María Natalia Lisa es Licenciada en Biotecnología y Doctora en Ciencias Biológicas de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). En 2011, comenzó sus estudios postdoctorales en el exterior, primero en el Instituto Pasteur de París y luego en el de Montevideo.
Tras siete años fuera del país, volvió a Argentina a principios de 2018 e ingresó a la carrera de investigador científico del CONICET. Actualmente, se desempeña como Directora de la Unidad de Cristalografía de Proteínas del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR), centro de investigación dependiente del CONICET y la UNR.
Desde su estadía en París, estudia mecanismos moleculares en la tuberculosis, enfermedad que en la actualidad causa cerca de dos millones de muertes en el mundo al año. Allí empezó a investigar vías de transducción de señales en el agente causal de la tuberculosis, tratando de estudiar la respuesta que la bacteria desarrolla para sobrevivir, con el fin de diseñar, eventualmente, nuevos antibióticos o vacunas contra ella.
Hoy, en el IBR tiene el objetivo de seguir profundizando sobre la tuberculosis, aunque también busca abrirse hacia otras temáticas: investigar sobre el diseño de nano-estructuras proteicas bio-inspiradas.
En el camino de obtener subsidios para armar el equipo de trabajo en el IBR, la joven científica se presentó al premio de la revista Nature Research “Inspiring Science Award”, certamen que promueve la perspectiva de género en el quehacer científico y distingue a mujeres destacadas en las áreas de STEM por su motivación para niñas y jóvenes.
En el concurso se presentaron ciento cincuenta mujeres de distintas partes del mundo, de las cuales cinco fueron seleccionadas. La decisión final se tomará el 30 de octubre y la ganadora recibirá diez mil dólares que deberá destinar a investigación.
En diálogo con Universidad, María Natalia Lisa profundizó acerca del concurso, el vínculo de la ciencia con las teorías de género, el rol de la universidad pública, y el papel de la divulgación y la comunicación científica.
La revista Nature Research te seleccionó junto a otras cinco investigadoras del mundo para recibir el premio Inspirador de la Ciencia. ¿Cuál fue el proyecto a partir del cual resultaste seleccionada?
Más que un proyecto presenté un escrito en el que tuve que explicar primero mi producción científica, donde hablé del trabajo que había hecho en el campo de la biología estructural durante mi tesis de doctorado en la UNR y mis estudios postdoctorales en París y Montevideo. Después desarrollé algunos ejes acerca de cómo se puede incorporar la perspectiva de género al quehacer científico. Ahí veo dos grandes ejes, por un lado, hay una perspectiva de género en la generación de conocimiento en sí mismo, que tiene que ver con abarcar, incorporar y discutir distintas maneras de ser y estar en la naturaleza. Desde allí, podemos pensar no sólo en una perspectiva feminista, sino también en una perspectiva decolonial, que tiene que ver con pensar y ser capaces de generar, soberanamente, no sólo respuestas sino también preguntas en un entorno local. Tiene que ver con cómo se puede empoderar a las mujeres y a las comunidades para que sus visiones sirvan como posibles soluciones a los problemas del entorno. Desde ese diálogo con otros sectores sociales, la ciencia podría actuar bajo otros esquemas más inclusivos de generación de conocimientos. Por otro lado, con respecto a los esquemas de trabajo en las instituciones de ciencia, tanto en las de educación como en las que se produce el conocimiento, todavía se reproducen lógicas del siglo pasado. Lógicas de ejercicios de poder que son, justamente, las cosas que queremos desafiar desde una perspectiva feminista. Queremos que esos esquemas sean inclusivos, equitativos y que se puedan establecer nuevos diálogos y nuevas relaciones en los ambientes de trabajo.
¿De qué manera empezaste a vincularte con las teorías feministas? En una oportunidad dijiste que el tránsito por la universidad pública fue un acontecimiento bisagra en este sentido. ¿por qué?
Hice la secundaria en una escuela de chicas solas y mi cabeza estaba formada en ese contexto. Después empecé a ir a la facultad y me encontré con un ambiente mucho más diverso, con personas que venían de distintos entornos sociales y que planteaban cosas diferentes. Eso me abrió un montón la cabeza. También por la experiencia de ser inmigrante, de encontrarme en otros países, en otros lugares, donde tuve que aprender el idioma y encontrarme con otras realidades. Allí me volví más consciente del entramado de relaciones de poder. Como siempre tuve un espíritu un poco rebelde con respecto a esas cosas, empecé a pensar en cómo se podían tratar de transformar esas lógicas y me acerqué al feminismo, no desde el ámbito académico sino a partir del encuentro con mujeres y la participación en marchas y eventos. También fue importante en este proceso acercarme al ambiente del arte porque mi compañero es músico. Todas estas circunstancias fueron muy importantes para empezar a ver el entramado de poder que existe en las instituciones, en lo que hacemos, en lo que escribimos, y en la generación de conocimiento y entendimiento.
¿Qué significa haber sido seleccionada por este Premio?
Más allá del resultado final de este concurso que, sin duda, para mi es elogioso, me parece importante porque puede servir para visibilizar el trabajo que se hace en nuestras universidades y en centros de investigación. Se hacen buenos trabajos a pesar de que recibimos a veces recursos relativamente escasos. En este contexto de recorte que estamos viviendo, también es importante que se revean las direcciones que se han tomado en términos de presupuesto para ciencia y educación. Si no se hace, será muy difícil poder sostener a los jóvenes en nuestro sistema porque cada vez hay menos perspectivas o el entorno deja de ser atractivo para ellos. Son gente formada que, tal vez, terminen encontrando posibilidades afuera. Y es una pérdida de capital humano y de conocimiento tremenda.
Por último, ¿cuál creés que es el rol de la divulgación o la comunicación científica? ¿Cuáles son los desafíos actuales en este sentido?
Es muy importante que los que trabajamos en ciencia lo hagamos de manera coordinada con los que hacen educación en ciencia y divulgación, porque en la calle te encontrás con gente que te dice “esto ustedes lo tendrían que decir porque no lo sabemos, y si lo supiésemos, tomaríamos decisiones diferentes”. Tal vez el sector científico tenga una deuda acerca de saber comunicar mejor qué hace y para qué. Por eso, es importante articular, entre los distintos actores, posibles soluciones que contribuyan al bienestar de toda la ciudadanía. Hay un gran camino por hacer. Dentro del sector científico, es clave promover una transformación que piense cuáles son las necesidades para trabajar sobre ellas, además de tratar de establecer diálogos horizontales con otros sectores sociales, con otro lenguaje, para que los temas sean accesibles para el público en general. Esto se relaciona un poco con lo que trabajo. No te estoy hablando sólo de mujeres o feminismo, sino de establecer otro tipo de diálogo y de relaciones que no impongan modos de hacer ni modos de entender.