Una nueva serie de escuchas telefónicas reveladas ayer demuestran otra vez que personajes sin poder de decisión en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner supuestamente intentaron hacer negocios con Irán y fracasaron. Según parece, el referente persa en la Argentina, Jorge Yussuf Khalil, se presentaba como gran artífice de un intercambio de arroz y bovinos por petróleo iraní, pero todo quedó en la nada porque el titular de YPF Miguel Galuccio dijo que era imposible, dado que Argentina compraba petróleo por licitación. Además, el petróleo de Irán tiene niveles de azufre que no permiten refinarlo en la Argentina, según estableció el juez Daniel Rafecas después de realizar consultas técnicas. La pretensión original de Alberto Nisman era usar esas escuchas para decir que con vistas a ese negocio se firmó el Memorandum con Irán. Implica suponer que la ex presidenta y el canciller Héctor Timerman rubricaron el tratado y no sabían que era imposible el intercambio de granos por petróleo. Por otra parte, las escuchas confirman lo señalado por Rafecas: “Son diálogos entre privados, sin representación institucional ni constitucional, que no involucran a nadie y menos todavía en una denuncia en la que no existe delito alguno”.
Las escuchas fueron publicadas ayer por el diario La Nación, que anticipó que estuvo trabajando durante dos años en la digitalización de las 40.000 escuchas telefónicas centradas en el celular de Jorge Yussuf Khalil, un argentino muy vinculado a Irán. En la transcripción conocida ayer, Yussuf intenta el intercambio de arroz y bovinos por petróleo, para lo que entra en contacto con un senador kirchnerista, Manuel Irrazábal, el agregado comercial de Irán y un empresario correntino. Sin embargo, las tratativas quedaron en la nada.
Con la transcripción se intentó instalar que esos diálogos confirman la denuncia de Nisman sobre el Memorandum, pero la secuencia es la inversa: Nisman presentó esas escuchas, previas a su denuncia, como si fueran una prueba. Y trató de presentar los diálogos como si fueran un megaplan urdido por la Presidenta. “Otra vez se demuestra que las escuchas reflejan conversaciones entre vendedores de influencias, sin ninguna relación con lo que después fueron los hechos reales –señaló a este diario el abogado de Timerman, Alejandro Rúa–. Dicen que ya se hizo un fideicomiso y no se hizo nada. Adelantan que ya tienen arreglado el negocio del petróleo y se demuestra que es imposible. Esto ratifica que no hay nada, ningún anclaje con actos de gobierno. Por otra parte, no hay un delito. Es público y notorio que Gustavo Grobocopatel y otros empresarios le vendieron granos a Irán en la época anterior y posterior a la firma del Memorandum”.
Toda la secuencia de escuchas tiene aspectos desopilantes. Por ejemplo, el supuesto espía Allan Bogado, que se presenta como de gran influencia en el Ejecutivo, le cuenta a Khalil que estuvo en las negociaciones con Irán en Ginebra y luego se fue a Nueva York. La consulta a Migraciones demuestra que desde 2002 que no sale del país y en aquella oportunidad salió a Paraguay por Misiones, lugar del que es oriundo.
El reconocimiento de que ninguna de las negociaciones prosperó es que le achacan la culpa a Timerman, al que tratan de “el ruso de mierda”, “el traidor”, “el que jode”. Es decir que si supuestamente esos individuos formaron parte del encubrimiento, Timerman era el enemigo, el obstáculo a vencer.