La parroquia María Reina, de México 1055 bis y la escuela de enfrente Paulo VI recibieron más de diez disparos en la madrugada del domingo, cerca de las 4 de la mañana, en un ataque con sello mafioso que es fácil de relacionar con las denuncias que el sacerdote  Juan Pablo Núñez sobre las situaciones de violencia que padecen los vecinos de barrio Larrea. El párroco primero alertó en los medios, hace tres años y medio. Hace un mes recurrió a las autoridades del Ministerio de Seguridad. Muy pronto recibió amenazas por la calle, y ayer por la madrugada, quienes siembran el terror sobre la vecindad pasaron a la acción a los balazos. 

Núñez dio misa normalmente el domingo, pese a que algunas balas impactaron en el altar. “Vi los impactos de bala en la puerta grande de entrada al jardín. Algunas balas impactaron directamente en el altar”, destacó ayer. Hace cuatro años y medio que está a cargo de la parroquia.

Para el religioso no hay dudas: fue un nuevo ataque narco. Desde que llegó al barrio, denuncia la violencia que sufre la gente del barrio de parte de los búnkers en los que se vende droga.

En los días previos al ataque, le advirtieron dos veces. Siempre lo hicieron chicos que, para él, son utilizados como soldaditos. “Uno me dijo que me callara, que agarrara plata y que si no me iban a pegar un balazo”, contó Núñez. La andanada de tiros llegó, contra la iglesia. “El barrio está lleno de búnkers, lo que genera violencia. Les roban a los chicos, a los padres de la escuela, se agarran a los tiros. Viene gente llorando que se quiere ir del barrio y no tienen cómo”, detalló.

“El narcotráfico es un tumor de nuestro barrio. Hasta que no me metan un tiro no van a parar”, agregó el párraco, quien puntualizó que “a la escuela Paulo VI asisten 1.100 chicos. Los vecinos me cuentan que los pibes no se pueden ni agachar a atarse los cordones en la calle porque les gritan y los amenazan. Lo mismo le pasa a los adolescentes y a los padres. Queremos que se tomen medidas, ya que no se puede vivir así”, cerró.