Durante más de medio siglo, el hecho de que fueran mujeres las que durante la Segunda Guerra Mundial mayoritariamente construyeran el Waterloo Bridge -que cruza el Támesis en céntrica zona londinense- fue apenas un rumor, una leyenda urbana. Aunque muchas personas se refirieran al puente como The Ladies’ Bridge, no dejaban de ser habladurías, borrado el esfuerzo colectivo de cientos de muchachas del registro oficial. Fue necesario que, por propia iniciativa, una mujer buscara y encontrara registro fotográfico que comprobase la presunción para que el gobierno británico incorporara la ardua labor de las anónimas damiselas en la historia del puente. Y eso ocurrió en 2015, ¡apenas tres años atrás! A la historiadora brit Christine Wall le calza el reivindicativo honor: fue ella quien revisó de cabo a rabo los archivos del Bradford Museum of Film and Television hasta dar con la serie de imágenes tomadas en 1944 por un fotógrafo del periódico Daily Herald. Y ante la indiscutible evidencia, el gobierno tuvo que recular, admitiendo el rol vital que tuvieron las mujeres en un proyecto crucial.
“Cuando estalló la guerra en 1939, 500 hombres estaban trabajando en el puente. Para 1941, ese número había caído a 50. Y así, al igual que con otras escaseces de mano de obra durante el conflicto bélico, el contratista –Peter Lind & Company– reclutó a mujeres para que hicieran el trabajo. Según la Women’s Engineering Society, unas 350 mujeres trabajaron en el Waterloo Bridge”, ofrece el sitio Atlas Obscura, que recupera la significativa historia en un reciente artículo. Donde recuerda además cómo, durante la ceremonia de inauguración del puente, el 10 de diciembre de 1945, el entonces viceprimer ministro Herbert Morrison no hizo ni mención de las muchachas obreras. De hecho, estas fueron las palabras que el funcionario dispensó: “Los hombres que construyeron el Waterloo Bridge deben sentirse muy afortunados. Su trabajo será un orgullo para muchas generaciones por venir de londinenses. Para los cientos de varones que trabajaron en piedra, en acero, en madera, en concreto, este nuevo puente es un monumento a su artesanía y habilidad”.
Por lo demás, señala Wall que a pesar de existir relatos bien documentados de mujeres que laburaron en fábricas de municiones u, otro ejemplo, en ferrocarriles, escasean registros del hacer femenino en el mundillo de la construcción (donde generalmente se desempeñaron levantando nuevas fábricas o viviendas para trabajadores en zonas alejadas de amenaza de bomba). Y eso que casi 25 mil damiselas colaboraran con la susodicha industria en 1944. Y, claro, ganaron tantísimo menos que sus homólogos masculinos (un chelín y seis peniques la hora en el caso de Waterloo Bridge, según estimaciones de Wall).