En mayo del año pasado Claudia Vásquez Haro, referente de Otrans Argentina, logró sobrevivir en su casa a un intento de transfemicidio. Un hombre de 25 años se le acercó para contarle que había leído sus publicaciones en Facebook y que la admiraba como defensora de los derechos humanos. Conversaron en otras oportunidades en la calle y en una ocasión la acompañó hasta la casa. Un día el hombre le tocó el timbre, charlaron y le pidió permiso para pasar al baño. En ese momento comenzó una de las peores pesadillas en la vida de la militante trans. Una vez en la casa, el sujeto la atacó a botellazos. Claudia se defendió y el atacante huyó. Hoy el agresor está procesado por tentativa de homicidio por odio a la identidad de género (intento de transfemicidio) y tentativa de femicidio (artículo 80, incisos 4 y 11 del Código Penal). Un fallo histórico que reconoce este ataque como delito de odio. No obstante, la defensa del atacante reclamó que se cambie la calificación legal. El agresor vive a 15 cuadras de la casa de Claudia Vásquez Haro, en La Plata.
“Después de vivir esta situación límite, la preocupación sigue latente. El Estado nunca ofreció garantía ni resguardo a mi seguridad. Lo único que me dieron fue un mecanismo que no es como el botón antipánico que otorgan en Capital. Si sentís un peligro inminente, tenés que buscar el celular, ubicar el contacto y recién entonces podés enviar el alerta”, describe la referente de Otrans.
La abogada patrocinante de Claudia Vásquez Haro es Luciana Sánchez. El CELS se presentó en la causa como amicus curiae y pidió que “se tenga en cuenta que soy defensora de los derechos humanos de uno de los colectivos más vulnerables, el colectivo trans y travesti. Llegaron más de 50 adhesiones y notas de preocupación de organizaciones de todo el mundo”.
Un motivo de indignación de la referente es que “tenemos compañeras con la salud muy comprometida, que están muriéndose en la cárcel por enfermedades crónicas sin atención y ni siquiera les conceden arresto domiciliario. No es por un afán punitivista que me preocupe que este individuo tenga prisión domiciliaria. Lo que me preocupa es el riesgo de que vuelva a atacarme y la injusticia de que él reciba este trato por parte de la fiscal Ana Medina –ella pidió la domiciliaria– mientras a las compañeras trans y travestis se las discrimina al punto de dejarlas morir en la cárcel. La fiscal Medina solicitó prisión domiciliaria para un autor de tentativa de transfemicidio. El juez Pablo Raele dijo que no. Y la Cámara, en segunda instancia, accedió al pedido de la fiscal Medina y envió a su casa a alguien capaz de cometer un delito de odio contra nosotras”, denuncia Claudia Vásquez Haro.