El futuro del sistema universitario y científico depende de la formación de sus trabajadores/as. Sin embargo, en la base de la pirámide el ajuste pega con más fuerza con puestos precarios y hasta sin salario. Si estos miles de educadore/as y científico/as dejan sus trabajos, por la estructural ausencia de salarios para docentes ad-honorem, y estipendios por debajo de la línea de pobreza para los/as doctorandos/as, sumada la reducción de cargos que expulsa del sistema, ¿quién tomará las riendas de la educación universitaria y de la producción de ciencia y tecnología?

La docencia ad-honorem (sin salario) tiene más de 100 años en Argentina. Los llamados profesores suplentes recibieron salario recién en el marco de la Reforma de 1918. Sin embargo, en los ‘80 se reconstruyó la universidad pública con dedicaciones simples a la docencia y, progresivamente, con cientos y luego miles de docentes ad-honorem. En 1992 había 4.480 docentes ad-honorem sólo en la UBA. Con los años, devino el mecanismo (informal) de acceso a la docencia universitaria. Los concursos, que se realizan a cuentagotas y que muchas veces son digitados desde las gestiones, se ganan con experiencia previa, la cual sólo se consigue siendo docente ad-honorem. 

El último “Programa de Rentas” data de 2007 y creó 2000 rentas. Es así como llegamos a 7237 docentes ciento por ciento ad-honorem en la UBA en 2011, último dato publicado, a los que se deben sumar quienes dan clase sin nombramiento (así no engordan las estadísticas de docentes sin salario) y quienes tienen más de un cargo y perciben salario para al menos uno. Mientras la docencia universitaria asalariada debe conformarse con un aumento al menos 16 puntos por debajo de la inflación, la solución a la docencia ad-honorem es una utopía. Y, aunque los gremios independientes de las gestiones y el gobierno siguen peleando, es de esperar un éxodo docente ante un escenario nacional de crisis que exige dedicar esas horas a trabajos remunerados. Seguramente sus reemplazantes acepten tales condiciones extorsivas y parecería que todo sigue igual pero no; la calidad académica es directamente proporcional a la experiencia del plantel docente. Cambiar profesores como figuritas va en su detrimento con consecuencias sobre la calidad de profesionales que se harán cargo del país en el futuro.

En el sistema científico el eslabón más débil, y numeroso, son las/os becaria/os de doctorado y postdoctorado (11.385 del Conicet, más los de la Agencia y de Universidades Nacionales). Estos profesionales que en el segundo caso incluso tienen un doctorado, son trabajadore/as precarizado/as, sin derechos (aguinaldo, indemnización, etc.). El ingreso percibido por un becario/a de doctorado es de $21.517,31 en GBA, luego de haber conquistado, movilizaciones mediante, la paritaria de los/as trabajadores estatales que el gobierno negaba a lo/as becario/as. Este ingreso está muy lejos de ser competitivo con las potencias del mundo (en Estados Unidos un doctorando gana alrededor de 2500 dólares y en Francia, 1400 euros neto) que son polos demandantes de investigadores/as. 

Además, desde 2016 el ingreso a carrera del investigador/a del Conicet, un puesto estable y en blanco luego de 7 años de becario/a precarizado/a, se reduce drásticamente. De los más de 900 cargos otorgados en 2015 se pasó a menos de 400 en 2016, 450 en 2017 y, si el FMI lo permite, serán 450 en 2018. Hay cientos y habrá miles de doctores sin trabajo y que, o bien emigran, o bien trabajan en puestos que requieren menos calificaciones, perdiéndose un activo indispensable para el desarrollo. El Conicet es la única alternativa pues las universidades están aún más ajustadas y porque las empresas que operan en Argentina son débiles en la producción de tecnología local y por ende no demandan doctores, siquiera las multinacionales. De modo que, aún precarizado/as y con ingresos que post paritaria superan la línea de pobreza familiar pero por $800 en GBA, la mayoría de lo/as becario/as no tiene garantizada su continuidad laboral. Se extinguen líneas de investigación y se hipoteca el futuro de Argentina en un capitalismo donde el poder y desarrollo dependen más que nunca del conocimiento y la innovación.

Argentina está lejos del desarrollo, pero el desmantelamiento de su sistema universitario y científico público la está alejando de ese objetivo a la velocidad de la luz.

* Doctora en Economía. Docente UBA. 
Investigadora de la Universidad París 
Descartes, Francia.