Exploraciones de todo tipo en un recorrido que descubre las creaciones de Ana Inés Castelli, como zona de taller “de un idioma inventado, un territorio inestable, un espacio imaginario”. El eje de “Cocoliche” se centra en las cosas que estimulan a esta artista, con las que fue entablando un lenguaje de afecto. “Partes de un todo siempre en movimiento que me construye y me interpela, ingredientes que son motivo y objeto de los dibujos que hago”, revela Ana, que nació en Bahía Blanca pero es ciudadana platense desde hace veinte años. Trabaja con técnicas y materiales sobre los que indaga con curiosidad, porque no siempre respeta la forma óptima de ser usados sino que más bien prueba y ensaya el error. Así se sorprende para ver qué posibilidades expresivas pueden surgir. Hay papeles de colores, fotocopias, restos de dibujos y de grabados, crayones, lápices, tintas, pasteles al óleo, a la tiza, sellos, estilográficas, microfibras, témperas, acrílico, stencils, telas e hilos; todos materiales de su fábrica manufacturera. Además, de mezclar “Cocoliche” propone viajes a otros tiempos. Hay objetos que pueden ser regalos de familiares y amigxs, cosas heredadas y rescatadas. En cualquier caso, siempre retazos del camino que recorre en su búsqueda creativa. Y libros, claro. Libros que ha leído en diferentes etapas “pero todo mezclado”, hace hincapié Ana. “No hay una franja que diferencie literatura por edades porque nunca fue una clasificación a la que le diera especial importancia”, define. Sin embargo, agrega: “Lo que sí es fundamental es que circulen las palabras. Y las lecturas, porque en ilustración, otro material tan importante como un color o un pincel, es la palabra escrita y leída. La interpretación del texto, las decisiones sobre qué rescatar para contar con la imagen y cómo usar el lenguaje visual para eso”. 

Otro aspecto presente en “Cocoliche” es el momento de la documentación y la indagación en los proyectos. Porque Ana rastrea información sobre todos esos mundos por recrear. “Claro está, que no todo se mantiene dentro de unos contornos precisos. Se manifiesta eso que se sale de los bordes: garabatos al margen, dibujos hechos porque sí, derivas. Y muchas preguntas”, dispara.

De chica, Ana Inés dibujaba de todo, animales, bichos, gente, y se acuerda que le encantaba hacerlos “con los pelos de punta”. También pensaba cosas como: “si miro mucho un lobo y dibujo cada pelo que tiene, podré lograr que mi dibujo se parezca al lobo”. Observar detenidamente para dibujar, era una de sus claves. 

Su trabajo como ilustradora se nutre de su etapa como estudiante en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata, donde se graduó como Diseñadora en Comunicación Visual. Rescata que en su vida fue fundamental poder estudiar en la universidad pública, “me enamoré completamente de ese mundo”, afirma. Y sobre su muestra expresa: “Cocoliche es como una lengua a medio camino entre lo que se hereda y se descubre. Un rejunte de hallazgos. Una forma de perderse y estar. Una colección de caprichos. Una sumatoria de intentos. Un dibujo improvisado. La aparición de una ilustración”. En su mundo de dibujos y textos, firma sus proyectos como Piper Tu, que significa “pequeño pajarito” en holandés, entonces, como un collage de letras su nombre y sus manos levantan vuelo, devienen imágenes y se vuelven palabras para pensar(se). Ó

En El Hormiguero Espacio Cultural, junto a la muestra Trastienda, de Francisco Ratti. Calle 35 Nº1158, entre 18 y 19, La Plata.