La psicopegadoga de la Escuela del Jacarandá, Sandra Vinocur, reflexionó acerca del alto porcentaje de padres que reconocen gritar o insultar a sus hijos para aplicar un castigo y explicó que “el castigo es precisamente un límite que no funcionó”.
“El padre se siente impotente ante la acción del chico y reacciona tal como muestra el informe, con prohibiciones, con insultos, con violencia física. Por eso, más que un castigo disciplinador, pensado como ‘algo positivo’, el énfasis debe situarse en las condiciones que se aplica a los niños. Mientras que el castigo genera oposición, el límite educa”, indicó Vinocur. El estudio de los estilos de crianza en Argentina, según la psicopedagoga, adquiere un valor fundamental ya que los propios procesos identificatorios con los cuales los niños se basarán para su crecimiento físico y emocional, en gran medida están vinculados con el ámbito familiar y la manera en que los padres educaron a sus propios hijos.