Hay enojo entre las mujeres brasileñas. Cuando faltan días para las elecciones presidenciales, el candidato de ultraderecha Jair Bolsonaro llamó a las mujeres “ignorantes”, dijo que eran demasiado feas para ser violadas e indignas de un salario equitativo. Esto desató que una cantidad cada vez mayor de personas se expresara en las redes para dejar en claro a quién no respaldan. #EleNão (Él no) es el hashtag en contra de este político que supera en las encuestas a Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores, con un 28 por ciento contra un 22 de este último. Por eso, el voto femenino será clave. “Mujeres contra Bolsonaro” es el nombre de la marcha que tendrá lugar mañana 29 de septiembre, y que aquí en Buenos Aires se replicará con un acto en el Obelisco en repudio al fascismo en Brasil y Latinoamérica. Las protestas crecen y hay cientos de miles que se unieron al grupo de Facebook “Mujeres unidas en contra de Bolsonaro”. Porque se trata de un candidato racista, machista y homofóbico que defiende la intervención militar en las ciudades y procura un contexto cada vez más sombrío, como el que permitió que sucediera el crimen político de Marielle Franco, hace seis meses, en plena ciudad de Río de Janeiro. Su pareja, Mónica Benicio, estuvo en Buenos Aires y la visita rebalsó de abrazos y encuentros. Su remera dice “Lute como Marielle Franco” y su antebrazo la deja ver en su piel, junto al pañuelo verde que lleva anudado en la muñeca. Mónica participó de un homenaje a su compañera asesinada el 14 de marzo de 2018, de cuatro tiros en la cabeza. El 10 de marzo, Marielle había denunciado a policías del 41º Batallón de Policía Militar por abusos de autoridad contra lxs habitantes de la favela de Acari.
¿Te impacta ver la manera en que Marielle está presente en tantas personas de tantos lugares?
–No solo aquí ocurre eso, todas las manifestaciones que sucedieron por Marielle en el mundo son de alguna forma un sentimiento de esperanza. Ver que la vida de ella no fue en vano y que el 14 de marzo no fue solo un día de barbarie y de violencia sino que repercutió de forma muy fuerte con una esperanza de que otro modelo de sociedad puede existir. Y lo que pasó se transforma en un símbolo para una lucha, para resignificar la violencia. Podría haber sido algo que nos silenciase, que nos provocase miedo y nos sacara de la lucha. Todo lo contrario, no dimos ni un paso a atrás, dimos un paso al frente. Los movimientos sociales y las mujeres solidarizándose, articulando, teniendo más fuerza es muy inspirador y de alguna forma reconfortarte, porque si sucedió lo que sucedió que al menos garantice que la vida de ella no fue en vano. Es emocionante y sorprendente, ni en nuestros sueños más audaces íbamos a imaginar que la foto de Marielle llegaría a la intendencia de París.
Es un contexto muy difícil el de Río de Janeiro, con el Ejército que tomó el control de la seguridad en las calles, y en ese contexto recibiste amenazas.
–En mayo sucedió un episodio de amenazas lo que me hizo resolicitar la medida cautelar y el Estado brasileño inclusive me cuestionó por qué no les había pedido protección a ellos antes. Yo fui a un organismo internacional, la OEA, sin antes pedirle protección al Estado brasileño. Entonces, mi respuesta fue otra pregunta: ¿A qué Estado le voy a pedir protección, al que mató a mi mujer? Después de ese episodio tuve la medida cautelar concedida, y estuve recientemente en Brasilia para discutir con el programa de protección de defensores de derechos humanos cuáles serías las posibilidades de garantizar esa seguridad. Porque lo que quisieron ofrecerme fue el programa de protección a testigos. Y yo no soy testigo de nada, ese programa no se aplica a mí. Dentro de ese contexto todos los programas de protección de defensores de los derechos humanos en Brasil, fracasan, no funcionan.
¿Qué alianzas estás tejiendo tanto en Brasil como en en el resto de América latina en relación al activismo?
–Fui respondiendo a esa demanda y me fui permitiendo ocupar esos lugares. Tengo una serie de redes que es mundial: Italia, Republica Dominicana, la semana que viene tengo una agenda intensa por Europa. Cuando estuve con las Abuelas me dijeron con qué organismos podía articular y así voy conociendo personas, haciendo contactos, relaciones y se van creando las redes. En cierta forma, no veo muy bien lo que estoy haciendo, pero ha sido muy lindo porque fue natural. Y recibí mucho afecto haciendo esa construcción que es importante porque se amplía el debate sobre el feminismo, las cuestiones de género, de Lgttbi y más. Voy ocupando espacios y haciendo conexiones sin percibir mucho lo que estoy haciendo. Esos apoyos me demandan responsabilidades e intento construir eso de forma colectiva.
Cinco meses después de ser asesinada, el 14 agosto, la Cámara Municipal de Río de Janeiro votó y aprobó cinco proyectos de ley impulsados Marielle. Con temáticas por las que Marielle peleó. Los proyectos se refieren al programa nocturno de acogida infantil para niñxs cuyas personas responsables trabajan o estudian, a la instauración del Día de la Mujer Negra, a la campaña de sensibilización sobre acoso y violencia sexual en espacios y transporte públicos, el dosier Mujer Carioca, con políticas públicas en las áreas de salud, asistencia social y derechos humanos; y cumplimiento de medidas judiciales para adolescentes en régimen abierto de libertad asistida o prestación de servicios a la comunidad.
¿En qué punto está la investigación?
–Lo que tenemos de información son especulaciones de los medios. Ninguna autoridad hizo público ningún tipo de relato que sea más concreto y que nos lleve a creer que estamos caminando hacia una solución para saber quién la mató y quién la mandó a matar, sin que sea un tercero, un chivo expiatorio, una respuesta falsa para silenciarnos. Tiendo a creer que no va a pasar. Mi expectativa es poder contestar esas preguntas sin que sea un chivo expiatorio. Por eso hay que hacer presión para exigir justicia y encontrar la respuesta. Ese es un miedo que tengo mirando la historia de Brasil, de cómo Brasil acostumbra a tratar crímenes como el de Marielle, con participación de agentes del Estado –policiales y políticos–, personas con alto poder económico, y cuando tienen ese tipo de influencia en un asesinato como éste, se acostumbra a no investigar o no investigar adecuadamente o entregar cualquier respuesta para silenciar y dar el caso por cerrado. Hoy la lucha es para garantizar que se resuelva. Poco se sabe socialmente y cuando la propia familia va a cuestionar también tiene poca información y eso es muy malo porque nos quedamos a oscuras, con angustia de creer que tal vez estemos muy lejos de la resolución.