Se ha revisado en numerosas ocasiones y en estas mismas páginas el legado del documental de 1990 Paris is burning, tan extenso que incluye, entre otros hitos, algunas de nuestras canciones favoritas de las últimas tres décadas, además del impacto innegable en la moda urbana y en las pasarelas, o la incorporación de fracciones del lenguaje cáustico de las drag queens norteamericanas en nuestro cinismo diario, y así.
SIGUE ARDIENDO
En manos de Ryan Murphy y secuaces, es decir, el mismo equipo responsable de shows tan representativos para la comunidad lgtbiq como Feud y American Horror Story, podía sonar a más de lo mismo el anuncio de una nueva recreación de aquel mítico submundo de desfiles, competencias, categorías y delirio. Cuando en junio de este año la miniserie Pose fue estrenada por la señal FX norteamericana, no sólo apareció en pantalla más de lo mismo, sino que fue tanto, pero tanto más de lo mismo que paradójicamente terminó por volverse un producto flamante. Estaban los escándalos y las houses, la violencia y las decepciones, los trofeos y el fantasma muy palpable del vih/sida; estaban los atuendos suntuosos, escarpados, y la pantonera excedida, saturando impura. La enorme diferencia consistía en que la maquinaria televisiva yanqui más obscena se había puesto a contar las historias de aquellas minorías dentro de las minorías, afrodescendientes y latines, segregades y entretejiéndose en una subcultura de bailes y desfiles por completo propia.
LA DUEÑA
Mucho antes de llegar a Pose sobre los tacos de Elektra Abundance, la actriz tobaguense Dominique Jackson supo con su propio cuerpo cómo las competencias de ballroom mantenían unida a la fracción de la comunidad lgtbiq más vulnerada, es decir, la de latinos y afrodescendientes, y qué tan relevante era esa escena para sostener emocional y, en ocasiones, monetariamente a quienes la integraban. Jackson llegó a Estados Unidos después de una infancia y adolescencia bien duras en su Tobago natal. Los años que siguieron no fueron más amables, hasta que comenzada la década del ‘90 se incorporó a una serie de houses para terminar en la House of Sinclair, en Nueva York, donde vive desde hace años.
Jackson es, además de actriz, modelo consagrada (fue una de las cinco figuras en el docureality de modelos trans Strut, de 2016), autora de sus memorias y activista. Su papel en la serie que hoy se estrena en Latinoamérica es el de una Mother proverbial, comandanta de la House of Abundance, que ve cómo el prestigio y el legado que supo construir tambalean sin remedio.
¿Cómo fue el proceso de convertirse en Elektra para alguien como vos, que vivió aquella época retratada en Pose?
–Por momentos fue un desafío emocional, porque estaba reviviendo las vidas de personas que eran muy cercanas para mí, y estaba contando la historia de personas que también idolatraba pero a las que no necesariamente quería parecerme. En todo y en cada persona que admires habrá cosas buenas, cosas malas, pero al final tenés que entender de dónde provienen sus luchas. Para poder comprender eso, tuve que ir a fondo con las historias que me contaban mientras yo misma crecía como participante en los ballrooms, y tuve que entender además qué tan importante era para aquellas mujeres hacer lo que hacían, de manera que nosotres sobreviviésemos hasta el día de hoy. En el show se muestra una parte de la ciudad de Nueva York que de alguna manera ha quedado afuera de nuestra historia. No se la menciona. No escuchás hablar sobre la calle 42, donde las mujeres trabajaban en aquel lugar llamado Show World; no escuchás hablar de las mujeres transgénero que frecuentaban los clubes nocturnos en los que hombres de negocios, que decían en sus hogares que iban a llegar tarde, las trataban fabulosamente algunas veces, y otras, las mataban. Este programa muestra un lado de Nueva York que algunas personas sabían que existía pero preferían no mencionar.
¿Creés que algunas personas trans podrían ver en tu vida actual una serie de privilegios de los que elles carecen?
