En los años ‘70, Marlon Brando acostumbraba llamar por teléfono a su amigo Harry Dean Stanton para conversar sobre actuación. “Me enseñó monólogos de Shakespeare de La Tempestad y Macbeth”, recordaba Stanton. Su soliloquio favorito era el de Macbeth en el que se afirmaba que la vida “es una historia contada por un idiota, llena de ruido y furia, que no significa nada”: Stanton solía recitárselo a sus amigos y extraños, y luego cerraba: “Gran parlamento, ¿eh?”. El sentido de la vida y la muerte, y si la existencia es algo más que un “agujero negro”, están también en el corazón de la última película de Stanton, Lucky, que se completó seis meses antes de su muerte, a los 91 años, el 15 de septiembre de 2017.
En Lucky, película que marca el debut como director de John Carroll Lynch, Stanton interpreta a un solitario llamado Lucky, quien en un pequeño pueblo del desierto californiano medita sobre su pasado y su mortalidad. El personaje parece un eco de la vida de Stanton: los guionistas Logan Sparks y Drago Sumonja se inspiraron en experiencias de uno de los actores más destacados de la era moderna. Lucky explica que su nombre viene de su tiempo en la Segunda Guerra Mundial, cuando sirvió al bordo del USS Landing Ship Tank 970, como el mismo Stanton. “Yo estuve en la batalla de Okinawa”, recordó el actor. “La gente que se dedica a la actuación hoy no tiene esa clase de experiencia de vida; yo vi la acción bélica a bordo de un barco. Fui condenadamente afortunado de que no me volaran en pedazos o me mataran”.
Stanton consiguió el trabajo tras la intervención de un tío que era marinero de carrera, y que le dijo que el trabajo más seguro en la Marina era como cocinero en una nave de suminstros. Lo que ninguno de los dos sabía era que el barco transportaba grandes proyectiles para las naves de combate y era un blanco constante para los bombarderos japoneses. Sparks, que fue amigo íntimo de Stanton por más de una década y también es coproductor de la película, dice: “Harry dijo que era aterrador, conque solo uno de esos proyectiles fuera alcanzado todo se podía convertir en una gran llamarada”. La experiencia le dio al actor una duradera conciencia de la fragilidad de la vida... aunque las preocupaciones por la longevidad no le impidieron ser un fumador empedernido durante siete décadas. Brando una vez lo amenazó con tirarlo por la ventana por encender un cigarrillo durante una cena en un elegante restaurante: en un segmento tomado de la vida real, Lucky fuma incluso mientras hace sus ejercicios diarios de yoga.
“Filmar fue un poco agridulce”, dice Sparks. “Harry decía que, pasara lo que pasara, esta iba a ser su última película. Conocía las escenas al dedillo y podía moverse alrededor de sus líneas sin esfuerzo. Estaba cautivado con hacerla, pero muchos de los temas lo enojaban. Estaba muy asustado y a la vez en paz, había una extraña dualidad. La última vez que lo vi fue en su casa, unos seis meses después de haber terminado la película. Estaba sentado en su sillón, muy enfermo, tosiendo. Me miró y dijo que estaba asustado. Luego intentó encender un cigarrillo y cuando le dije que esas cosas iban a matarlo respondió: ‘Eso espero’. Supe que era el principio del fin. Pescó una infección y murió de un ataque cardíaco. Yo estaba en el hospital tomándole la mano; le había prometido que iba a estar con él en el final, y me hace feliz haber cumplido la promesa”.
El último rol de Stanton es una adecuada caída de telón para una carrera maravillosa. Alguna vez dijo que “trato de poner en mis personajes los traumas psicológicos o conflictos que esté atravesando”: esto sucede en Lucky, sobre todo en una escena excepcionalmente emotiva en la que Stanton exhibe su don para evocar emociones dolorosas a través de la pura honestidad de su performance. Tarde en la noche, su personaje llama por teléfono a un amigo y le confiesa un recuerdo que lo ha atormentado toda su vida. “Cuando era chico y vivía en Kentucky tenía un rifle de aire comprimido que no disparaba derecho”, dice. “Estaba un día afuera disparándole a cosas, árboles, hojas, y había un ruiseñor en una rama cantando. Apunté el arma solo para asustarlo, apreté el gatillo y el canto se detuvo... el silencio que cayó sobre el mundo fue devastador”. Es un monólogo tan poderoso que cabe preguntarse si no será cierto. “Esa era una historia real, le pasó a Harry cuando era chico”, dice Sparks. “Me la contó una década atrás y quedé shockeado. Dijo que era el momento más triste de toda su vida”.
