El fotógrafo ayuda a ampliar la mirada que tenemos del mundo. En las fotos de Strand, por ejemplo, tenemos un documento de lo que fue la historia social del momento y con ellas una crítica social, con sus personajes, sus trabajadores y sus paisajes. El ojo de Strand capta lo esencial, lo particular y  nos permite ver no sólo la presencia del fotografiado, sino su vida: “Sus mejores fotografías son extrañamente densas, no en el sentido de que sean sobrecargadas u oscuras, sino porque están llenas con una inusitada cantidad de sustancia por centímetro cuadrado. Tomemos, por ejemplo, el famoso retrato de Mr Bennett, de Vermont, en Nueva Inglaterra. El saco, la camisa, la barba sin afeitar en el mentón, la madera de la casa a su espalda, el aire a su alrededor, se convierten, en esta imagen, en el rostro de su vida, cuyo espíritu concentrado es su expresión  facial en ese momento. Es toda la fotografía la que nos mira con el ceño fruncido”.