Desde Río de Janeiro
Miles de mujeres en todo Brasil se oponen a la candidatura de Jair Bolsonaro, diputado desde 1991 del Partido Social Liberal (PSL), capitán del Ejército brasileño, representante de la extrema derecha y lo peor de la política de ese país de los últimos tiempos gracias al efecto de vacío que produjo la operación Lava-Jato. Sin proyecto de gobierno, con un discurso basado en la violencia y el ataque a las minorías. Dentro de ese clima social las mujeres tomaron la iniciativa respondiendo a la convocatoria del movimiento #EleNão. Juntas, diversas, activistas o en apoyo de diferentes candidaturas, dicen no al crecimiento de la intolerancia, rechazan discursos de odio, sexistas, misóginos, homofóbicos, racistas. En Río de Janeiro, la concentración en la Plaza Cinelándia fue masiva y ocupada por manifestantes de todas las edades, clases, identidades sexuales y religiones. Desde las jornadas de protesta de junio de 2013 no se veía una movilización democrática de tal magnitud. Estas imágenes son una respuesta potente de por qué, definitivamente, “Él No”.


Renata

(39), artista callejera, fue una de las miles que dijeron Ele Não, “porque representa la represión a las minorías de la sociedad, contra la dictadura que es símbolo vivo del retroceso de Brasil.” Hizo su presentación artística sobre las escalinatas del edificio de la Cámara de Concejales de Río de Janeiro, que sirvió de escenario para la manifestación en la plaza.

 


Tales 

(22), tatuadora, nunca dejó de sostener el cartel “Mujeres contra el fascismo”, sobre los hombros de su novio. Y advierte eufórica: “Porque nunca, nunca, nunca más”. 


Chandrika 

(39), la “reina” del acto, ubicada sobre una columna como estatua del símbolo del movimiento de mujeres, también activó contra el candidato de la ultraderecha por su carácter fascista y discriminatorio. “Predica la homofobia, está en contra de los derechos humanos. Y manifiesto porque estoy a favor de la democracia, del amor libre y colectivo de las personas y de la libertad de expresión.” 


Ana Carolina 

(32) diseñadora, siempre lo detestó. “No sólo porque es machista,  homofóbico y fascista. No tiene ni una propuesta a favor de Brasil, alienta la desigualdad y el odio.”


Clara 

(28) urbanista, no dudó en tomar las calles en rechazo a Bolsonaro. “Porque es fascista, misógino y homofóbico y sostiene la violencia como discurso”, dice subida a una columna a tres metros del piso contemplando la manifestación.