“Filmar la escena del ruiseñor realmente lo afectó”, continúa Sparks. “Yo lo llevaba al set cada mañana, y el día que se filmó el monólogo dijo ‘No quiero hacerlo’. Le dije que era una oportunidad para sacárselo del pecho, compartir ese dolor con el mundo. Se mantuvo en silencio un rato y dijo ‘Bueno, voy a darle una oportunidad’. Cuando terminó la escena no había nadie en el set que tuviera los ojos secos”.
Aun cuando era un joven actor, el aspecto de Stanton tenía un carácter único, una cara capaz de canalizar emociones horribles. Es parte de lo que lo hizo tan especial. Su rostro en Lucky es aún más magro que el de los días de la celebrada Paris, Texas, cuando estaba a fines de sus 50, pero esos distintivos ojos vacíos siguen impactando. Aunque irradian tristeza, también parecen decir que si perdés toda esperanza aún podés volver a encontrarla. David Lynch, quien aparece en la película y dirigió a Stanton en Twin Peaks, cree que “todos los actores coincidirán en que nadie entrega una performance más honesta, natural y verdadera que Harry Dean Stanton”
Stanton hizo más de 200 películas antes de Lucky, y solía bromear conque el mayor golpe para un ex marino era debutar filmando un documental sobre la Fuerza Aérea. En los años ‘50 y ‘60 hizo la ronda habitual de pequeños papeles en la televisión y en películas menores, a menudo interpretando a cowboys, oficiales de policía o perdedores de pueblitos y estafadores. Lo enorgullecía su pequeña y no acreditada aparición en El hombre equivocado, de Alfred Hitchcock. Empezó a salir de la oscuridad a fines de los ‘60, y empezó a tener pequeños pero impresionantes roles en algunas de las mejores películas de fines del siglo XX, incluyendo Al calor de la noche, La leyenda del indomable, El Padrino II, Alien y Repo Man. Durante Lucky podía compartir recuerdos de su carrera y, de manera nada sorprendente, destacaba una película en especial. “De la que más hablaba en el set era Paris, Texas”, dice Sparks. Esa obra maestra llegó cuando Stanton tenía 58 años y finalmente obtuvo una inesperada chance de un protagónico.
El director Wim Wenders, que terminó ganando la Palma de Oro en el Festival de Cannes, dijo: “Incluso cuando hizo Paris, Texas Harry estaba lleno de dudas, y teníamos que tomarle las manos cada tarde”. Stanton admitió que era “tímido” y que, aun en un estadio tan avanzado de su carrera, era un hombre “con una extrema falta de autoconfianza”. Pero su vulnerabilidad lo ayudó a dar la performance de su vida como Travis Henderson. Conjuró las dolorosas emociones de un alma perdida y abandonada. Wenders cree que eso tuvo mucho que ver con su esencial inocencia, el modo en que “podía conservar al niño que está muerto en la mayoría de los adultos”. Travis es un amnésico errante que, buscando el arrepentimiento, vuelve a la mujer e hijo que dejó misteriosamente cuatro años atrás. La escena en el Keyhole Club en la que habla con su esposa Jane (Nastassja Kinski) a través de un espejo de un solo lado es una de las escenas más conmovedoras del cine moderno.
Stanton era un maestro del pathos, sabía lo que estaba haciendo. “Paris, Texas me dio la posibilidad de interpretar la compasión, con una C mayúscula”, dijo. “Me gustó el guión, la cinematografía, la música de Ry Cooder, el elenco... Además, fue mi primer protagónico. Un protagónico romántico”. Partes de Lucky traen reminiscencias de Paris, Texas. Las imágenes de Stanton caminando por locaciones desiertas, y la sensación de un hombre perdido a la vez en el salvajismo de la naturaleza y en sus propios pensamientos: todo eso fue hecho intencionalmente. “El quería hacer un homenaje”, dice Sparks. “Siempre pensé que Paris, Texas es un film muy europeo. Atraviesa lo americano desde una perspectiva europea. Si crecés en Arizona estás acostumbrado a los espacios abiertos. El comienzo de Lucky es como las piezas de un mosaico, con este personaje que básicamente nace en el desierto”.