–Te voy a decir algo. Provengo de un espacio de violencia, de rechazo. Provengo de un espacio de marginación. Provengo de no tener un techo, de vivir en los Estados Unidos como ilegal por muchos años y sin comprenderlo, porque llegué a este país siendo una niña. Es así que tendemos a pensar en privilegios en ciertas situaciones, pero no vemos la lucha que hay detrás de ellos. Tuve que pelear por todo lo que tengo, y pelear significa que tenía que estar en donde tenía que estar y hacer mi trabajo para ser reconocida y ser vista, e incluso cuando efectivamente hacía mi trabajo, seguía sin ser vista.
¿Por qué es central para vos hablar de inclusión y respeto tanto en tu vida como en tus proyectos?
–El asunto para mí es que la gente habla de aceptación y usamos palabras como “aceptación” y “tolerancia”, y mientras tanto veo campañas hablando de que necesitamos tolerar al resto, necesitamos aceptar al resto, bueno, para mí no se trata de eso. No toleramos a las personas. Somos seres humanes. Somos todes iguales. La gente habla de que nos toleremos como se tolera a la lluvia. No se tolera a un ser humane. Tenemos que aprender a respetar a un ser humane. Y la inclusión, estamos limitades y segregades por nuestros propios pensamientos. Cuando hablamos de la comunidad lgtbiq, estamos hablando de cómo las personas se identifican sexualmente, médicamente y emocionalmente, y eso no es asunto de nadie. Deberíamos estar hablando sobre el progreso del mundo, del calentamiento global. Tendríamos que estar pensando cómo es que existen personas billonarias en la sociedad, y que después existan también personas a las que si les dieras un millón de dólares harían progresar a su población entera.
LENGUAS DESPIERTAS
Para el debut en estas latitudes, la señal Fox Premium hace una apuesta que se suma a la del envío original, que era la de contar con el elenco trans más importante en la historia de la tevé norteamericana: en América Latina, Pose será el primer envío en la historia en ser subtitulado en género neutro, algo que, hay que aclarar, los diálogos originales en inglés no exigen. En momentos en que el debate sobre el tema acapara desde premios Nobel hasta memes, es una decisión que podría aparejar un futuro de doblajes y subtitulados del estilo (la señal televisiva no respondió la consulta de este suplemento sobre la posibilidad de extender el género neutro a otros programas).
¿Qué pensás del uso cada vez más generalizado de ese lenguaje agresivo e irónico típico de los ballrooms, el reading y el shading?
–Cuando observás nuestra cultura en su totalidad, especialmente cuando ves lo que pasaba en los ‘80s, te encontrás con madres y padres estrictes. En los ballrooms, los “reads” de aquel momento y cómo se construían tenían que ver con que cuando le hacías un read a alguien era para volverles mejores. No se trataba de menoscabar su ánimo, de descatarles. La cosa es que si vos salías a la calle y no estabas preparade, si no eras lo que representabas, a veces no volvías nunca a casa. Cuando las madres dejaban salir a sus hijes, y eses hijes no se veían como corresponde, y algún tipo les veía e intentaba charlar o interactuar y caía en la cuenta de que su género y su sexo no se condecían, eso podía ser sinónimo de asesinato. Por eso en aquel entonces tenían que ser extremadamente dures.
¿Pensás que pueden ser malinterpretado por quienes no conocen su origen y su contexto?
–Es que el reading salió de ahí. Después está el aspecto divertido, cuando estás haciendo un read porque sí, pero creo que hay momentos en que la gente confunde reading con insultarse, con definitivamente intentar destruirse. De manera que sí, mi manera de verlo es que debemos conducirnos con amabilidad, y para aquelles que crean que el reading es algo bueno, es cosa suya. Siempre tenés que respetar el hecho de que a veces el reading puede provocar que las emociones salgan heridas, así que hay que tener eso presente. Porque si realmente apreciás a alguien, lo último que querés hacer es lastimarles.