La inteligencia y el oportunismo fueron vitales para que River pudiera quedarse con otro duelo ante su máximo rival. A pesar de que no desplegó un fútbol superlativo, con esos atributos le alcanzó para ganar en suelo visitante y volver a festejar ante Boca, como sucedió en marzo pasado en la final de la Supercopa Argentina. Y el triunfo de ayer tendrá mayor impacto todavía, si el tiempo avanza también a favor de River en la Copa Libertadores. Los jugadores formaron una ronda y se dieron el gusto de cantar y festejar en el centro de la Bombonera, ante un público sorprendido por la producción escasa de su equipo, que no pudo encontrar en ningún momento los caminos que lo conducían al éxito.
El único momento donde pareció que Boca podía revertir la situación fue el comienzo de la segunda parte, cuando arrinconó a River en su campo, pero no tuvo la profundidad necesaria para llegar al empate. En esos minutos hubo dos jugadas donde el local reclamó penal, pero el árbitro Vigliano no vio falta sobre Pavón, y la mano de Ponzio no la registró como intencional. De la misma manera, tampoco observó un codazo de Cardona sobre Enzo Pérez.
El resto del partido fue controlado por River, que a diferencia de lo que había declarado Lucas Pratto, aportó fútbol y estrategia para exhibir supremacía sobre su adversario. El primer punto donde acertó fue en ubicar un hombre (Exequiel Palacios) encima de Wilmar Barrios, el motor que hace funcionar a Boca. A partir de ahí, el resto se le simplificó al visitante para llevar el encuentro al terreno que más lo favorecía.
El trabajo del mediocampista de River, junto al experimentado Ponzio, le permitió tener el control de la pelota y tomar la iniciativa, lo que provocó que Boca tuviera que esperar en su campo para apostar al contrataque. Además, la capacidad de Gonzalo Martínez fue determinante en el inicio, y antes de retirarse lesionado a los 20 minutos, el ex Huracán ya había convertido el primer gol con una gran volea de zurda, y se había convertido en un problema sin solución para los defensores locales.
El técnico de Boca había presentado una línea de volantes con mayor capacidad para la recuperación de la pelota, y sin embargo el plan le salió mal con aquel acierto de su adversario sobre Barrios. Barros Schelotto decidió el ingreso de Cardona al final de la primera parte, pero el colombiano tampoco estuvo acertado en la conducción, y todo quedó supeditado a acciones individuales para poder desnivelar.
La posibilidad del empate estuvo latente para Boca, hasta que el ingresado Scocco definió con categoría luego de combinar con Quintero y Borré. El delantero remató cruzado y la pelota ingresó por el ángulo más lejano de Rossi. Boca se derrumbó anímicamente con esa jugada, y todo se le hizo más difícil. Para colmo, la figura de Armani apareció para evitar el descuento de Izquierdoz a través de un cabezazo.
Boca se quedó sin ideas para poder descifrar el laberinto en el cual lo hizo caer River, y cuando intentó recomponer su esquema tampoco aportó lo que necesitaba. Los enfrentamientos personales lo ubican a River ganador en dos oportunidades, y el 2018 finalizará, si no hay cruces por alguna Copa, como el gran dominador del año.