asombrarme, como les sucederá a todos los deudólares y deudólaras, por la capacidad que tiene nuestro Sumo Maurífice y su mejor equipo contrario de los últimos 50 años para hacer cosas que figurarían en el Libro de los records de cualquier penal de alta seguridad. O, si alegamos demencia, en el más riguroso hospicio. A pesar de esto siguen rigiendo nuestros penosos destinos como si tal cosa.
Sólo por dar un ejemplo, hace pocos días nuestro primer autoritario electo redujo su equipo titular a un banco de suplentes, poco sólido para enfrentar a rivales de fuste, tal vez creyendo que el partido se llevaría a cabo en el baldío que nuestro ministro de Evasienda tuvo a bien declarar.
Rubros algo esenciales como el Trabajo y la Salud se fueron al descenso. A la vez se elevaba el presupuesto de Su Segura Servidora, la Patricia es el otro, a los fines de no privarse de nada a la hora de reprimir disidentes o generar victorias en la imaginaria, pero no por ello menos mediática, batalla con el narcotráfico. ¿O era “contra”?
Quizás se trate de un combo: de que se pierda el trabajo, y la salud, con seguridad.
La reducción fue tal que un amigo sacerdote me habló de “Los siete Mandamientos”, y cuando le recordé que eran diez, me explicó que “por razones presupuestarias, hay tres que ahora son subsecretarías”.
Esta reducción quizás sea explicada como que “los argentinos teníamos mucha salud, y ahora que no vamos a tener trabajo, no necesitamos tanta”.
La seguridad, en cambio, va a ser necesaria, porque la gente que pierde su salud y su trabajo tiende a quejarse, a protestar. Y eso hace que los del FMI crean que estamos mal y entonces no nos quieran prestar plata, ya que solo le prestan a quienes demuestran que no la necesitan y que la van a usar solamente para devolvérsela.
Entonces se va a necesitar más seguridad, para que la protesta no se note. Para eso los servidores se acercarán a los que protestan, se mezclarán con ellos y simularán que todos están festejando que hace como tres horas que el dólar no aumenta. Que es la nueva fiesta nacional.
Hace pocos días el Sumo Maurífice superó sus propios records y los de Lilitazepam, diciendo que “necesitamos que yo esté tranquilo, pues si me vuelvo loco les puedo hacer mucho daño a todos”. Cualquier ciudadano/a que emitiera esa frase en público sería automáticamente detenido/a por amenazar la seguridad pública/o.
Pero lo más grave no es lo que nos pudiera hacer “en caso de repentina psicosis”, sino lo que nos está haciendo ya:
- ¿A quién se le ocurre dejar flotar el dólar a capricho del mercado?
- ¿A quién se le ocurre abrir la economía de un estado emergente?
- ¿A quién se le ocurre tener como único plan económico endeudarse hasta los choznos?
- ¿A quién se le ocurre quitarles las vacunas a los chicos y los medicamentos gratuitos a los ancianos?
- ¿A quién se le ocurre reducir a una nanofracción al presupuesto de investigación científica?
- ¿A quién se le ocurre que es una desgracia “caer en la educación pública?
- ¿A quién se le ocurre tener una rama “Groucho Marx” en el gabinete, o sea gente que no traería sus ahorros a un país gobernado por ellos mismos?
- ¿A quién se le ocurre decir que su propio gobierno son “los peores meses de su vida” (y no hablemos de las vidas de muchos de sus conciudadanos)?
Respuestas de las preguntas 1 al 8: ¡Al Sumo Maurífice! Pero ojito, que esas son sus propuestas cuando está cuerdo… ¡No queramos saber las cosas que es capaz de hacer si se vuelve loco! ¿Llevará su plata a Panamá? ¿Controlará la Justicia? Le echará la culpa de todo a la pesada herencia? ¡No lo sabemos!
Me pregunto si toda esta nueva política no es otra cosa que una serie de eventos para festejar el 63ª Aniversario de la Revolución Libertadora, que tuvo tanto de “Libertadora”como la actual tiene de “De la Alegría”.
Tal vez todo se deba a una mala interpretación de una frase popular. En vez de “basta la salud”, nuestro equipazo leyó “basta de salud” y pusieron manos invisibles de mercado a la obra.
Recuerdo, finalmente, que uno de los cánticos militantes, de allá en los 70 era “¡Qué lindo, qué lindo, qué lindo que va a ser, el hospital de niños, en el Sheraton hotel!”. Esa consigna nunca pudo ser realidad… hasta ahora. Quizás, con esta nueva doctrina presupuestaria, se pongan en venta los terrenos del Hospital, y a los de la cadena Sheraton, les tiente la idea...
¡Quién sabe!
@humoristarudy