Qué triste papel el de un país en que el Presidente anuncia su intención de presentarse a la reelección en los Estados Unidos, mientras Christine Lagarde le pide la renuncia al presidente del Banco Central (BCRA) por haber osado intervenir en el mercado de cambios.
¿Habrá molestado el aumento del swap chino en este marco geopolítico de guerra comercial? ¿O lo que servía para que el FMI desembolse menos, enojó a otra superpotencia? Lo que en 2014 eran papelitos de colores se convirtieron en yuanes. Caputo pasando la gorra, parecía haber leído a Deng Xiao Ping; no importa el color del Gato sino que cace ratones, en la era de Tom y Jerry. Pero Tom no puede o no quiere.
Ya no hay disimulo alguno: el FMI está al pleno comando de la política económica. Y Dujovne y Sandleris serán meros ejecutores del FMI. Un absoluto papelón.
Un pésimo precedente a futuro porque el FMI, que a lo largo de estas décadas ha empleado el mismo menú de política económica para los distintos países haciendo abstracción de su estructura económica, idiosincrasia y coyuntura, vuelve a impulsar una nueva devaluación al atar de manos al BCRA. En un país, además, que ya ha devaluado un 91 por ciento su moneda y no ha solucionado su déficit externo al devaluar, por ser un país dolarizado.
Así, lo que puede funcionar en otro país para reducir el déficit de cuenta corriente al alto precio de una recesión y caída de salario, se vuelve aquí un sacrificio inútil, que redundará en una aceleración inflacionaria, recesión, mayor desconfianza y grave deterioro de la solvencia en un marco de crisis productiva y social.
Hay tres malas noticias que desmantelan la precaria pax cambiaria de estos 10 días.
1) El monto del acuerdo con el FMI es mucho menor a lo esperado y no alcanza para cubrir las necesidades financieras, fiscales y externas
2) Se limita la capacidad de usar instrumentos para estabilizar en un contexto de crisis y en particular el uso de reservas, que serán inferiores a lo esperado y que sólo servirán para pagar la deuda estos dos años, pero no para evitar una devaluación
3) Se despide a funcionarios que se atrevan a salirse mínimamente de los dictados del FMI, aunque más no sea para estimular a capitales de corto plazo a complementar los insuficientes fondos del FMI, estabilizar el mercado de cambios y hacer creíble por unos días un Presupuesto elaborado para la Isla de la Fantasía donde el dólar quedará a 40 por todo 2019.
Así será difícil “seducir a Wall Street” para volver a lubricar la cadena de la bicicleta financiera, que posibilite un nuevo endeudamiento en el mercado y haga posible una cierta y temporal estabilidad cambiaria.
La burocracia del FMI parece haber ha impuesto nuevamente una “libre flotación” que implica que el “mercado” seguirá manejando a su antojo el tipo de cambio, mientras el BCRA es independiente. Independiente de una política de estado, pero plenamente dependiente de los dictados del FMI.
En esta absoluta incertidumbre, mientras no se toma una sola medida para retomar el crecimiento y resolver los desequilibrios externos, habrá presiones devaluatorias por una mayor demanda de dólares, sin oferentes con el BCRA corrido de la escena, los exportadores esperando mejores precios, los importadores demandando más dólares y los especuladores fugando divisas.
En el ínterin los argentinos seguimos sin saber cuales serán los términos de un “Acuerdo” y las condicionalidades de política. Lo cierto es que Macri ha atado su suerte al FMI. Hemos cedido todo vestigio de soberanía. No se plantea ninguna solución de fondo: Nada de frenar la apertura importadora para frenar el déficit externo y reanimar a una industria nacional en agonía, ningún control a los capitales especulativos, ninguna medida política monetaria o fiscal que nos permita crecer, frenar la inflación y lograr estabilidad financiera y aliviar la pavorosa crisis social.
Alejandro Vanoli: Ex presidente del Banco Central.