El Messi de las finanzas, que jugaba en la Champions League, fue expulsado del equipo que ni los más fanáticos del macrismo se animan ahora a mencionarlo como el mejor de los 50 años. Luis Caputo abandonó la presidencia del Banco Central luego de una gestión de 103 días, la más breve en 28 años y dejando la inflación (la de septiembre) también como la tasa mensual más elevada en casi tres décadas. Será reemplazado por Guido Sandleris, mano derecha del ministro de Economía, Nicolás Dujovne, y proveniente también de la escudería Universidad Di Tella. Quien fuera el ministro de la Deuda y luego pasó a ser el mesadinerista principal del Banco Central, se va del gobierno el día después de que el presidente Mauricio Macri buscara reconquistar Wall Street y antes de cerrar un nuevo acuerdo con el FMI. El ministro Nicolás Dujovne anunció que hoy se anunciará ese pacto y la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, lo confirmó en un tuit, al señalar que “tuve una muy buena reunión con el Presidente Macri. Estamos cerca de concluir con nuestros funcionarios la revisión del acuerdo entre la Argentina y el FMI, una decisión que quedará sujeta a la aprobación de nuestro Comité Ejecutivo”.
Fue el organismo financiero internacional el que le bajó el pulgar a Caputo, lo que explica la interna con Dujovne, quien se ha convertido en el más fiel ladero de las exigencias del Fondo, hasta un nivel que los burócratas de Washington le dicen que no exagere. Macri confirmó la influencia del FMI en los cambios del Central, al decir que Sandleris le genera confianza a Lagarde y que ella esta contenta con esa designación.
El dólar en el segmento mayorista subió apenas se conoció la noticia hasta 39,30 pesos, para cerrar a 38,10 pesos por la expectativa de un pronto acuerdo con el FMI; las acciones iniciaron la rueda con una leve baja para cerrar con un alza de 2,6 por ciento; y los bonos en dólares mejoraron hasta 1,5 por ciento (ver aparte). Queda claro que a los grandes inversores del mundo de las finanzas ya no les importa quien esté al mando de la economía en Argentina, ya sea en el Banco Central o en el Ministerio de Economía, mientras esté presente el Fondo Monetario vetando funcionarios y definiendo la política económica de Macri, además de, fundamentalmente, entregar los dólares para garantizar el pago de los intereses y capital de la deuda.
El JP Morgan, donde trabajó Caputo y banco que fue uno de los privilegiados en las emisiones de deuda mientras él fue secretario y luego ministro de Finanzas, distribuyó un reporte a sus clientes con un título explícito: “Argentina: Caputo kaput”. Después del fracaso estrepitoso de una gestión que combinó “academia” y Twitter, con Federico Sturzenegger y Lucas Llach, el Gobierno reincide con esa fórmula con Guido Sandleris y Verónica Rappoport (ver aparte). En el medio, la apuesta fue que dos mesadineristas, Caputo y Gustavo Cañonero, pudieran controlar el mercado cambiario, lo que no consiguieron. Cañonero, por su fluida relación con Alejandro Werner, director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, mantuvo el puesto de vicepresidente del BC.
El aspecto que no varió en la administración del Banco Central en esas dos gestiones fue el despilfarro de reservas (sólo en lo que va de este año suma 30.200 millones de dólares), la política monetaria errática con subas y bajas de la tasa de interés hasta catapultarla hasta el 60 por ciento anual y la devaluación de la moneda, al subir la paridad de 17 a 40 pesos. Todo en función de garantizar ganancias extraordinarias para los principales jugadores del mundo de las finanzas, primero con la bicicleta de las Lebac, pasando por los contratos futuro, para finalmente regalar dólares baratos mientras la cotización del verde cotizaba a valores superiores a los de mercado.
Con el golpe del FMI en el Banco Central le resultará complejo a la inmensa legión de economistas de la ortodoxia, acompañada con sus fieles voceros, postular la necesidad de la “independencia” de la autoridad monetaria. El Poder Ejecutivo a cargo de Macri hizo y deshizo la conducción del BC, hasta terminar colocando como nuevo titular a un funcionario de Economía. Caputo se despidió con un breve comunicado, diciendo que la renuncia se debe “a motivos personales”, alentando que “el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional reestablecerá la confianza acerca de la situación fiscal, financiera, monetaria y cambiaria”, y agradeciendo a Macri “por la confianza depositada en él” para ocupara diferentes cargos. Desde Nueva York, la delegación presidencial dejó trascender a través de medios oficialistas que consideran “un desplante” el día elegido para anunciar el alejamiento de la conducción del Central.
Sandleris no esperó mucho para difundir el primer comunicado de su gestión, afirmando que está muy contento de haber sido nombrado al frente al Banco Central, sin hacer mención a Caputo, en otra muestra de la escasa armonía que existía en el equipo económico. Como si el problema principal que enfrenta la autoridad monetaria no fuese la corrida cambiaria y las tasas de interés elevadísimas que están ahogando a la actividad productiva, Sandleris indicó que “el objetivo principal del Banco Central es reducir la inflación. Trabajaremos para recuperar la estabilidad y previsibilidad de precios que la economía argentina tanto necesita”.