José Luis Zurita Delgadillo es un estudiante de ingeniería de La Plata e integrante de la colectividad boliviana que está preso desde hace más de un mes en la cárcel de Marcos Paz, tras ser procesado con prisión preventiva por el delito de “guarda de materia prima destinada a la producción de estupefacientes”, luego de ser detenido con 30 kilos de hojas de coca que, según alegó el joven, eran para coqueo: costumbre arraigada en la comunidad a la que pertenece y que no está penada por la ley. Su abogado, Federico Ravina, dijo a PáginaI12 que “está detenido por una lógica criminalizadora que sostiene que la hoja es droga, cuando se trata de una cuestión cultural  que es cotidiana en el norte del país”. El caso, que pone sobre la mesa la zona gris en la que se encuentra el coqueo, al que muchos, incluso funcionarios judiciales, se empeñan en confundir con el consumo de cocaína, tuvo, según el abogado defensor, irregularidades de procedimiento que no fueron contemplados por el juez interviniente.

El calvario del joven de 28 años, bailarín de la comparsa Caporales Cruz del Sur, estudiante de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y sin antecedentes policiales, comenzó el 25 de agosto, cuando fue detenido en Villa Lugano. Ese día, de acuerdo a la defensa del muchacho, ante la proximidad de la celebración de la virgen de Urkupiña, el estudiante y su madre habían ido al barrio a proveerse de las hojas de coca necesarias para el ritual festivo. El lugar era el mismo donde habitualmente se aprovisionaban de las hojas que luego repartían en la comunidad para el coqueo, el té, el mate y agregados en comidas típicas de la colectividad.

Tras cargar el auto con las hojas, el estudiante y su madre, que trabajan en el Mercado Regional de Frutas y Verdura de La Plata, fueron interceptados por uniformados que les pidieron la documentación del vehículo y luego, sin otro motivo que la discrecionalidad habitual, requisaron el automóvil. En el baúl, los policías encontraron 78 paquetes con hojas de coca, de alrededor de 400 gramos cada uno, unos 30 kilos en total. Después, según denuncia Ravina en el recurso de apelación que presentó para que excarcelen al joven, los policías allanaron sin orden judicial la casa donde madre e hijo se habían aprovisionado de las hojas. En el registro no hallaron ni balanzas ni precursores químicos, ni nada que haga presumir la elaboración  de drogas. 

El Código Penal establece en su artículo 15, y es el fundamento de la defensa, que “la tenencia y el consumo de hojas de coca en su estado natural destinado a la práctica del coqueo (...) o a su empleo como infusión, no será considerada como tenencia o consumo de estupefacientes”.

“Para el juez (Marcelo Martínez De Giorgi) los 30 kilos de hojas de coca natural fraccionados en paquetes son para fabricar cocaína. No da ningún otro argumento para sostener esa afirmación y mientras tanto lo mantienen en cana porque dicen que no tiene domicilio, cuando hace 25 años que vive en el mismo lugar, y el auto que está a su nombre también tiene la dirección”, señaló Ravina y siguió: “Es grave la situación, le están arruinando la vida sin evidencias sólo con la lógica criminalizadora. Además, sostener que las hojas son estupefacientes es falso”, remarcó.

Por otra parte, según especialistas consultados por este diario, no tiene ninguna lógica sospechar que la cantidad de hojas decomisada tuviera como destino la producción de estupefacientes; incluso la afirmación del juez en el auto de procesamiento suena poco realista, cuando sostiene que según un peritaje policial se podrían obtener entre 187,66 y 247,85 gramos de alcaloides. De acuerdo a esas fuentes, se necesitan entre 400 y 500 kilos de hojas secas para elaborar un kilo de pasta base, de la que se obtiene alrededor de 800 gramos de cocaína.

Para Alejandro Corda, integrante de Intercambios, asociación civil para el estudio y atención de problemas relacionados con las drogas, hay que modificar la ley actual porque el artículo 15 deja al coqueo en una zona gris, ya que establece que no tiene que ser delito pero no dice nada respecto de quien la vende o distribuye. Y el decreto presidencial 69, de 2017, fija que son estupefacientes tres especies vegetales: la hoja de coca, la paja de adormidera y el cannabis.