Cincuenta científicos distinguidos entre 2010 y 2017 con el premio Raíces otorgado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, expresaron en una carta pública su “profunda preocupación por la desaparición” de esa cartera de Estado por decisión del gobierno nacional. Los firmantes, radicados en el exterior, recibieron la adhesión de 44 investigadores que no recibieron ese premio. Los que impulsaron la iniciativa recordaron que fueron distinguidos por sus “actividades de cooperación científica y formación de recursos humanos” para Argentina, labor que fue posible por la creación del ministerio en 2007, hecho que “impulsó el gran avance no sólo en el sistema científico sino en salud pública y en la actividad económica” por medio de “un gran número de actividades de financiamiento, entrenamiento, y divulgación” que ahora quedarían totalmente relegadas.
Una de las firmantes, Silvia Braslavsky, quien se desempeña en el Instituto Max Planck de Alemania, le dijo a PáginaI12 que la carta surgió de profesionales que fueron reunidos por el programa Raíces “que conectó a a investigadores argentinos en países industrializados, muchos en posición muy prominente, con grandes posibilidades de facilitar acuerdos, proyectos, incluso donación de equipos, así como evaluar con organismos de la Unión Europea planes para su financiación”. Ante la decisión del gobierno de Mauricio Macri “algunos proyectos ya han sido suspendidos, tal como se comunicó a los investigadores telefónicamente, y todos los avances que se habían logrado ahora están en peligro”. Además, está por repetirse “esa desgraciada tradición argentina” de no cumplir los acuerdos internacionales, como ocurrió durante los gobiernos de (Carlos) Menem y (Fenando) de la Rúa”.
En la carta, los científicos destacaron como logros desde 2007 “la incorporación de numerosos jóvenes al sistema científico-productivo, la expansión federal de la Ciencia a las provincias (...) y la planificación científica a largo plazo”. Agregaron que “muchos proyectos impulsados desde la creación del” Ministerio “han servido para incrementar el servicio a la salud de la población” con la producción de vacunas, el mejor control de la producción de alimentos y la mejora sanitaria en ríos, costas y suelos”.
En el documento se afirma que “el mejor conocimiento y explotación de los recursos minerales, pesqueros, ha contribuido a la defensa de soberanía y la reducción de la enorme dependencia de la exportación de productos agropecuarios”. Los firmantes emigrado en distintos momentos “por persecución política, desprecio de lo académico o ahogo económico”, en 1954, 1966, 1974, 1976, 1990 y 2001. Miles de académicos se vieron forzados a emigrar, pero han “mantenido fuertes lazos de colaboración” con el país para ayudar a “reconstruir el sistema científico y tecnológico, promoviendo las cooperaciones con países tecnológicamente mas avanzados (Alemania, el Reino Unido, EE.UU., Francia, Italia, Canadá) y formando jóvenes colegas argentinos que luego han retornado” al país.
Ese regreso fue posible “a través del programa de repatriación del” ministerio y eso permitió que “por primera vez en la historia de Argentina se revirtiera el proceso de fuga de cerebros”. El programa iniciado en 2007 hizo posible que “alumnos y colegas extranjeros hayan ido a Argentina a través de programas de colaboración (...) a entrenarse en áreas de notable importancia y gran desarrollo, como enfermedades endémicas, animales autóctonos, arqueología y paleontología, bacterias y minerales característicos de los Andes, lenguas y costumbres indígenas, influencia del aumento de la radiación ultravioleta en la Patagonia, Castellano y Derechos Humanos”.
La “enorme preocupación” es también por “el desfinanciamiento del sistema científico, la devaluación de los subsidios (...) debido a la enloquecida inflación que impide la renovación de equipamiento así como la devaluación de los salarios a investigadores, becarios y personal de apoyo”. El incumplimiento de los compromisos internacionales “interrumpe proyectos de largo plazo, como el monitoreo de la calidad del aire y el agua en la costa patagónica, proyectos de recuperación de minerales, la formación de ingenieros en varias áreas, proyectos internacionales en informática”. Todo esto posiciona a la Argentina de manera “muy negativamente frente a los organismos internacionales, las Universidades y los gobiernos que han participado de los acuerdos de cooperación”.
Esto llevará al “atraso argentino en muchas áreas así como combatir la pobreza”. Concluyen que la construcción de un sistema científico “lleva muchos años” y se lo está destruyendo “en muy breve tiempo, sólo con un decreto”. Entre otros, firman los premiados Alicia Acosta, Mario Amzel, Diego Armus, Francisco Baralle, Carlos Bernstein, Graciela Binimelis de Raga, Eduardo Blumwald, Silvia Braslavsky, María Laura Carranza, Víctor Demaría-Pesce, Roberto Docampo y María Dufau.