Stanton nació el 14 de julio de 1926 en West Irvine, Kentucky. Imaginó ser actor desde el momento que, siendo niño, salió de una sala de cine “pensando que era Humphrey Bogart”. En 1979 interpretó a Asa Hawks en El profeta del odio, la adaptación que John Huston hizo en 1979 de la novela de Flannery O’Connor Wise Blood. Además de ser fan de los libros de O’Connor, estaba encantado de trabajar con quien había dirigido a Bogart en Huracán de pasiones, que había visto en 1948. “Trabajé con los mejores directores. Martin Scorsese, John Huston, David Lynch, Alfred Hitchcock”, dijo en 2013. Su crecimiento en una familia baptista sureña no fue muy feliz. “Mis padres no eran compatibles. Creo que no tuvieron una buena noche de bodas y yo fui el producto de eso. No eran muy cercanos”.
Stanton solía hablar de su infancia con Sparks. “Su madre estaba muy al tanto de su éxito”, dice. “Su padre, Sheridan, era llamado ‘Shorty’, era muy bajo. Era barbero en West Irvine y Harry acostumbraba bromear sobre eso: ‘Si creés que West Irvine es pequeño, deberías ver East Irvine’. Su padre también trabajaba como granjero de tabaco y Harry decía que era un hombre muy serio, de una generación diferente”. Antes del divorcio de sus padres, Stanton a veces escapaba de sus peleas poniéndose a escuchar discos. La música siguió siendo un amor verdadero a través de toda su vida. Luego de un intento de estudiar periodismo radial en la Universidad de Kentucky, respondió a un aviso del diario local que pedía cantantes y salió de gira con un grupo coral, cantando en ayuntamientos y tiendas de departamentos. “Siempre fui cantante. Canté en la escuela, en clubes, fui solista. A los cinco años ya cantaba. Tuve mucho entrenamiento vocal, y fui bendecido con una buena voz y un buen oído para la música”, explicó.
Una de las razones por las que tenía tan buenos recuerdos de La leyenda del indomable, donde compartió cartel con Paul Newman, es que tenía que cantar: “Me gusta cantar, y fue divertido”. En esa película de 1967 interpreta cuatro canciones, incluyendo una cautivadora versión del gospel “Just a Closer Walk with Thee”, que hizo llorar a su compañera actriz Jo Van Fleet. El hombre de Kentucky amaba la música nostálgica, especialmente la canción tradicional mexicana “Canción Mixteca”, que canta en Paris, Texas con Cooder en guitarra. Le dio crédito al legendario guitarrista por llevarlo a tocar música nuevamente. “Ry fue el que consiguió hacerme cantar de adulto. Desde entonces estuve cantando por América e incluso Australia”, dijo. Actuó con Joan Baez, Bob Dylan, Leon Russell y Willie Nelson. Kris Kristofferson y su ex novia Debbie Harry escribieron canciones sobre él, y en 2014 lanzó el disco Harry Dean Stanton: Partly Fiction, que incluye una gran versión de “Hands on the Wheel”, un hit de Nelson.
Los visitantes de su hogar en las colinas sobre Los Angeles podían sorprenderse con el felpudo que anunciaba “Bienvenidos OVNIs”, una gran fotografía de un bebé en la puerta de su heladera —que no era suyo sino de su guitarrista amigo Dave Stewart y Siobhan Fahey— y la impresionante colección de instrumentos en las paredes. Había guitarras acústicas y steel guitars perfectamente afinadas, banjos y mandolinas. También hace música en Lucky: toca “Red River Valley” en la armónica y canta una emotiva versión de “Volver, Volver” en una fiesta. También tocó en la boda de Sparks, poniendo su estilo al clásico de Roy Orbison “Blue Bayou”. “Harry solía decir que había sido padrino del primer matrimonio de Jack Nicholson... y de su primer divorcio”, recuerda Sparks. “Fue padrino en mi casamiento en 2015, en mi patio trasero en Hollywood, algo poco convencional: había una orquesta de desfile, una réplica del Tardis de Doctor Who... y mi esposa estaba embarazada de siete meses. Mientras ella caminaba por el pasillo, descalza en su vestido rojo y con “Wouldn’t it Be Nice” de Beach Boys, Harry detuvo la ceremonia y dijo ‘Este es el casamiento más condenadamente loco en el que haya estado’. Todo el lugar estalló en risas, y empezamos de nuevo”.
