Al finalizar el primer semestre de 2018 los argentinos tenían 289.700 millones de dólares colocados en el exterior, una cifra equivalente al 60 por ciento del PBI. El registro representa la estimación más conservadora para la magnitud de los capitales fugados. El cálculo que se construye a partir de la Posición de Inversión Internacional publicada por el Indec muestra un incremento del 14 por ciento frente al mismo período del año anterior y una escalada del 22,6 por ciento desde el inicio del gobierno de Mauricio Macri. Las cifras no contemplan el atesoramiento en moneda extranjera por fuera del sistema financiero ni las operaciones canalizadas a través de las guaridas financieras y fiscales. El dato ofrece, por lo tanto, un piso para dimensionar los activos que tienen los argentinos en el exterior.
La fuga de capitales constituye un problema estructural y una fuente permanente de inestabilidad para la economía argentina. No se trata de prácticas aisladas que brotan durante episodios como la reciente corrida cambiaria o el establecimiento de regulaciones que restringen la compra de moneda extranjera.
La fuga de capitales se convirtió a partir de 1976 en un comportamiento sistemático liderado por un sector del establishment económico que canaliza sus excedentes al exterior a través de distintas maniobras. Si bien no se trata de operaciones necesariamente ilegales –evasión o lavado–, la fuga reduce la disponibilidad de divisas necesarias para financiar importaciones esenciales, retacea fondos pasibles de ser reinvertidos y disminuye la capacidad para hacer frente a los vencimientos de la deuda en moneda extranjera.
Los últimos datos publicados en la Posición de Inversión Internacional del Indec permiten estimar que en lo que va del año el stock fugado creció 16.000 millones de dólares para alcanzar los 289.900 millones de dólares en el segundo trimestre de 2018. La cifra establece un piso para la escalada experimentada durante la corrida cambiaria que el gobierno de Mauricio Macri intentó controlar solicitando un préstamo condicionado del FMI. Cuando se compara esa cifra con el comienzo de la administración de Cambiemos se observa un incremento que supera los 53.000 millones de dólares, un incremento del 22,6 por ciento.
La medición del Indec se construye en base a diversas fuentes directas de información aunque no se trata de tenencias o inversiones declaradas por los argentinos. Incluye el relevamiento de depósitos bancarios, el dinero en efectivo, los bonos y títulos públicos y privados, los inmuebles, las inversiones directas y otros activos que los residentes mantienen en el exterior.
De acuerdo a la metodología publicada por el organismo estadístico los datos se obtienen del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, el Deutsche Bundesbank, Bloomberg y la Caja de Valores, entre otros. Los datos divulgados permiten además realizar una aproximación a la dinámica de la fuga para la mayor parte de los gobiernos kirchneristas. Entre 2006 y 2015, la estimación aumentó un 71 por ciento al pasar de 138.000 a 236.000 millones de dólares.