Hoy a las 23, FOX Action estrena la sexta temporada de Homeland, marcada por la vuelta de Carrie Mathison (Claire Danes) a los Estados Unidos y una agenda global mutante. Los últimos años tuvieron a esta ex chica de la CIA con su mira puesta contra el terrorismo viajando por Afganistán, Irán, Pakistán, Venezuela y Alemania. En estos nuevos doce episodios, además de otro arco argumental, sobrevuela un aire de renovación pese a que se mantienen varios de los personajes principales, como su mentor Saul Berenson y el siempre oscuro Dar Adal. Otro de los que retornará es el agente Peter Quinn, quien había quedado comatoso al final de la última temporada. Toda la trama parece lucubrada con lo que se creía sucedería en la realidad (es decir, con una mujer en el Salón Oval) pero ni el más alocado de los guionistas hubiera previsto el giro de las últimas elecciones. Aún con el foco un tanto borroso, los planteos de Homeland siguen teniendo vigencia.
La historia comienza con Carrie asentada en Nueva York, un poco más cuerda que en años anteriores, donde colabora con una fundación que ayuda a los musulmanes en su país. Quinn, por su parte, desea olvidarse de todo a base de drogas ilegales. Los acontecimientos principales giran alrededor de una flamante presidenta en la Casa Blanca. Elizabeth Keane está dispuesta a rever las estrategias contra el terrorismo, completar las misiones en el extranjero y desmilitarizar la agencia. “Ella es un poco Hillary Clinton, un poco Donald Trump y un poco Bernie Sanders”, manifestó el productor, Alex Gansa. La transición presidencial y las luchas de intereses marcan el pulso de los primeros capítulos. Por ahí alguien lanza que “no sé si el pueblo recibe lo que pensó” y en medio de los preparativos de la asunción aparecerán operativos de contrainteligencia, atentados, y las libertades individuales siempre coartadas. “Este país se volvió loco después de lo del 11-S y nadie sabe eso mejor que yo”, dice en algún momento Carrie y cualquier seguidor le dará razón.