Dos años atrás, bajo la presidencia de Barack Obama, el gobierno estadounidense daba feliz noticia: que el billete de 20 dólares –una de las monedas con más circulación en el país del norte– cambiaría su efigie. Confirmaban entonces que, para el año 2020, el rostro de la legendaria activista Harriet Tubman (1820-1913), icono de la lucha por los derechos civiles, desalojaría al perenne Andrew Jackson (1767-1845) en un gesto no carente de justicia poética. Finalmente, se destronaría al séptimo presidente de los Estados Unidos, un ferviente esclavista devenido héroe entre supremacistas blancos, por una mujer afroamericana y esclava, líder abolicionista y sufragista. Una damisela que, tras huir de sus amos, regresó al sur y realizó decenas de expediciones para liberar a otrxs esclavxs, con tanto éxito su empresa humanitaria que pronto comenzó a ser conocida con el bíblico mote de “la Moisés negra”. Pues, bajo la administración de Donald Trump, habemus stop al reivindicativo plan: el Departamento de Tesoro ha dicho que no hay intención de rediseño, y el propio Donald descalificó la propuesta tildándola de “pura corrección política”, a la par que glorificaba a Jackson, símbolo de opresión racial, que antaño consumó la política de expulsar a lxs nativxs americanxs de sus tierras legítimas en una campaña de limpieza étnica que provocó miles y miles de muertxs.
En miras, pues, de la desdeñable decisión del actual mandatario norteamericano, un joven diseñador –con actual residencia en Nueva York– ha dado un proactivo paso hacia adelante para modificar el actual billete de 20, creando un sello que permite que cualquier humano pueda estampar la cara de Tubman sobre la moneda circulante, sin que quede ni pista de Andrew Jackson. “Estados Unidos tiene un serio problema de representación. A quién elegimos honrar como sociedad afecta nuestras actitudes morales a medida que crecemos. El impacto de ver el rostro de Harriet Tubman no debe subestimarse: puede influenciar de manera sutil pero profunda la concepción que alguien tiene de sí mismo y de su lugar en la sociedad”, advierte Dano Wall, el artista en cuestión, que ha liberado el diseño de su adminículo para que cualquier persona –con acceso a una impresora 3D, dicho sea de paso– pueda crear su propio sellito Tubman. “Si más y más personas plantan su efigie, quizá el plan original, ahora abandonado, pueda volver a discutirse”, sueña el esperanzado muchacho, cuyos planos de impresión 3D pueden downlodearse gratuitamente en tubmanstamp.com.