¿Podemos decir que en nuestras escuelas no había educación sexual antes de la sanción de la ley de ESI (Educación Sexual Integral)? ¿Que no existe ahora en las escuelas que no aplican la LEY? Todo lo contrario. La educación sexual siempre existió, se impartía a través de lo que se llama el currículo oculto. Se educaba en la asignación de roles a mujeres y varones, en el silencio absoluto acerca de la sexualidad, en las burlas y en la invisibilidad de las identidades sexuales. También en los dibujos de los libros de texto donde la mamá era siempre la que barría y nos amaba y el papá, ese señor pulcro con valija, presto a salir a trabajar. Todo esto educó nuestra sexualidad. Somos producto de esa educación.
He sido maestra de grado y Subsecretaria de Educación, en la Ciudad de Buenos Aires y luego en el Ministerio Nacional. En el año 2006 me tocó participar de las discusiones de la Ley de ESI, tanto de la Ciudad como de la Nación.
En ese momento, los que se oponían a la ley, en realidad lo que rechazaban era el cambio de paradigma que implicaba y en ese mismo sentido, intentaban exigirnos una ley de educación sexual sin perspectiva de género. Por esta razón, cuando me tocó hablar en la Cámara de Diputados en el debate por la legalización del aborto, dije que además de este derecho, estaba en juego también la concepción de la educación sexual.
Por eso no me asombra que los pañuelos celestes hayan ido a rezar y a oponerse a las modificaciones de la ley de ESI, modificaciones que buscan garantizar su cumplimiento. Sucede que ciertos sectores religiosos apelan a la redacción del artículo 5 -que dice que las escuelas pueden adecuar los contenidos a su ideario- para eludir la ley. Enarbolando la consigna “Con nuestros hijos, NO”, exigen a las escuelas que se abstengan de realizar actividades “referidas a la sexualidad que atenten con nuestros valores, tradiciones y convicciones”.
Para que quede claro, comparto un ejemplo: es obligatorio que los estudiantes conozcan los diferentes métodos anticonceptivos y de prevención de las enfermedades de transmisión sexual, lo que no obsta que de acuerdo a su ideario, una escuela recomiende la abstinencia.
La educación es un derecho que debe ser garantizado por el Estado y uno de los ejes centrales de la educación es que los estudiantes, en tanto sujetos de derecho, puedan tomar decisiones de manera autónoma e informadas.
Por todo esto es que creo que quienes se opusieron al aborto pero dijeron estar a favor de la educación, nos mintieron de manera parcial. Es decir, ellos quieren educación sexual pero no educación sexual integral.
La educación que estos sectores proponen es la que se impartió en nuestras escuelas por más de dos siglos: la que llevó a la subordinación y desigualdad entre varones y mujeres , la que condujo al suicidio, hambre y prostitución a amplios sectores de la comunidad LGTTBI, la que hace que nuestro país -principalmente en las provincias más humildes- tenga altísimos niveles de embarazos adolescentes no deseados y sobre todo, la que a través de imponer el silencio sobre la sexualidad genera que todos los días miles de chicos y chicas sean abusados sexualmente porque, justamente, lo que quieren estos sectores es que “de estas cosas NO se hable”.
Es por esto que no hay Educación Sexual Integral si no rompemos los estereotipos de género que nos condenan a las mujeres a una maternidad forzada, si no aprendemos a respetar la diversidad, si no podemos hablar libremente sobre la sexualidad ni tampoco ayudar a los más chicos a que puedan denunciar los abusos sexuales.
Educación Sexual Integral es educación en la igualdad: es aquella que educa a los jóvenes a cuidar y a cuidarse y que busca formar sujetos autónomos que puedan decidir sobre sus cuerpos.
*Ex Subsecretaria de Educación de la Nación