Mientras se discutía la legalización del aborto escuchábamos en el Congreso que tanto quienes estaban a favor como quienes estaban en contra le daban a la Educación Sexual Integral (ESI) un rol central en sus argumentos. Resultaba sorprendente ver que quienes habían obstaculizado históricamente la implementación de la ESI y la ampliación de derechos sexuales y derechos reproductivos estuvieran enarbolando sus banderas.
Estos mismos sectores comenzaron en las últimas semanas una campaña del miedo, del engaño, de la confusión, planteando que la ESI invita a niñas y niños a desnudarse y tocarse en el aula, muestra escenas de sexo explícito y promueve la pornografía, entre otras falsedades. Estos ataques a la ESI reflejan un profundo desprecio por nuestras leyes y por los derechos adquiridos por la niñez en nuestro país. La ley 26.150 fue debatida y consensuada como pocas en nuestra historia y sus lineamientos curriculares se sustentan también en discusiones y acuerdos alcanzados por especialistas en la materia. Sus contenidos no son caprichosos, son pertinentes a cada nivel educativo y enseñan a expresar emociones y afectos, a cuidar el cuerpo propio, a respetar a las demás personas, brindando información científica y confiable, para promover una sexualidad plena albergando las diversidades.
Con argumentos falaces, quienes quieren hacer retroceder las prácticas educativas al más profundo oscurantismo, sostienen que la educación sexual viola los derechos de las niñas y los niños y de sus familias. Muy por el contrario, la ESI les reconoce como sujetos de derecho y resulta un instrumento fundamental para visibilizar y abordar situaciones ligadas a vulneraciones de derechos: infancias violentadas por maltrato y abuso sexual, embarazos no intencionales, discriminación por orientación sexual o identidad de género, relaciones afectivas deterioradas por vínculos nocivos y diversas violencias. Mientras la propuesta del sistema social es mercantilizarlo todo, la ESI nos señala un camino para retomar el respeto por las subjetividades, la afectividad y la sexualidad como una dimensión fundamental de las personas.
En esta particular coyuntura el equipo docente del Postítulo de Educación Sexual Integral del Instituto Superior del Profesorado Joaquín V. González, como responsable de formar docentes para la ESI, y en alianza profunda con niñas, niños y jóvenes y sus familias que respetan sus derechos fundamentales queremos expresar nuestra más fuerte convicción en la defensa de lo avanzado en la valoración por la libertad, el respeto y el cuidado integral de la sexualidad en la escuela.
Convocamos a la comunidad educativa a hacerse eco de esta defensa y a reclamar por la implementación plena de la Educación Sexual Integral en todas las instituciones educativas del país.
Viviana Mazur; Coordinación Académica del Postítulo Especialización Docente de Nivel superior en Educación Sexual Integral del Instituto Superior del Profesorado Joaquín V González.