Ante los ojos futboleros internacionales, los dos colores que se asocian a primera vista con el fútbol de Brasil son los de la amalgama verdeamarela de la camiseta de su seleccionado. Pero antes, o en paralelo, a que la selección pentacampeona del mundo se convirtiera en algo así como en una “marca país” y sus jugadores se erigieran como cotizadas estrellas de los equipos ricos de Europa, hubo en el fútbol brasileño un asunto interno menos reconocido, que se vincula con otros dos colores: el blanco y el negro. Casi un siglo de discriminación, racismo, superación y transformación social a través del futebol es explorado en El negro en el fútbol brasileño, la saga-documental que produjo HBO Latin America y que emite la señal MAX los jueves a las 22. Basada en las investigaciones del periodista Mário Filho, esta miniserie que incluye testimonios de excracks como Adriano o Romario, y de personalidades de la cultura como Gilberto Gil, reconstruye a partir del enfoque deportivo una historia que no sólo denuncia la xenofobia, sino que también destaca cómo las tensiones raciales en el fútbol brasileño modificaron la historia social de Brasil. PáginaI12 entrevistó a Gustavo Acioli, director y guionista de El negro en el fútbol brasileño. 

–¿Qué premisa se propuso demostrar cuando empezó a trabajar en este documental? 

–En Brasil se ha sostenido el mito de que somos una democracia racial, pero no es tan así y definitivamente no era así hace un siglo: eso intenté demostrar con este documental. Hubo jugadores negros a los que se les prohibió jugar en los equipos más importantes, en los comienzos del desarrollo del fútbol en Brasil. Me sorprendió mucho cuando supe que alguna vez la liga de fútbol de Río de Janeiro prohibía a los jugadores negros, y hasta expulsó y excluyó de las competencias a un único club que sí los aceptaba. Pensé en todo esto y en cuánto se ha hablado de la segregación racial en Estados Unidos, aunque rara vez se piensa en estas cosas cuando se habla de Brasil. Y eso fue parte de la realidad brasileña, también. No fue lo mismo, en Brasil la cuestión estaba más disfrazada, pero definitivamente quise revisar esa idea de “democracia racial”. 

–¿Es posible pensar en un “fútbol blanco” y un “fútbol negro”? ¿El documental pone las cosas en esos términos?  

–La cuestión es que, en los comienzos del fútbol en Brasil, la gente blanca jugaba un estilo distinto. Pero cuando los chicos pobres –los negros, aunque los pobres no eran todos negros– empezaron a jugar al margen de los ricos, empezaron a crear un estilo que era diferente: ese es el estilo que hoy se reconoce como el del fútbol brasileño. ¿Se entiende, verdad? Es ese juego tan técnico, de habilidad con la pelota, de tenerla y manejarla, llevarla... Los pobres, los negros, encontraron soluciones diferentes para resolver los problemas que el fútbol plantea dentro del juego. No podemos decir que hay un fútbol blanco y un fútbol negro, pero cuando vemos el fútbol brasileño –como cuando vemos jugadores negros jugando básquetbol en los Estados Unidos– sí podemos decir casi empíricamente que juegan distinto. Que no es lo mismo. Los deportistas blancos “aprendieron” de los chicos negros, de los chicos pobres. No es científico, claro, pero tal vez sí sea cierto. Los chicos que no podían jugar en las ligas principales de Brasil crearon su propio estilo, un nuevo estilo de juego. Ese estilo fue reconocido como algo nuevo en los años ‘40, después de la Segunda Guerra, cuando algunos equipos ingleses vinieron de visita a Brasil a jugar contra equipos brasileños y “descubrieron” que los brasileños jugaban un fútbol diferente. Se había desarrollado un estilo completamente distinto. Es parte de la historia. Ese aislamiento durante la guerra y durante casi la primera mitad del siglo hizo que los futbolistas brasileños desarrollaran un tipo de juego distinto. Bien podríamos decir que los cuatro futbolistas negros que integraban el equipo de Brasil que salió tercero en el Mundial de 1938 fueron los creadores de este estilo. 

–¿El racismo sigue siendo un problema hoy para el fútbol brasileño? 

–El racismo todavía es un problema en el fútbol brasileño, sí, aunque ya no dentro de la cancha, sino fuera: casi no tenemos entrenadores negros ni managers negros, salvo dos o tres. Y recientemente se ha empezado a ver con el público, a través de manifestaciones racistas de espectadores hacia jugadores. Con los nuevos estadios, los precios de las entradas son más caros, así que ahora sólo la gente de clase alta puede asistir a los partidos... y tal vez eso explique por qué hay expresiones racistas en las tribunas. No podemos asegurarlo, pero parece una buena explicación. Eso nunca había pasado antes y ahora sí está pasando, acaso como una imitación de lo que pasa en estadios europeos. Esas cosas a veces se copian de Europa y de Estados Unidos.

–El negro en el fútbol brasileño seguramente le permitió conocer muchas historias de vida. ¿Cuál le impactó más? 

–Encontré muchas historias interesantes, pero, definitivamente, la que más me tocó fue la de Dadá Maravilha, legendario goleador que jugó entre 1967 y 1984. El recién aprendió a jugar al fútbol cuando tenía 18 años. Había sido abandonado cuando era un niño, su madre había muerto, su padre lo dejó y tuvo que sobrevivir solo desde los 5 años. A los 18 entró en el servicio militar y allí empezó a jugar a la pelota. Aprendió muy rápido. Tenía habilidades naturales, corría muy rápido, saltaba muy alto –90 centímetros del piso sin carrera– y se dio cuenta de que el fútbol podía ser su única chance. Y metió 926 goles, más de 400 con la cabeza, tiene un montón de récords. Su historia de aprendizaje y superación es brillante. Habla de sí mismo en tercera persona, como si estuviera hablando de otro. Y es un tipo divertidísimo para contar su propia vida. 

–¿Y qué aprendió usted mientras dirigía este documental? 

–Aprendí cómo el deporte puede hacer que la sociedad se mueva, mejore y vaya hacia adelante. En Brasil, los cambios en el fútbol fueron fundamentales para que se produjeran otros cambios en la sociedad: el fútbol fue la vanguardia. La situación social de la población negra de Brasil hoy podría ser mucho peor de lo que es, de no haber sido por el fútbol. Fue muy importante para la sociedad brasileña haber tenido a Leónidas Da Silva, a Zizinho, a Didí, a Domingos da Guia y, por sobre todos ellos, a Pelé. El hecho de que Pelé se convirtiera en el rey del fútbol a los ojos del mundo fue un logro muy importante para que la sociedad brasileña se mirara a sí misma de otra manera. El no es sólo un brasileño, es un brasileño negro. Por eso es que tenemos un episodio completo dedicado a Pelé, él es un tema central de este documental. En mi punto de vista, él es tan importante para la historia de Brasil como Getúlio Vargas, que fue el presidente que cambió la historia brasileña. Pelé también la cambió. Su historia cambió la historia de Brasil. Pelé no tuvo una vida normal, fue reconocido como un genio cuando tenía 11 años y tratado como un rey casi desde ese momento. Durante muchos años, fue la única persona del mundo que no podía ir a ningún lado sin ser reconocida. Y creo que la sociedad brasileña no trata a Pelé como realmente él merece. Tenemos una relación contradictoria con él, de amor y prejuicio... y tal vez haya más de prejuicio que de amor.