La petrolera YPF, que controla el 55 por ciento del mercado, volvió a aumentar ayer los precios de sus combustibles. En la Ciudad de Buenos Aires el litro de nafta premium ahora cuesta 43,47 pesos, un 9 por ciento más y acumula una suba de 66,2 por ciento en lo que va del año. La súper trepó a 36,76 pesos, un 10,6 por ciento más y en el año suma un 62,2 por ciento de incremento. A su vez, el gasoil premium subió 8,7 por ciento y quedó en 38,51 pesos y el gasoil común un 9,8 por ciento y se vende a 32,54 pesos. Axion había dado el primer paso el sábado al subir hasta un 9,7 por ciento sus precios y Shell se sumará hoy con un incremento que en la nafta súper llega al 12 por ciento.
El secretario de Energía, Javier Iguacel, había dejado trascender informalmente la semana pasada a través de algunos medios de comunicación que la nafta iba a aumentar entre 3 y 4 por ciento. PáginaI12 consultó a las compañías y dijeron que todavía no tenían definido cuál sería el porcentaje. Fuentes de la industria aseguraron entonces a este diario que el incremento sería mayor y que lo que estaba queriendo hacer Iguacel al filtrar esos números era “sugerirle” un techo a las empresas, aunque quedó a la vista que no lo tomaron muy en cuenta.
“Llegamos a octubre y ahora tenemos un sistema energético en el que se puede importar y exportar sin impuestos y vamos a pagar el combustible lo que vale en el mundo. Pasa que justo ahora el combustible aumentó, pero yo soy optimista. Creo que en el futuro el petróleo va a volver a bajar”, aseguró el presidente Mauricio Macri el 23 de octubre de 2017, hace poco menos de un año, cuando se aplicó el primer aumento posterior a la desregulación del mercado. Ese día el barril de petróleo Brent, tomado como referencia en el país, cerró a 57,34 dólares. Desde entonces, comenzó a aumentar y el viernes cerró a 83 dólares, acumulando una suba de 45 por ciento. A su vez, en el mismo período el dólar trepó de 17,68 a 41,81 pesos, un 136,9 por ciento. Esos datos dejan en claro dos cuestiones: 1) la falta de timing del presidente Macri para avanzar con la desregulación del mercado y 2) la falta de precisión de sus pronósticos.
A comienzos de mayo, cuando el dólar había comenzado a dispararse, el gobierno decidió ponerle un freno a la suba de los combustibles e “invitó” a las petroleras a firmar un acuerdo de precios. La intención era mantener los valores congelados al menos dos meses, pero la estrategia fracasó porque el dólar siguió subiendo y no se quiso dar marcha atrás con la desregulación.
A principios de julio, el entonces ministro de Energía, Iguacel, luego degradado a secretario, ratificó que el mercado estaba liberado y que no iba a intentar ponerle un freno a las subas. Según aclaró, iba a ser la caída de la demanda la que supuestamente le marcaría un límite a las petroleras.
Como los combustibles siguieron aumentando, Iguacel declaró a mediados de septiembre que estaba trabajando en un listado de “precios de referencia”. En el sector temen que el gobierno busque fijar precios máximos, pero el secretario sostuvo que el listado será sólo a título “orientativo”. A su vez, sorprendió al afirmar que “hoy medido en términos reales los combustibles en la Argentina están en promedio más baratos que en toda su historia”. Una declaración insólita a la que las petroleras le respondieron con un nuevo aumento de hasta el 12 por ciento.