Fernanda, Claudia, Gladys y Serafina, movilizadas por el deseo de ayudar a los demás y mejorar la calidad de vida de quienes viven en los alrededores del Riachuelo, le ponen el cuerpo día a día a la contaminación y buscan generar conciencia desde la docencia, el arte, la creatividad y el reciclaje.
En la Cuenca Matanza-Riachuelo hay tres causas principales de contaminación: la primera son los residuos cloacales que recibe; la segunda, los residuos sobrenadantes que llegan al espejo de agua; y la tercera, lo que arrojan las industrias que se encuentran a su alrededor.
Sin embargo, la batalla no se da solamente en el ámbito de la Justicia, hay una lucha diaria que llevan adelante estas mujeres que ocupan el espacio que el Estado dejó vacante hace años. Desde lo jurídico, pero también desde lo social, desde lo ambiental y desde la solidaridad, cada una de ellas soluciona lo urgente, lo importante y hasta en algunos casos lo imposible.
Una mujer fue la que dio el nombre a la causa, ‘Mendoza’, por Beatriz, ya que fue ella quien inició las denuncias por contaminación. Un década se cumplió este año del fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que en 2008 intimó a la Autoridad de Cuenca Matanza-Riachuelo (Acumar) a implementar un Plan de Saneamiento en respuesta a precisamente a esa causa.
Serafina Falagán hoy tiene 82 años y vivió toda su vida en la Villa 26. Llegó de Santiago del Estero con 16 años a vivir a un barrio muy precario con casitas de chapa y cartón. Los pisos eran de tierra, había sólo dos canillas para todos y luz sólo si se usaba kerosene.
Desde que tiene memoria, Serafina trabaja con niños en deportes, en colonias y repartiendo alimentos. “En los ‘90 la gente me decía por qué no ponía un merendero”, recordó la mujer en diálogo con PáginaI12, y así fue que desde entonces arrancó con el comedor que comenzó con unos diez chicos y que llegó a darle sde comer a 260.
Movilizada por el deseo de trabajar con la gente y de mejorar la calidad de vida de todos, Serafina fue la encargada de lograr que más de 300 familias de la Villa 26, perjudicadas por las condiciones de la cuenca, fueran relocalizadas hace unos meses. “Luchamos y luchamos y ahora están todos relocalizados en una vivienda digna”, contó orgullosa Serafina.
La edad no es un impedimento para la lucha, Serafina reconoce haber peleado “a capa y espada” para lograr la relocalización de las familias. “Andaba en las reuniones, en la Legislatura, en el Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC), en el Juzgado, de acá para allá con mi hijo Raúl. Nos patrocinó el abogado Alejandro Franco y con eso pudimos pelear. Creo que es la única villa en la historia que fue trasladada por una mujer”, destacó.
Claudia Leguizamón es maestra en la Escuela Nº 72 Pedro Medrano, de Villa Jardín, desde hace 17 años. En 2010 dos alumnos de 5º grado se pelearon a golpes sobre su escritorio. Preocupada por la situación y al ver a uno de ellos acurrucado contra el escritorio, les pidió a los chicos que le contaran a través de un dibujo lo que estaban sintiendo. Para su triste sorpresa y la de las otras maestras, descubrieron que los chicos estaban viviendo el duelo por la muerte de sus hermanos más pequeños, enfermos por la contaminación, estaban padeciendo el dolor de la pérdida.
“Soy una mamá que perdió una hijita de seis años y puedo asegurar que es el dolor más grande en la Tierra que un ser humano pueda sentir. Dije ‘algo tengo que hacer’. Cambió la mirada pedagógica. Algo me estaba atravesando en el salón que no estaba viendo, era el Riachuelo, que para mí era invisible. Todos los días durante muchísimos años pasaba con el colectivo, lo miraba y sin embargo para mí no era una realidad para poder educar a los chicos. Hasta que el Riachuelo me atravesó en el salón”, relató Claudia a PáginaI12.
En ese sentido, recordó: “Ahí comenzamos a investigar y a trabajar los problemas ambientales del barrio, el acceso al agua potable, a las viviendas dignas. Para mí fue quebrantante. El padre que tiene un hijo sabe del dolor y no podía quedarme quieta”.
Ese fue el punto de partida para que la maestra de Villa Jardín iniciara el proyecto Guardianes del Riachuelo. Junto a los chicos de la escuela salieron al barrio, investigaron los problemas, hicieron registros de los basurales, de las zanjas y de los lugares altamente contaminados del Riachuelo. “Salimos a mirar qué era lo que pasaba y de todo eso aprendimos la historia de la contaminación del río”, explicó Leguizamón.
En 2011 se entrevistaron con el entonces presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, y lo que iba a ser una entrevista de diez minutos, terminó siendo un encuentro de una hora donde los chicos pudieron describirle con sus palabras y con su experiencia lo que es vivir en la contaminación. “A partir de eso empezamos a hacer campañas de concientización en el barrio, cada 5 de abril salimos a abrazar al barrio para que realmente suceda el cambio. Y de hecho, a partir de ese año comenzaron a suceder cambios.”, aseguró Leguizamón.
El proyecto de Guardianes está aplicado a los 220 niños que hay en la escuela y el grupo líder son los dos 5º grados. Y ahora están trabajando en la campaña Dame una Mano y le enseñan a toda la escuela a separar los residuos.
“Los recuperadores ya no levantan de la basura cortándose las manos ni lastimándose, vienen, tocan el timbre de la escuela y sale todo el residuo impecable”, señaló la maestra y agregó: “Estoy acá luchando por los chicos, como siempre les digo: primero ellos, segundo ellos y tercero ellos”.
Los residuos del Riachuelo son un aporte importante a la contaminación. En ese sentido, se destaca la tarea de Gladys Ibarra, que es cooperativista y trabaja separando residuos de la zona. “Más allá de que estamos haciendo un trabajo de hombres, a nosotras, las mujeres, no nos importa Nos cuesta, pero las mujeres nos adaptamos a cualquier trabajo por nuestros hijos. Con este trabajo llevamos nuestra comida a la casa pero también ayudamos al medio ambiente y a la situación del Riachuelo”, enfatizó.
Fernanda Laguna es poeta y artista. Desde 2003 dirige una escuela de proyectos y actividades en Fiorito y para poder abordar la realidad que viven en la cuenca, abrió una galería de arte y allí vecinos y artistas de distintos lugares exponen sus trabajos.
La galería se llama Belleza y Felicidad, y Fernanda explicó que eligió ese nombre porque “el arte tiene que reflejar problemáticas pero también refleja deseos, retratos, es también lo que uno quiere para la vida”. Desde talleres de poesía hasta desfiles, publicidad y cocina gourmet, todos los recursos son válidos para que los vecinos se expresen y visibilicen la realidad en la viven.
“Abordar la problemática de una manera poética o artística te ayuda a maximizar los recursos que tenés y hacerlos hasta más efectivos. Nosotros hicimos una vez un desfile de modas donde trabajamos todo lo que llevaban puesto y era para denunciar la contaminación del barrio. Hicimos una producción artística de remeras que se vendieron y con eso ganamos plata. Lo artístico, la comunicación y generar recursos van de la mano, y la parte de ganar dinero también es importante”, aseguró Laguna.
Sensibilidad, compromiso, conocimiento, voluntad, solidaridad, cariño, afecto y mucho más les pone cada una de estas mujeres a cada una de las luchas que emprenden. Las mujeres del Riachuelo son mujeres que a pesar del tiempo, las adversidades y sus propias vidas, construyeron y construyen para que la realidad de ellas, de sus hijos y de todos mejore.