Desde Lima
El ex dictador Alberto Fujimori tendrá que volver a prisión, para cumplir su condena a 25 años, dictada en 2009 por cargos de secuestro y asesinato, y por varios casos de corrupción. Esto luego que se cayó el indulto que en diciembre pasado le diera el entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski. Un juzgado lo anuló señalando que no se cumplieron los requisitos para un indulto humanitario por razones médicas como el que se otorgó, y que este perdón violaba las normas internacionales por tratarse de un condenado por crímenes de lesa humanidad. Esta medida se tomó luego que en junio la Corte Interamericana de Derechos Humanos determinó que este indulto sea revisado por las autoridades judiciales peruanas. Conocida la noticia de la anulación del indulto, hasta la mansión de Fujimori, en uno de los barrios más exclusivos de la capital peruana, llegaron sus hijos y su abogado. También algunas decenas de sus seguidores. Luego de varias horas, el autócrata que gobernó entre 1990 y 2000 abandonó su residencia. Pero no fue a prisión, sino a una clínica.
Fujimori, de 80 años, fue sacado de su casa en una ambulancia. En el trayecto a la clínica lo acompañó su hijo menor Kenji, quien había negociado con Kuczynski el indulto hoy anulado. Sus allegados señalaron que el ex dictador había quedado muy afectado al enterarse que deberá volver a prisión. Fujimori deberá ser internado en el cuartel policial de las afueras de Lima donde cumplía su sentencia, en una prisión VIP en la que era el único detenido, hasta que fue indultado en diciembre, para completar lo que le resta de su condena, de la que ha cumplido poco más de diez años.
Keiko, la hija del ex dictador que ahora encabeza el partido fujimorista, lloró ante cámaras al momento de ingresar a la casa de su padre poco después de conocida la noticia de la anulación del indulto, dijo que era el día más triste de su vida y habló de “odio y venganza” por la anulación del indulto. “Basta ya de persecución”, señaló, sollozando, repitiendo el conocido discurso que trata de desacreditar las demandas de justicia por las violaciones a los derechos humanos quejándose de una supuesta persecución. Los principales dirigentes del fujimorismo repitieron lo de “odio y venganza” y hablaron de “abuso judicial”. “Victimas hay muchas”, dijo la congresista fujimorista Luz Salgado, minimizando los crímenes del gobierno del cual ella formó parte. “No nos vamos a quedar tranquilos”, amenazó Salgado.
Desde otros sectores políticos y desde el lado de los familiares de las víctimas del régimen fujimorista elogiaron la anulación del indulto, recordaron los sustentados cuestionamientos a su carácter humanitario y las evidencias de su motivación política. Le respondieron al fujimorismo diciendo que la anulación del indulto no tenía nada que ver con la venganza o el odio, sino con la justicia y los derechos de las víctimas. En el Congreso legisladores fujimoristas mostraron carteles en los que se leía “No más odio” y mensajes similares, y las otras bancadas levantaron inscripciones como “No más impunidad”.
“Esta decisión de la Justicia de anular el indulto nos devuelve la tranquilidad y nos hace sentir respetados. Se necesita garantizar el derecho a la justicia de las víctimas y que se cumpla la condena de unos de los principales culpables de violaciones a los derechos humanos. El indulto humanitario no fue tal sino un negociado. Con esa decisión hemos recuperado la justicia que nos fue arrebatada con el indulto”, señaló Gisela Ortiz, hermana de una de las víctimas del fujimorismo.
Fujimori fue indultado en la noche de Navidad del año pasado por el entonces presidente Kuczynski, quien argumentó un supuesto mal estado de salud del ex mandatario para darle un perdón humanitario. Pero desde un comienzo quedó claro que lo de humanitario era una farsa para encubrir una negociación política entre Kuczynski y Kenji para canjear el indulto por una decena de votos de la bancada fujimorista controlados por el hijo del patriarca del clan Fujimori para salvar al entonces presidente de un pedido de destitución por corrupción por sus vínculos con la cuestionada constructora brasileña Odebrecht. Los votos de Kenji salvaron a Kuczynski. Tres días después llegó el indulto, que se dio en tiempo récord festinando trámites y con muchas irregularidades. Era el pago de Kuczynski por esos votos que evitaron su caída. Quedaba claro el pacto de impunidad para cambiar votos por el indulto. Pero el indulto ahondó la crisis del gobierno y tres meses después Kuczynski debió renunciar.
Ahora Keiko llora en público la anulación del indulto a su padre, pero cuando éste se dio se distanció de una medida que en ese momento no parecía querer, preocupada por su propio futuro política y el riesgo de que su hermano se fortalezca con la liberación del padre, que lo apoyaba abiertamente, y la desplace del liderazgo del fujimorismo. En ese momento, Keiko criticó duramente a Kenji por haber negociado con Kuczynski y poco después lo expulsó del partido fujimorista.
“El indulto fue perjudicial para el fujimorismo porque lo llevó a la división entre Keiko, que veía el indulto como un obstáculo para sus aspiraciones políticas, y Kenji, que quería el indulto como una prioridad. Ahora la anulación del indulto va a ahondar la división y desarticulación del fujimorismo. Esto va a perjudicar a Keiko, que ya está en una muy mala situación, con un rechazo que pasa el 80 por ciento”, le señaló a PáginaI12 el historiador y analista político Nelson Manrique.
Alberto Fujimori fue condenado por el asesinato de 15 personas, entre ellas un niño, durante una fiesta para recaudar fondos en una humilde vivienda de Barrios Altos en el centro de Lima en noviembre de 1991, y por el secuestro y ejecución de nueve estudiantes y un profesor de la Universidad La Cantuta, ubicada en las afueras de la capital peruana, en julio de 1992. Ambos crímenes fueron cometidos por el llamado Grupo Colina, un destacamento del ejército que actuaba como un escuadrón de la muerte bajo las órdenes y protección del gobierno de Fujimori, quien fue condenado como autor mediato de estos crímenes. También fue sentenciado por varios cargos de corrupción.
Algunas decenas de personas fueron a la casa de Fujimori y a la clínica a darle su respaldo, mientras familiares de las víctimas del fujimorismo hicieron un plantón frente al Palacio de Justicia para respaldar la anulación del indulto.