Stanton fue muy amigo de Nicholson, y ambos compartieron cartel con Brando en Duelo de gigantes, dirigida por Arthur Penn en 1976. Sus fiestas post filmación eran tan intensas que fueron invitados a dejar el motel local. Stanton dijo que le debía mucho al consejo de Nicholson de que había que comportarse en pamtalla como en la vida real. Vivieron juntos en Laurel Canyon tras el divorcio de Nicholson en 1968, y jugaron un montón de golf. Stanton dijo sentirse sorprendido “de tener una verdadera habilidad para el juego”.
Mucho de Lucky tiene que ver con la longevidad, y la vida de Stanton estuvo llena de amistades duraderas, también con Lynch. El actor lo persuadió de interpretar a Howard en la película, un personaje que está buscando a una tortuga perdida llamada Roosevelt. “Harry y David eran mejores amigos”, dice Sparks. “Tenían una gran relación. David solía ir a lo de Harry a ver programas televisivos de juegos de los años ‘70. Lo que más les gustaba era sentarse en el sofá de Harry, fumar y no hablar. Harry solía citar a Charles Bukowski todo el tiempo sobre cómo tu familia podía ser una mierda pero podías elegir a tus amigos”.
Stanton parece haber sido un hombre de contradicciones. Amaba el History Channel, la literatura de Gertrude Stein y las partidas ferozmente competitivas de Scrabble. También era un hombre que se contentaba con pasar horas viendo programas de juegos o del canal judicial. Una vez dijo que había dejado de jugar al poker porque había perdido cientos de miles de dólares. ¿Quizá esos ojos tristes eran el resultado de una mano floja? Sparks reconoce en el actor una naturaleza dual. “Harry era muy compasivo y tenía un gran corazón, pero también era rápido para mandarte a la mierda”, dice. En Hollywood circuló una pena genuina cuando partió, por parte de las muchas estrellas cuya vida tocó. Sean Penn lo llamó “el más gentil, amable, ordinario y filosófico viejo bastardo que podríamos haber conocido”. Dennis Quaid, quien fue su asistente en Duelo de Gigantes, lo describió como “un mentor para toda la vida, amigo y figura paterna”. Su ex pareja Rebecca de Mornay, que lo conoció cuando filmaron Golpe al corazón en 1982, dijo que seguían siendo amigos años después de separarse, y que seguía viendo con cariño aquellos días. “El me sedujo, y yo era 33 años menor. Tenía una gran frase de levante: ‘¿Creés en la magia?’”.
Stanton también disfrutó sus nexos con el público. “Parte de la razón por la que era un actor tan poderoso es que era muy real en pantalla”, analiza Sparks. “La gente común reconocía cosas de él en sus propias vidas. Se vinculaba con él. Se le acercaban personas que le decían que le recordaban a sus padres. Escuché a mucha, mucha gente decirle que por su trabajo en La chica de rosa habían conseguido mejorar la relación con su propio padre. También podían acercarse muchos fans de la ciencia ficción a decirle que les había encantado su personaje en Alien. Era uno de los iconos norteamericanos, y no sabemos qué hacer ahora sin él”.
Además de todas sus películas, Stanton tuvo una larga carrera en la televisión, desde La ley del revólver en los ‘50. Uno de sus mejores papeles fue como Roman Grant en Big Love (HBO), que se emitió entre 2006 y 2011: fue trabajando allí que conoció a Sparks. Lo llevé en el auto una vez y congeniamos de inmediato, nos hicimos amigos”, recuerda él. “Llevábamos quince minutos manejando, él estaba fumando y recuerdo claramente lo primero que me dijo: ‘Hey, ¿podés recordar dónde estabas antes de nacer?’, soltó de repente. Le dije ‘bueno, sabés, no, no puedo’. Harry hizo una pausa y dijo: ‘Bueno, ¿qué te hace pensar que haya algo después?’”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para PáginaI12.